El gobierno de España anunció en 2015 que otorgaría la ciudadanía a los descendientes de judíos expulsados durante la Inquisición. Este verano empezaron a llover los rechazos
España y los Judíos Sefardíes
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Por Nicholas Casey


María Sánchez, terapeuta de salud mental retirada en Albuquerque, ha pasado las últimas cuatro décadas rastreando su linaje judío de España. Creó un vasto esquema genealógico que alcanza casi 1100 años al pasado y en el que aparecen tres ancestros que fueron juzgados por la Inquisición española. Sus hallazgos incluso la llevaron a unirse a una sinagoga en los años ochenta y a convertirse en judía practicante.

Así que cuando el gobierno español dijo en 2015 que le otorgaría la nacionalidad a las personas de linaje judío —un programa difundido como reparaciones por la expulsión de los judíos que inició en 1492— Sánchez presentó una solicitud. Contrató a un abogado de inmigración, consiguió un certificado de su sinagoga y voló a España para presentar ante un notario su esquema genealógico.

Luego, en mayo, recibió una carta de rechazo. “Sentí como un golpe en el estómago”, dijo Sánchez, de 60 años, a quien le dijeron que no había comprobado que era judía sefardita. “Echaron a mis antepasados, no van a volver a hacer esto otra vez”.

Las estadísticas de España y entrevistas con postulantes frustrados revelaron una ola de más de 3000 solicitudes rechazadas en meses recientes lo que genera dudas sobre la seriedad del país en cumplir su promesa de reparar y corregir uno de los capítulos más oscuros de su historia, la Inquisición. Antes de este año, solo una persona había sido rechazada y alrededor de 34.000 solicitudes fueron aprobadas, indicó el gobierno.
Una calle en el antiguo barrio judío de Segovia. La expulsión de judíos de España comenzó en 1492, cuando los gobernantes del país le dieron un ultimátum a la comunidad judía española: conviértase al catolicismo o márchense.Credit...Emilio Parra Doiztua para The New York Times
Al menos otras 17.000 personas no han recibido respuesta, según los datos gubernamentales. Muchas de ellas han esperado durante años y gastado miles de dólares en honorarios de abogados y viajes a España para presentar la documentación.

No está claro a qué se debe esta ola de rechazos. El gobierno de España dijo que simplemente estaba intentando ponerse al día con los casos atrasados. Pero los abogados que representan a los postulantes dicen que sienten que las autoridades han tenido un cambio de parecer respecto al programa que en 2019 dejó de recibir solicitudes formalmente. Para los solicitantes, queda una sensación de desconcierto y traición.
Algunos veían la nacionalidad como un modo de hacer las paces con la persecución que sus antepasados sufrieron al formar un vínculo con su tierra ancestral. Otros tenían preocupaciones más inmediatas, al ver en el pasaporte español la esperanza de escapar de las dificultades en sus propios países.

Arnulfo Ramírez, profesor emérito de lingüística en la Universidad Estatal de Louisiana que ha rastreado a su familia hasta 1580, se enteró en julio de que su solicitud había sido rechazada.

Para los venezolanos era un salvavidas, dijo Marcos Tulio Cabrera, fundador de la Asociación de Españoles-Venezolanos de Origen Sefardí, y cuya familia de nueve integrantes fue rechazada este mes. Cabrera, quien reside en Valencia, Venezuela, una ciudad aquejada por la inestabilidad económica y el crimen organizado, dijo que ha gastado casi 53.000 dólares para presentar las solicitudes, lo que ha agotado gran parte de los ahorros familiares.

Las solicitudes rechazadas han molestado a los funcionarios en Washington, entre ellos a la congresista Teresa Leger Fernandez, demócrata por Nuevo México, quien comentó que había tratado el tema con la Casa Blanca y el Departamento de Estado al recibir quejas de solicitantes en su distrito.

“Su negativa es peor que si no hubieran ofrecido la ciudadanía en primer lugar”, dijo Fernandez refiriéndose a España. “Es un ejemplo de cómo no hacer reparaciones”.

En un comunicado, el Ministerio de Justicia de España, encargado de revisar las solicitudes, dijo que se esforzaba por cumplir la ley española y que era natural que tuvieran que rechazarse muchos de los casos.

Quienes cumplieron los requisitos son bienvenidos “de nuevo al que es su país pero, de igual manera, los que no acrediten los requisitos de la ley, verán su solicitud denegada como ocurre con cualquier proceso”.

El programa inició en 2015, cuando el Parlamento español aprobó por unanimidad una ley que otorgaría la ciudadanía a cualquiera que probara tan solo un ancestro judío que hubiera sido expulsado durante la Inquisición. El gobierno dijo que no era necesario que los postulantes fueran judíos y no se les exigiría renunciar a su nacionalidad actual, pero sí que demostraran que sabían hablar español y aprobar un examen de ciudadanía.
“Esta ley dice mucho de lo que fuimos en el pasado y de lo que somos hoy los españoles y lo que queremos ser en el futuro, una España abierta, diversa y tolerante”, dijo en aquel momento Rafael Catalá, entonces ministro de Justicia de España.

España fue hogar de algunas de las comunidades judías más prósperas, que durante siglos produjeron grandes poetas, historiadores y filósofos. Los judíos sefardíes o sefarditas, que descienden de comunidades de la península ibérica, son una de las dos divisiones étnicas judías de Europa, junto con los asquenazí, que se establecieron en el norte y este de Europa hasta su devastación a manos de los nazis.
Pero en 1492, los gobernantes de España, alentados por la Iglesia católica, le dieron un ultimátum a la comunidad: convertirse al catolicismo o marcharse.

Los que se quedaron fueron deportados a lugares tan remotos como el Medio Oriente, el Caribe y zonas que llegarían a ser parte de Estados Unidos. Los judíos sefardíes, como se empezaron a conocer, se aferraron a sus tradiciones en algunos lugares y las escondieron en otros, heredándolas a generaciones que fueron criadas como católicas.

Era una historia de la que Arnulfo Ramírez, profesor emérito de lingüística en la Universidad Estatal de Louisiana, había sospechado que su familia formaba parte. Tanto su abuelo paterno como su padre estaban circuncidados y ninguno sabía por qué. Algunos integrantes de la familia tenían una actitud indiferente hacia la Iglesia católica.

Ramírez rastreó sus apellidos hasta un manifiesto de pasajeros de un buque de descendientes de judíos españoles que salieron de Sevilla en 1580. Presentó sus hallazgos a la sinagoga Or VeShalom en Atlanta, que le otorgó un certificado de su linaje judío y que él llevó a un notario en España.
En un museo de Segovia se exhibe una lista de los judíos segovianos que vivieron en la ciudad antes de la expulsión en 1492.Credit...Emilio Parra Doiztua para The New York Times

Ramírez pensó que tenía buenas posibilidades de obtener la ciudadanía. En los años noventa el profesor fue nombrado oficial de la Orden de Isabel la Católica, una condecoración española que incluye caballeros y comandantes, por su trabajo con la lingüística española.
Pero se equivocó: a principios de julio, se enteró de que tanto él como su hija, quien practica el judaísmo, habían sido rechazados.
César David Ciriano, abogado de inmigración en Zaragoza, España, dijo que hasta este año era casi inédito escuchar de solicitudes que hubieran sido rechazadas luego de presentarlas al gobierno.

Esto se debía a que los notarios españoles —como al que acudió Ramírez— servían de filtro al aprobar los certificados de judaísmo de los solicitantes, el árbol genealógico y otros documentos antes de que se enviara formalmente una solicitud. Los funcionarios del gobierno no podían contradecir la decisión del notario, advirtió Ciriano.

Sin embargo, este año los funcionarios empezaron súbitamente a desconfiar de las aprobaciones de los notarios, dijo. “Esta es la primera vez que veo comportamiento ilegal como este por parte del gobierno”, dijo Ciriano.

El gobierno español dijo en su comunicado que se apegaba a la ley en las decisiones de nacionalidad.
El antiguo barrio judío de Segovia. En 2015, el Parlamento español aprobó por unanimidad una ley que otorgaría la ciudadanía a cualquier persona que pudiera demostrar que tenía un antepasado judío que había sido expulsado durante la Inquisición.Credit...Emilio Parra Doiztua para The New York Times

Sánchez, la terapeuta de Nuevo México cuya solicitud fue rechazada en mayo, tiene una demanda pendiente para apelar su caso ante el gobierno español.

Enumera nombres de antepasados como Bartolomé Romero, un español de ascendencia judía que se estableció en Nuevo México alrededor de 1500 y que es un tatarabuelo de hace nueve generaciones. Su esquema de pedigrí genealógico, que abarca más de 250 páginas, llega hasta un antepasado de nombre Ancar III, fallecido en el año 902.

Pero dijo que la negativa del gobierno español la hizo dudar.

“Tuve que sentarme un momento y pensar: ‘Bueno, entonces ¿quién soy?’”, dijo. “¿Dónde están mis antecedentes? Pero tengo fuertes antecedentes sefardíes. Puedo decir que soy judía. Esta soy yo”.

The New York Times