La reciente donación de "Buste de Femme 43", que será expuesta en la sala dedicada a Greco en el Museo del Prado de Madrid, pone de manifiesto la relación inacabada del malagueño con la pinacoteca
Accidentada Relación de Picasso y el Prado
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Por Karina Sainz Borgo


Pablo Picasso comenzó su relación con el Museo del Prado de Madrid en sus años de copista y acabó de director honorífico de la pinacoteca, cargo ofrecido por la República y cuya toma de posesión jamás se hizo formal a causa de las dilaciones del malagueño, entonces asentado en París. Eso no le impidió aceptar el encargo de realizar una pintura mural para el pabellón de España en la Exposición Universal de 1937. En apenas unos meses terminó el 'Guernica', una de sus obras más conocidas y con la que repudió no sólo el bombardeo de la legión Cóndor alemana sobre la localidad vasca, sino la guerra en su totalidad.

Tras la derrota de la República y el advenimiento de la dictadura franquista, Picasso aseguró que la obra no regresaría a España hasta que esta volviese a regirse por un sistema democrático. Picasso entregó la obra y sus bocetos en calidad de depósito al Museum of Modern Art de Nueva York hasta 1981, fecha que regresa a una España volcada en la Transición. El primer destino del 'Guernica' fue el Casón del Buen Retiro. Tras exhibirse durante casi una década protegido por un cristal antibalas, en 1992 pasó a formar parte de la colección permanente del recién creado Museo Reina Sofía.

Episodios como estos, e incluso las futuras exposiciones que la pinacoteca dedicaría a su obra, como la que se celebró en 2006, atestiguan y confirman la relación ambigua, accidentada o por decir lo menos repelente entre Picasso y el Museo. 'Picasso. Tradición y vanguardia' pretendió ser un homenaje, aunque la museografía produjo un efecto irregular: las Meninas de Picasso y las de Velázquez, por ejemplo, se expusieron de forma enfrentada  con mejor suerte para el sevillano, que permaneció en su sala mientras las del malagueño en la galería central. Si bien la cronología de la colección permanente del Prado abarca el arte que va desde el siglo XII hasta el XIX, no resulta menos evidente que la historia del museo refleja los grandes hitos de la historia de España, de la que Picasso forma parte. Así lo demuestra la reciente donación de 'Buste de Femme 43', que será expuesta en la sala dedicada a Greco durante cinco años.

El director que no pisó el museo

El asunto empezó con el pie torcido. El día 19 de septiembre de 1936, la Gaceta de la República difundió el nombramiento de Pablo Picasso como director del Museo del Prado. El malagueño aceptó, pero no tomó posesión del cargo. El político Wenceslao Roces, vinculado a la Asociación de Escritores y Artistas Proletarios, le envió una carta con copia del decreto de nombramiento instándole a ello y el entonces director general de Bellas Artes, Josep Renau, lo conminó a trasladarse a Madrid para ejercer el cargo. Pero Picasso permaneció en París.

A pesar de eso, Manuel Azaña, presidente de la República, firmó el nombramiento. El pintor nunca asumió formalmente en cargo al frente de la pinacoteca, y acabó por tener carácter honorífico. El proceder del artista se interpretó como una forma de adhesión a la causa republicana, que selló con su participación en el Pabellón de la Exposición Universal. El Gobierno del Frente Popular –a través de Joseph Lluís Sert, quien había organizado la primera retrospectiva de Picasso con el apoyo del grupo Amigos de las Artes Nuevas– había encargado al artista una pintura mural que ocuparía el pabellón español de la Exposición Mundial, que el artista acometió gracias a una asignación material y el alquiler de una buhardilla, ubicada en el número 7 de la calle Des Grands-Augustins, en la que Picasso vivió y trabajó desde 1936 a 1955.

A mediados de junio de 1937, 'Guernica' fue embalado y entregado para su exhibición en el pabellón español. Según el crítico e historiador Manuel Llano Gorostiza, el pintor Julián Tellaeche y un grupo de políticos vascos solicitaron la sustitución de 'Guernica' por obras de Aurelio Arteta, autor del tríptico de la guerra española. La propuesta alternativa no fue tomada en cuenta. El lienzo de Picasso sería la obra elegida; y punto. Una vez en sala, expuesto justo frente a La Fuente de Mercurio de Alexander Calder, 'Guernica' fue manifiestamente ignorado, al punto de no dedicarle reproducción alguna en el catálogo de la exposición. El lienzo viajó a la White Chapel Art Gallery, en Londres, donde se expondría con la ayuda y apoyo de una serie de figuras, entre ellas el crítico británico Herbert Read.

En ese tiempo, Picasso, quien aún no había puesto un pie en Madrid, hablaba con familiaridad de lo que ocurría en el museo del Prado. Así lo reflejó 'The New York Times' el 19 de diciembre de 1937, que reprodujo el comunicado de Picasso para el Congreso de Artistas Americanos en el que garantiza que las obras del Museo del Prado han sido puestas a salvo por el Gobierno de la República, a la que, añade, se siente moralmente obligado a adhersirse como artista comprometido para defender determinados valores que considera se encuentran en peligro.

Del MoMa al Casón del Buen Retiro

Tras la derrota de la República y el advenimiento de la dictadura franquista, Picasso decidió mantener la obra fuera de España hasta que esta no volviese a regirse por un sistema democrático. El 'Guernica' y todos sus estudios previos y posteriores, fueron depositados en 1939 por Picasso en el Museum of Modern Art de Nueva York (MoMa), con la condición de que fuesen devueltos «a los representantes calificados del Gobierno español cuando las libertades públicas sean restablecidas en España». Tras la solicitud en 1969 del gobierno del general Franco para que 'Guernica' fuese devuelto a Madrid, tanto el MoMA como Picasso se negaron rotundamente, al punto de que el propio artista dejó por escrito en su testamento de 1973 que el cuadro no volvería a España hasta que ésta no fuese una república.

Muerto Franco, España reinició gestiones. A pesar de las negativas de Richard Oldeburd, director del MoMA, y Wiliam Rubin, director de pintura y escultura, el 25 de octubre de 1981, luego de 44 años y protegido por un vidrio antibalas, el 'Guernica' fue expuesto en el Casón del Buen Retiro, en el Museo del Prado, junto a 62 bocetos preparatorios y los dos grabados Sueño y Mentira de Franco. Allí permaneció hasta el 26 de julio de 1992, cuando pasó a formar parte del recién creado Museo Reina Sofía, como joya y reclamo esencial de su colección permanente. Una vez más, el nombre de Picasso se borró de los muros del Prado.


En 1992 se encendió nuevamente la polémica cuando se tomó la decisión de trasladar el 'Guernica' al Museo Reina Sofía de Madrid. El mismísimo Rubin, a la sazón ex director del MoMA, objetó y criticó la medida por considerar al Reina un museo menor. El traslado suponía no sólo temas políticos, sino problemas de conservación. Dadas las numerosas fracturas y grietas, no podía ser desmontado del bastidor. Aún así, en septiembre de 1992, el cuadro fue expuesto junto a otros 350 lienzos en la inauguración del Museo Reina Sofia de Madrid, donde permanece hasta la fecha. Por eso se ha considerado el gesto de la donación como una expresión de la institución por resaltar el particular vínculo vital y artístico del malagueño con el Museo del Prado, no sólo por dirigirlo en los años de la Guerra civil sino por el diálogo fértil que desarrolló la obra de Picasso con grandes artistas del Renacimiento y del Barroco exhibidos en la pinacoteca.

Ha habido ocasiones puntuales para resarcir esta distancia. Ocurrió en 2015 cuando diez obras del Picasso del Kuntsmuseum Basel se exhibieron en el Prado. De aquellas, ocho de ellas se mostraban en España por primera vez. La exposición, coorganizada con el museo suizo, constituyó un amago de retrospectiva esencial del artista que pudo contemplarse durante unos meses en la galería central, en estrecho diálogo con los grandes maestros a los que el propio Picasso tanto admiró.

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