Por Carlos Roque: En la política nadie sabe para quién trabaja
Calderón Berti ¿una carta para la transición?
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Cuando Humberto Calderón Berti, embajador del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, en Colombia, acudió a la televisión bogotana para dar respuesta a su destitución que se hizo sin la mediación necesaria y de costumbre, levantaba la espoleta de un verdadero explosivo político y publicitario. Ya se conocían muchas de las revelaciones hechas por el conocido experto petrolero con relación al manejo de los recursos aportados para la ayuda humanitaria en Colombia el pasado 23 de febrero, con la conocida “Toma de Cúcuta” al ritmo de un millonario concierto en la frontera y con la presencia sorprendida, más que inocente, de Luis Almagro de la OEA, Sebastián Piñera de Chile, Mario Abdo Benítez de Paraguay y por supuesto del gobernante anfitrión, Iván Duque. Si bien los hechos irregulares transmitidos por las autoridades locales al representante diplomático merecían cuando menos una inicial investigación, ello no ocurrió; es más, en cambio Freddy Superlano, uno de los diputados que según todos los hechos había estado incurso en el episodio de la muerte de un pariente y en el decomiso de miles de dólares en la habitación de un burdel, fue premiado para presidir nada más y nada menos que la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional.

Se trataba solamente del comienzo de una telenovela de sospechas y denuncias algunas concretas y perfectamente comprobables de la manera cómo se manejan recursos aportados por instancias internacionales para atender a la crisis humanitaria nacional, pero también a las necesidades presupuestarias de un equipo de gobierno que si bien no fue electo, es reconocido por Estados Unidos y más de cincuenta países que no solo ofrecen el beneplácito diplomático sino también el otorgamiento de recursos materiales. De tal manera que la declaración de Calderón Berti el viernes 29 de noviembre habría de desatar una verdadera tormenta política hasta el punto de que hoy se consideran pocos parlamentarios de Guaidó exentos de sospechas, e incluso en algunos casos de señalamientos concretos de manejo irregular de dinero. Ello con una característica: no se trata de las acusaciones y denuncias propias del bando opositor, sino de miembros de las filas que una semana antes apostaban a la prolongación del mandato de Guaidó como presidente alterno.

¿Fue acaso casual el tono de las declaraciones de Calderón Berti?, que si bien es reconocido como experto y empresario petrolero, también se recuerda su militancia en sus años juveniles en las filas del partido Copei, además de su sobresaliente actuación como ministro de Energía y Minas y presidente de Pdvsa durante el gobierno de Luis Herrera Campins. Si es que en verdad algún venezolano puede considerarse como un personaje absolutamente compenetrado con el tema energético, es el ahora centro de la discusión política nacional. Calderón muy joven, durante el gobierno de Rafael Caldera, estuvo encargado en los campos petroleros de Monagas de diseñar las líneas de la reversión petrolera antes que en 1975 ocurriera finalmente la nacionalización de la industria durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez.


SÚPERMINISTRO PETROLERO

De tal manera que con el ascenso al poder de Luis Herrera Campins en 1979 se le otorgara con amplios poderes el manejo del tema petrolero con una sobresaliente presencia en el mercado internacional. Calderón se convirtió en meses en una figura de prestancia internacional por su actuación en los escenarios de la OPEP; por el planteamiento de la internacionalización de la industria que llevó a la adquisición de importantes empresas de hidrocarburos en el mundo entero, entre ellas la ahora polémica compañía Citgo, y por su acercamiento con el jeque Yamani, el hombre fuerte del régimen de Arabia Saudita. Salido del gobierno y después de haber sido en unos meses presidente de Pdvsa se dedicó a actividades privadas en el sector, siempre de la mano del poderoso personaje saudí. Años después, conocido más como emprendedor de negocios que como dirigente político, se confrontó en 1993 como precandidato en las primarias de Copei cuyos resultados favorecieron a Oswaldo Álvarez Paz, ocupando Calderón Berti entonces la tercera posición con un 12 por ciento de aprobación frente a Eduardo Fernández que ocupó el segundo lugar. Ya antes, a raíz de la asonada chavista del 4 de febrero de 1992 y en el esfuerzo de Copei por apuntalar la estabilidad democrática, ocupó por unos meses el Ministerio de Relaciones Exteriores, entre otras razones por sus conocidas vinculaciones con el mundo diplomático. Ahora su designación como embajador interino de Guaidó en Bogotá no fue al azar, por cuanto como es sabido también gerencia significativas inversiones en el tema energético en el país vecino y representa a compañías del Medio Oriente con vinculaciones directas con el mercado norteamericano. Elementos más que suficientes para pesar en la decisión de Guaidó de destituirlo sin mayores consideraciones.


TERREMOTO LEGISLATIVO

Si bien su rueda de prensa el viernes pasado buscaba aclarar las circunstancias que provocaron su inesperado despido, en el fondo se trató de un episodio que ha desatado un verdadero sismo político, fundamentalmente en el seno de la Asamblea Nacional, donde en una semana se han cruzado las más graves acusaciones de corrupción de algunos parlamentarios hasta el punto que el presidente de la Comisión de Contraloría, Freddy Superlano, fue destituido y que una comisión especial presidida por el vicepresidente de la AN Edgar Zambrano asegura que ofrecerá en los próximos días sensacionales revelaciones. Es obvio que ello ha exacerbado y profundizado diferencias internas en sectores opositores, muchas de ellas en función de intereses personales que han generado un clima de opinión francamente adverso a la gestión de Juan Guaidó, del partido Voluntad Popular y en general de un Parlamento que ahora se le acusa de haber estado por debajo de las exigencias. Las consecuencias inmediatas de la situación han sido un mayor declive en la popularidad y aceptación de Guaidó y el comienzo de una creciente expectativa en la gente. ¿No estarán acaso dadas las condiciones para que Humberto Calderón Berti, planteada la situación nacional y su conocidas relaciones con los factores de poder en Estados Unidos, el Medio Oriente e incluso Rusia, lo potencien como una posible carta para la futura transición política? Como dice un viejo refrán: “En la política nadie sabe para quién trabaja”.