Cultivemos la Esperanza
Para comenzar un nuevo ciclo y hacerlo de una manera diferente y positiva, necesitamos recuperar y fortalecer la esperanza que podremos hacerlo
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Maytte Sepúlveda

Uno de los grandes desafíos que tenemos frente a nosotros, es avivar la llama de la esperanza en nuestro interior debido a que hemos sido enfrentados a diferentes situaciones de cambio sin estar del todo preparados para asumirlas cuando se presentaron, afectando nuestra confianza y desempeño. Para comenzar un nuevo ciclo y hacerlo de una manera diferente y positiva, necesitamos recuperar y fortalecer la esperanza que podremos hacerlo.

La esperanza proviene de la Fe, de la conexión con nuestro mundo espiritual, del conocimiento de nosotros mismos y del funcionamiento de la vida. Es la confianza que las cosas mejorarán, que encontraremos la solución, la salida, el camino, confianza que podremos superar la crisis, resolverlo, conseguirlo, aún, cuando en el momento no sepamos cómo hacerlo. La esperanza es una especie de fuerza interior que nos sostiene cuando sentimos incertidumbre, inseguridad, duda o temor, frente a lo que anticipamos que nos pueda pasar; es un sentimiento que nos fortalece y nos motiva a seguir adelante, a enfrentar y buscar soluciones o alternativas ante las situaciones inesperadas que se nos presentan, con la confianza que podremos hacerlo de la manera más efectiva y asertiva.

Es natural sentirnos en cierto momentos afectados por las situaciones o circunstancias cambiantes, difíciles e inesperadas de la vida, pero, si pensamos en éstas como oportunidad de aprender, de poner en práctica, de crecer, podremos impulsarnos en ellas para retomar el control de la situación y de nuestra vida personal, con la intención de recuperar el balance, la serenidad y la felicidad. A todos nos gusta pensar que siempre habrá una puerta que se abrirá en el último momento y que saldremos adelante a través de ésta.

Vayamos atrás, al recuerdo de los momentos en los que conseguimos recuperarnos y que fortalecidos por la experiencia, nos sentimos capaces, confiados y esperanzados del futuro y de lo que podríamos lograr o conseguir. Tener esperanza, es esperar y confiar que lo bueno ocurra, pero sobre todo actuar para crear ese maravilloso futuro.

Para fortalecer la esperanza:

Conectar con nuestras fortalezas.
Hay personas que sólo tienen presente sus limitaciones, y esto las hace sentir inseguras e incapaces porque no saben reconocer y usar sus fortalezas para ganar autoestima, confianza y determinación de actuar. De aquí, la importancia de hacer un inventario personal a través de la práctica de la mirada interior, con respeto y atención plena, para que podamos reconocerlas en nosotros y así, ganar la confianza y la fortaleza que necesitamos para levantarnos y seguir adelante.

Ganar confianza y Fe. A través de la práctica de la oración, podemos fortalecer la Fe que no es otra cosa que tener la certeza que no estamos solos, a partir de ese momento, sentiremos la calma profunda y la fortaleza que necesitamos para afrontar la situación a sabiendas que pasará y la resolveremos. Meditar, nos ayuda a tranquilizar la mente y serenar las emociones, para que desde ese estado interior de calma y conexión con la Divinidad, recuperemos la claridad y la objetividad que nos permitan estar atentos a reconocer y tomar las alternativas, las posibilidades, las oportunidades, los recursos y las herramientas que podamos necesitar.

Buscar y resaltar el lado positivo de cada situación. A pesar de lo inesperada, difícil o injusta que te pueda parecer una situación, no te dejes abatir por ella, no pierdas de vista todos los elementos positivos, aunque sean pequeños, que pueden estar presentes en esta situación para que te sea posible afrontarla y manejarla. Todo pasa.

Vivir en el presente. Cada vez que tu mente te lleve a recordar el pasado o te lleve a preocuparte por el futuro, sacude tu cabeza ligeramente y coloca tu atención en los detalles del momento presente. Trae tus pensamientos de nuevo al aquí y ahora, mantente enfocado en cada cosa que haces, en cada momento que vives, de esta manera evitarás que la mente te lleve a divagar hacia el futuro, cayendo en el hábito de anticipar negativamente lo que pudiera pasar.

Potencia tu alegría y optimismo. Recupera el entusiasmo y las ganas de vivir, renueva la confianza en ti mismo, mejora tu actitud, sonríe y conéctate de nuevo con la pasión que sientes por perseguir tus sueños y decide compartir con otros el producto positivo de todo este proceso. Contar con un espacio social afectivo y positivo, hará que nos sintamos acompañados y esperanzados.

Canaliza el estrés y la ansiedad. Hacer un alto de vez en cuando a lo largo del día en el medio de nuestra rutina, sirve para darnos cuenta de cómo estamos viviendo, para darnos una pausa de descanso, rescatar la sonrisa, la buena actitud, la paz y para recuperar el sentido de lo que para nosotros es una prioridad ese día. Practicar alguna técnica de relajación, meditación, yoga; alguna rutina de ejercicios físicos, o simplemente la oración puede ayudarnos a serenar la mente, a aquietar las emociones alteradas, y a recuperar el balance y la paz.

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