Memoria histórica de un arte que empezó a rodarse en Maracaibo
A propósito de la reciente conmemoración del Día Nacional del Cine rememoramos algunos acontecimientos de gran relevancia para la cinematografía venezolana, así como su situación actual
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Andrea Solórzano Mota 

Hace 124 años, el séptimo arte empezó a filmar su historia en Venezuela, razón por la cual cada 28 de enero se conmemora el Día Nacional del Cine en el país. La cinematografía venezolana se remonta al año 1897, cuando el fotógrafo y empresario Manuel Trujillo Durán, lleva al Teatro Baralt de Maracaibo, estado Zulia, el cinematógrafo, un proyector de cine.

Con este aparato se proyectaron por primera vez dos cortometrajes: “Célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa” y “Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo”, del mismo Durán.

No obstante, hay datos que indican que los primeros pasos del cine venezolano se dieron el 11 de julio de 1896, también en la ciudad de Maracaibo, cuando el empresario Luis Manuel Méndez importó el vitascopio, otro proyector de cine.


Cuadro de "Un célebre especialista sacando muelas en el gran Hotel  Europa",  estrenado el 28 de enero de 1897

También en 1897 se realizaron en Caracas algunos cortometrajes por Ricardo Rouffet y Carlos Ruiz Chapellín, quienes fueron los pioneros del cine en esta ciudad. Posteriormente, otro acontecimiento importante para el séptimo arte en Venezuela fue la realización de la primera película larga de ciencia ficción, la cual se conoció como “La dama de las Cayenas”, o “Pasión y muerte de Margarita Gutiérrez” en 1916. Ochos años más tarde, se adaptó “La Trepadora”, novela escrita por Rómulo Gallegos.

Por su parte, a partir de 1934 el cine venezolano da un salto evolutivo importante, ya que se inician los intentos de incluir sonido en las películas. Así, en 1938 se filma “El Rompimiento”, primer largometraje sonoro de Venezuela. Previo a este avance, la imagen cinematográfica era muda.


Imágenes del cortometraje muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo (1897), realizado por Manuel Trujillo Durán

A finales de la década de los 30, Rómulo Gallegos crea “Estudios Ávila” en Caracas, mientras que Guillermo Villegas Blanco, en los 40, forma la empresa “Bolívar Films”, que trajo ventura a la cinematografía nacional, pues empezaron a producir largometrajes con esquema de industria. De las obras creadas, una de las más icónicas es “La balandra Isabel llegó esta tarde”, ganadora de un galardón en el Festival Internacional de Cine de Cannes en el año 1951.

Este mismo Festival, en el año 1959, concedió el Premio de la Crítica al film documental “Araya” de Margot Benacerraf, siendo este reconocimiento el más importante que una producción venezolana había recibido en ese tiempo.

Entre las décadas de los 70’, 80’ y 90’, el cine venezolano escala a su mayor apogeo, ya que en 1970 inicia una nueva corriente cinematográfica denominada “Nuevo Cine Venezolano”, que tuvo como máximos representantes a Walerstein y Román Chalbaud. 


Cartel de la Película: El Rompimiento, de la productora Caribe Films

Este auge se mantuvo hasta mediados de los 80, cuando el país atraviesa una crisis económica que afecta las taquillas. Sin embargo, los 90’ inician con buenos aires para la cinematografía nacional, que obtuvo distintas premiaciones internacionales. Entre las películas premiadas resalta Disparen a matar (1991), la cual fue galardonada en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.

De igual modo, en estas épocas las películas estuvieron marcadas por la expresión de críticas sociales y la representación de las desigualdades, las injusticias, etc. Con el paso del tiempo, y las generaciones, estas temáticas han ido variando. 

En la siguiente década, desde el 2000 hasta el 2010, las nuevas tecnologías realzan las producciones venezolanas, logrando grandes éxitos. Entre las cintas más reconocidas de estos años destacan: Yomata se va volando (2003), primera película venezolana hecha en cine digital, Punto y Raya (2004), Secuestro Express (2005), Elipsis (2006), El Café de Lupe (2008), entre otras.

Asimismo, desde el 2010 en adelante, el cine venezolano nos ha presentado un escenario variopinto con producciones exitosas. Entre ellas: La Hora Cero (2010) y Azul y no tan rosa (2012), primera película venezolana ganadora de un Premio Goya.

A ellas les han seguido otras como: Papita, Maní, Tostón (2013), La casa del fin de los tiempos (2013), Pelo Malo (2013), ganadora del Premio de la Concha de Oro en la LXI Edición del Festival de Cine de San Sebastián en España, El Malquerido (2015) y Desde Allá (2015).


Distintas producciones venezolanas han logrado reconocimientos nacionales e internacionales 

En la actualidad

La crisis económica que afecta a Venezuela también ha ocupado una butaca en las salas de cine del país y en las producciones cinematográficas que, aunque son ejemplo de resiliencia, han visto menguar sus presupuestos, y la migración de sus talentos. Asimismo, en los últimos años, las cadenas del séptimo arte han registrado un descenso de filmes y espectadores en comparación a otros tiempos. 

En conjunto con ello, la situación causada por la pandemia del Covid – 19 ha sido un duro golpe para la industria cinematográfica, ya que, desde que fueron anunciados los primeros casos de coronavirus en el país, se han mantenido apagadas las pantallas de los cines venezolanos. No obstante, esta situación podría cambiar el 08 de febrero, fecha en la que se espera que reinicien las operaciones, en caso de ser aprobado por el Ejecutivo Nacional.

Por lo tanto, mientras esperamos que se encienda la gran pantalla, y deseamos aliento para las cadenas de cine del país, cabe destacar que las producciones nacionales también han encontrado un lugar en plataformas virtuales como: Trasnocho Web, Clickaplay, y otras, donde es posible disfrutar de films venezolanos. De igual modo, en este tiempo cruzaremos los dedos por ese largometraje local que está postulado doblemente al Oscar.

¿Una postulación doble al Oscar?

Érase una vez en Venezuela (“Once upon a time in Venezuela”) es el largometraje documental que cuenta con dos postulaciones al Oscar. Una de ellas es en la categoría “Mejor Película Internacional” y la otra en “Mejor largometraje documental”.

Esta historia que espera escuchar el anhelado “And the Oscar goes to...” se sitúa en la población del Congo Mirador, en Maracaibo, estado Zulia, y nos narra a través de las vivencias de Natalie, la única maestra de la localidad y simpatizante de la oposición venezolana, y de Tamara, dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela, las consecuencias de la crisis económica y política del país, además del debate entre los habitantes sobre las elecciones parlamentarias del año 2015.

De este modo, la cineasta venezolana Anabel Rodríguez Ríos desea mostrar al mundo la realidad de esa población y también del país. Para lograrlo, el equipo de producción se ha propuesto como meta recaudar 30.000 euros, con el fin de poder divulgar el documental mundialmente, ya que además es un requisito para entrar al cuadro de los cinco finalistas al Oscar.

Por ahora, durante los primeros cinco días de febrero, 1.000 académicos estarán votando por los films que avanzarán a la lista corta. Finalmente en marzo se elegirán las producciones que serán oficialmente nominadas.