El exsecretario de Estado de Cultura de España y actual gestor de Madrid Destino acaba de publicar su octava novela, "Los viajeros de la Vía Láctea"
"Lo Políticamente Correcto nos está Matando"
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Por Karina Sainz Borgo


Son las diez de la mañana y la puerta abierta del número 18 de la calle Velarde (Madrid, España) hace pensar que en cualquier momento saldrán a los que la última copa les duró hasta el amanecer. Una mujer con guantes de limpieza y mascarilla invita a pasar. Todo está impecable y recogido en La Vía Láctea, la mítica discoteca del Madrid de los ochenta, que a esta hora exhibe la calma y la rareza de los animales nocturnos al dormir. Una vez dentro, Fernando Benzo toma asiento, con más ganas de café que de una copa. El exsecretario de Estado de Cultura de España y actual gestor de Madrid Destino acaba de publicar su octava novela, "Los viajeros de la Vía Láctea" (Planeta). La ocasión amerita una conversación de garito. A Benzo le apetece más hablar de "Betty Blue" o de Radio Futura que de las cuitas de los populares en el Ayuntamiento.

"Los viajeros de la Vía Láctea", insisten sus editores, es una novela generacional en la que Benzo recorre la vida de un grupo de personajes desde los años 80 hasta la actualidad. Más de tres décadas sirven a su autor para reflexionar sobre el paso del tiempo a través de una novela escrita en dos tiempos: el pasado de sus protagonistas y el presente de quien lo narra. Es, insiste Benzo, una historia de amistad, también de ilusiones baldías y las plegarias no atendidas de la juventud. En el Madrid de los años ochenta cinco amigos sueñan: Oscar con cambiar el mundo; Jorge con el dinero; David con los porros y la música; Javi con convertirse en un escritor de éxito y Silvia con salvar el planeta. Más de treinta años después, ni uno de aquellos sueños queda en pie, pero sí la amistad de quienes los compartieron alguna vez.

Una novela generacional

"Hay quienes la verán como una historia de los ochenta, aunque no lo sea; otros pondrán el acento en la parte emocional o incluso en lo humorístico. El eje fundamental es la amistad, un sentimiento tan vertebrador en nuestras vidas como el amor", dice Benzo ante una de las mesas que presiden el local. Aunque transcurra entre las calles de Fuencarral o Malasaña, entre el pasado y el presente, la novela no se centra en la escena de La Movida, pero sí en ese sentimiento de libertad que la caracterizó. "El Madrid de aquellos años tenía problemas, pero la libertad era enorme. Las calles estaban repletas de pintores, músicos, escritores. Todo el mundo estaba creando. Aquel Madrid te hacía sentir en la punta de lanza de una sociedad nueva, que recién salía de la dictadura. La sociedad hervía". Cuando se le pide una comparación con el Madrid contemporáneo, Fernando Benzo ni siquiera titubea: "Estamos muy atrapados por lo políticamente correcto y eso nos está matando".

Cumplir cincuenta y cinco años en pandemia, además del tiempo para pensar que le concedía el confinamiento, lo condujeron de vuelta a su generación. "Quise saber qué había pasado con esos chicos nacidos en los sesenta y que en los años ochenta nos íbamos a comer el mundo. Pensamos que siempre íbamos a ser jóvenes y de pronto nos hemos convertido en unos señores", dice sobre una novela que escribió con la convicción de que el resultado final fuese lo más parecido a lo que a él le hubiese gustado leer. "Cada una de las historias que se cuentan en esta novela de alguna manera nos ha pasado a todos".

Escribir versus gestionar

Menor de cuatro hermanos en una familia con sensibilidades artísticas, Fernando Benzo comenzó a escribir a los 15. Ocho años después, a los 23, publicó su primera novela, "Los años felices" (Premio Castilla-La Mancha). Desde entonces no ha parado de publicar. Ha escrito relatos breves, teatro, ensayo, thriller, novela histórica. Al menos una docena de libros conforman su bibliografía, de la que destacan entre las más recientes "Nunca fuimos héroes", publicada por Planeta.

—¿En qué se parece la gestión cultural a la creación?

—Me gusta la gestión cultural desde lo público, porque tengo la sensación de estar haciendo algo, con una enorme frustración a veces, pero lo he visto siempre como un reto. Pero si me das a elegir, me quedaría con la literatura.

Ante la pregunta sobre si la relación de los creadores y del público con la cultura es pasiva, el actual gestor de Madrid Destino se cubre las espaldas, y aunque lo intenta, deja escapar el titular de esta conversación mañanera en uno de los garitos más conocidos en la historia de la noche cultural madrileña.

—¿Cree que se espera demasiado del Estado?

—Lo que no puede el sector cultural es acomodarse. Hay que tener un espíritu más emprendedor, en la medida de lo posible. La cultura no se puede comprender sin el mundo privado pero tampoco sin lo público. La cultura sin riesgo intelectual no tiene sentido, se muere…

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