China nunca ha sido una gran potencia militar. Sus ejércitos fueron concebidos siempre como fuerzas defensivas y la construcción de la Gran Muralla China, para evitar las invasiones extranjeras, lo atestigua de manera concluyente
La ruta de la seda XXI
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Por Julio Castillo Sagarzazu


Su política “expansionista” ha sido protagonizada por sus comerciantes y por el asentamiento de sus nacionales en muchísimas partes de mundo. No hay ninguna gran capital del mundo que no tenga su “China Town” y debe haber muy pocos seres humanos que hayan ido a un restaurante chino y que no se hayan dado cuenta como alrededor de ellos se expanden paulatinamente, como una mancha, decenas de comercios y residencias de sus propietarios. Su dinámica de crecimiento es tal, que el fenómeno de Nueva York, donde fagocitaron a Little Italy, en cuestión de una década, se repite en muchos otros sitios del planeta. Pero todo esto ha cambiado. Ahora China tiene vocación de gran potencia y para ello se ha convencido de que debe acompañar su crecimiento e influencia económica, con un poderío militar que le sea correspondiente. Ahora, la Ruta de la Seda, que fue su principal vector de influencia en el pasado, ha tenido que cambiar de naturaleza para apoyar esa nueva vocación. Es obvio también que esa aspiración de dominio mundial tiene que enfrentarse la realidad de la presencia de otras potencias que también quieren jugar y dominar en el mismo tablero.

La nueva naturaleza de esa ruta y su voluntad de construirla, les ha llevado a participar en el principal juego de guerra que existe hoy en la geopolítica mundial. Se trata de lo que los analistas del tema, llaman la “guerra hibrida”, la cual, podríamos resumir como una combinación de factores, bélicos y no bélicos que tienen en el fondo el mismo objetivo: Dominar al adversario. En esta nueva guerra, Venezuela desempeña un papel demasiado importante. En los últimos 20 años, Chávez y Maduro han hecho todo lo necesario para convertirnos en un problema geopolítico mundial y en una pieza de este sucedáneo de la guerra fría. Chávez, con sus amistades peligrosas y Maduro, oficiando de gran piache de un aquelarre que se ha propuesto la creación de una nueva entropía interna que está facilitando la penetración y uso de nuestro territorio, por parte de las potencias que consideran que los Estados Unidos, son el enemigo a vencer.

En esa vía, es más que obvio que esta nueva alianza da pasos adelante, en todo el planeta, en la creación de condiciones que tienen por objeto de debilitar la influencia norteamericana. Estos pasos están muy lejos de ser subterfugios o declaraciones en foros internacionales. En efecto, desde hace más de 4 años, Rusia, China, Irán y Corea del Norte, independientemente de sus diferencias en otros terrenos, han comenzado a hacer ejercicios militares conjuntos en el Océano Indico y en el Mar de China. En ocasiones Turquía y La India se les han unido. Estas mismas potencias, casualmente, son las que han sentado sus reales y han desembarcado en Venezuela, con el mismo explicito objetivo de “hincar una pica en Flandes” en el propio patio trasero de Los Estados Unidos.

Venezuela es, entonces, un inmenso escenario y también un inmenso laboratorio del desarrollo de esta guerra hibrida. Esta consideración es esencial para comprender la naturaleza de nuestra crisis y, en consecuencia, de cuáles pueden ser sus posibles soluciones. Es justamente esta constatación la que nos permite afirmar que efectivamente, no dependerá exclusivamente de nuestros esfuerzos la salida de la pesadilla que conocemos, por más abnegación y sacrificios que hayamos puesto y sigamos poniendo en ello.

En nuestro caso, debemos también agregar el papel que juega Cuba, no solo en la asistencia militar y policial al régimen, sino como bisagra secular de los intereses anti norteamericanos en el hemisferio. Ahora ya no como la vanguardia de una insurrección marxista en el continente, sino como facilitador de la entrada de intereses foráneos a la región para la desestabilización continental. Esta tarea también es hibrida, puede cumplirse, tomando el poder político en los países por la vía electoral, como lo ha planteado el Foro de Sao Paulo, para partidos que compartan el mismo fin estratégico y, también, aliándose con factores variopintos que van desde el paramilitarismo, la narcoguerrilla, hasta empresarios que aprovechan esta desintegración para hacer negocios opacos y peligrosos, que van a derivar en estados fallidos y desgobiernos que son el ecosistema ideal para que esta estrategia de confrontación, contra los Estaos Unidos, prospere. Dicho esto, estimado lector, pasamos a sugerir que las fuerzas democráticas venezolanas deberían elaborar una estrategia congruente con estas caracterizaciones. ¿En qué sentido? Pues en uno muy claro: la Comunidad Internacional nos ha dicho que “ya no todas las opciones están sobre la mesa” Poco importa si esto nos gusta o no nos gusta. Lo importante es que es una realidad. También nos han dicho que toda la ayuda que nos han prestado y nos seguirán prestando, es para que podamos tener unas elecciones libres, justas y verificables.

Entonces, aunque el camino sea largo y culebrero, ya sabemos dónde es que hay que llegar. Desde este punto de vista, debemos convencernos de que no hay miles de alternativas. En realidad pareciera que hay una sola en la que van a acompañarnos: Lograr la mejor negociación posible con el régimen de Maduro, para que tales elecciones puedan lograrse. Comencemos entonces a transitar el camino culebrero y aprendamos de los errores de otros caminos y otras maneras de haberlo emprendido. Debemos superar, por ejemplo, los formatos de negociaciones anteriores. Un dialogo de Maduro y la oposición no llegara ningún lado por dos razones: 1) La oposición no le cree a Maduro y Maduro no le cree a la oposición y 2) Lo que Maduro quiere de una negociación, no lo tiene la oposición sino que lo tiene en sus manos la comunidad internacional.

Aquí es donde el camino culebrero se asemeja a la Ruta de la Seda. El formato debe incluir a los mismos intereses geopolíticos que están involucrados en el mundo en esta guerra hibrida de nuevo tipo y que son actores de la misma estrategia que contiene la ya mentada nueva Ruta de la Seda. Estos factores no pueden ser invitados de piedra o anfitriones que nos invitan a un café o a unos tragos. Deben ser GARANTES de un eventual acuerdo y las obligaciones deben estar trianguladas y amarradas por estos garantes.
Finalmente, si va a haber una negociación, esta debe ser rápida y comenzar pronto. Como decía el general Douglas Mac Arthur, “las grandes tragedias de la humanidad han sido siempre la responsabilidad de dos palabras: DEMASIADO TARDE”
Que no vuelva a ser demasiado tarde para nosotros. No podemos darnos ese lujo.