La elección de Pedro Castillo en Perú y la escogencia de precandidatos presidenciales en Chile, implican un reacomodo político en ambos países.
Sudamérica también cambia
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Por Carlos Roque

Cuando en la mañana del 28 de julio en el Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho Pedro Castillo juró como Presidente de la República de Perú, se consumaba un cambio político cuyas derivaciones ahora comenzarán a conocerse. Tras un agónico recuento de votos de la segunda vuelta electoral celebrada el 6 de junio y después de semanas de impugnaciones y de batalla legal, el candidato de Perú Libre, maestro de escuela rural y sindicalista asumió los destinos del país sudamericano sacudido por repetidas crisis de ingobernabilidad en los últimos años y con un escenario económico afectado por los alcances de la pandemia del covid-19. Castillo, sin reconocimiento político nacional obtuvo el apoyo de las zonas rurales y el interior del país, mientras que la contendora Keiko Fujimori (hija del expresidente Alberto Fujimori) en su tercera postulación presidencial, tuvo mayor respaldo de la capital Lima, y el norte, así como el voto exterior.

El nuevo mandatario encuentra un panorama político adverso, sin tener mayoría parlamentaria, deberá enfrentar la cerrada oposición de la Fujimori, quien insiste en que hubo “fraude” en la elección y pronostica una cerrada resistencia legislativa lo que podría conducir en el corto plazo a la aplicación por el parlamento de la llamada “incapacidad moral permanente” una curiosa figura legal que permitió la destitución de los presidentes Pedro Pablo Kuczynski en 2018 y Martin Vizcarra en 2020, abriendo paso a un severo enfrentamiento entre la institución legislativa y el poder presidencial. También Castillo luce divorciado en estricto sentido de la elite política y económica tradicional y es reiteradamente señalado en representar un peligro en el futuro para la estabilidad democrática dada su comprobada inconsistencia ideológica, pese a que por su origen y la orientación de su partido Perú Libre se le ubica en una posición extrema de izquierda, incluso vinculada con Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela.
 
FANTASMA ECONÓMICO
Con su debilidad institucional, Castillo deberá enfrentar una economía que se redujo 11 puntos porcentuales y una pobreza que se incremento un 10% el año pasado; así como una pandemia que registra todavía el mayor número de muertes per capitas del todo el mundo. El nuevo gobernante también despierta dudas en el plano internacional y pocos se atreven a pronosticar el rumbo que tomará su gobierno. Si bien, Estados Unidos y la UE tardaron tres semanas en reconocer que las elecciones habían sido “justas y limpias”, el presidente Biden ha dado señales de que busca en Castillo más un aliado que un enemigo y de querer alejarlo de las posiciones anti-norteamericana de otros dirigentes de la región. Sin embargo, para los analistas su elección pondría término a las gestiones del llamado “Grupo de Lima” que impulso Estados Unidos durante el gobierno de Kuczynski y que ha sido particularmente activo en la exigencia de sanciones y el aislamiento diplomático del régimen de Nicolás Maduro.
 
INTIFADA “CHILENA”
Se conoce como intifada (revuelta de las piedras) la insurgencia palestina de diciembre de 1987 en la región cercana de Israel. Muchos observadores establecen un paralelo entre aquel estallido y lo ocurrido el 18 de octubre del 2019 en Santiago y las principales ciudades chilenas con saldos de muertes, detenciones y destrucción material de instalaciones públicas. Ese movimiento de origen social y no partidista condujo a reiteradas protestas a lo largo del 2020 pese a los estragos de la pandemia del coronavirus y obligo a la convocatoria de una Convención Constituyente junto con elecciones legislativas regionales y municipales realizadas entre el 15 y 16 de mayo del presente año, y que produjo como resultado la emergencia de nuevos factores políticos e independientes estimulados por los hechos del 2019 y que ahora integran un órgano encargado de redactar un nuevo texto constitucional que dada su composición y los contenidos conocidos hasta ahora implicara la definitiva desaparición del marco legal de la dictadura de Pinochet y que sufriera leves matices durante los gobiernos de la llamada Concertación Nacional.
 
El 18 de julio se realizaron las elecciones primarias con estos pactos políticos Apruebo Dignidad y Chile Vamos que inscribieron para definir a sus candidatos presidenciales para la consulta del 21 de noviembre. Si bien no estuvieron representadas las fuerzas tradicionales, la participación en el evento resulto significativa así como la escogencia de los principales candidatos: Gabriel Boric, quien es candidato del Frente Amplio y ganador de las primarias de Apruebo Dignidad, y Sebastián Sichel, quien es candidato independiente y ganador de las primarias de Chile Vamos. Ambos políticos jóvenes, apuestan a una segura polarización del electorado al margen de las organizaciones que con la modalidad de la Concertación Nacional han gobernado al país. Aunque restan varios meses para la consulta presidencial, es evidente que ella estará marcada por la insurgencia de nuevos liderazgos y la presencia seguramente modesta de las agrupaciones históricas como el Partido Comunista, el Partido Radical y la Democracia Cristiana y sus diversas expresiones. Cabe destacar que tanto en Perú como Chile, los cambios se han producido y se producirán, aun en circunstancias difíciles, por la vía del voto. 







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