Pocas veces en la historia del género romántico se ha filmado de manera tan magistral el germen de una pulsión amorosa, ese sentimiento que aparece casi siempre de manera inconsciente y que nos sorprende cuando ya es totalmente inevitable
Breve Encuentro
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Por Francisco A. Casanova S.

DAVID LEAN (1908-1991)



Según el crítico de cine Michael Mirasol, la infidelidad matrimonial es uno de los temas favoritos del cine. Es uno de los muchos tabúes que el público puede explorar sin tener que vivir sus desafíos ni preocuparse por sus consecuencias. El tumulto emocional y social que conlleva siempre proporciona a los cineastas y actores un material complejo y a menudo ardiente con el que trabajar. Pero como se trata de una enfermedad social, tiende a verse a través de un lente ilícito. La propia forma de definir este tipo de relaciones amorosas habla por sí sola: adulterio, infidelidad, engaño. El matrimonio es un sacramento, por lo que todo lo que va en contra de él se tacha de pecaminoso y licencioso; y así van sus representaciones cinematográficas. Pero hay muchas personas que no buscan ser infieles. Puede que una necesidad no esté satisfecha; puede que se haya cometido un error; puede que un compañero devoto esté muy lejos. El corazón tiene sus razones. Hay películas que destacan en el análisis detenido de estos asuntos del corazón. Películas como "Dos veces en la vida", de Bud Yorkin, "Los puentes de Madison", de Clint Eastwood, "Infieles", de Adrian Lyne, y "Lost In Translation", de Sofia Coppola, son algunas de las más recientes. La película pionera que destaca como arquetipo de la relación amorosa extramatrimonial es Brief Encounter (Breve encuentro), de David Lean y Noël Coward estrenada en 1945.

Brief Encounter, 1945, es una historia sencilla basada en una obra de teatro de Noël Coward (1899–1973), extraordinario dramaturgo, compositor e intérprete británico, quien también es el productor de la película. En la primera secuencia, que se desarrolla en el salón de té de la estación de tren de Milford (a medio camino entre Londres y Southampton) el director David Lean nos sitúa en dos planos, en el primero el jefe de estación Godby (Stanley Holloway) y la camarera Myrtle (Joyce Carey), los cuales mantienen a su vez su propio romance sirviendo de contrapunto al drama de los caracteres principales. Mientras estos hablan de los pequeños incidentes a los que se han enfrentado ese día, pasamos al segundo plano y vemos cómo alguien recoge un té del mostrador y desaparece al fondo del cuadro sentándose a una mesa. Junto a él está sentada una mujer. Ambos permanecen callados y tristes contrastando con los locuaces Godby y Myrtle. Son estos los que de nuevo captan toda nuestra atención hasta que entra en el local una señora que reconoce a la mujer de la mesa y se sienta con la pareja, la cual muy pronto descubriremos que está formada por los protagonistas de la historia, el doctor Alec Harvey (Trevor Howard) y la sencilla ama de casa Laura Jesson (Celia Johnson). Todo discurre en una forzada apariencia de cordialidad, pero los rostros de Alec y Laura son todo un poema de dolor emocional. Alec se incorpora, se despide con apenas unas palabras y se va y el dolor de Laura se torna incontenible en su mirada. Laura llega a su casa y a partir de ahí David Lean introducirá un flashback en el que Laura nos narrará todo desde el principio. Su exquisita e infeliz aventura se desarrolla con el Segundo Concierto para Piano de Rachmaninov como banda sonora. Es cine puro. Así, la relación que comienza en la estación de tren de Milford, con un trozo de arenilla en el ojo de Laura y el pañuelo limpio de Alec, dará lugar a tardes juntos, a un almuerzo y a una visita al cine, a un viaje en coche por el campo y a una incómoda incursion en el apartamento de un amigo. No pasa nada, y Alec pronto se llevará a su familia a un nuevo trabajo en Sudáfrica.

La película trata de forma emotiva y sin reparos sobre la decencia y el honor, sobre, como dice Laura de forma desgarradora, el control de uno mismo. El erotismo que desarrollaría una película de la última mitad del siglo XX y del XXI sobre una historia así, en Brief Encounter es desplazado hacia el idealismo y la abnegación. La mayoría del público tiende a atribuir las películas a los directores, pero lo correcto es considerar al productor Noël Coward (1899–1973), como un autor igual de esta película. Él escribió el guion, tomándolo de su propia obra de teatro en un acto, “Still Life”. Convirtió a los protagonistas en personas "agradables" (Laura y Alec, un ama de casa y un médico) y a los personajes secundarios en claros ejemplos ingleses: Stanley Holloway como el travieso jefe de estación de buen corazón y Joyce Carey como la administradora de un Te, así como Cyril Raymond, en un muy bien logrado papel de Fred, el marido de Laura.

También es la preferencia de Coward que la familia y la estabilidad sean tan respetadas en esta película. Nunca se casó y siendo gay, Coward sabía lo suficiente como para no ofender el decoro de la clase media. David Lean, en cambio, fue criado como un estricto cuáquero y siempre se rebeló contra la moderación, por lo que se casó seis veces y, si hubiera dependido de él, podría haber llevado a Laura y a Alec un grado o dos más allá de lo que a Coward le resultaba cómodo. Breve encuentro está llena de pequeños gestos para narrar el más apasionado romance entre una pareja común y corriente: “Qué insensata he sido. Me he enamorado. No sabía que a alguien corriente pudiera pasarle algo tan intenso. Todo empezó un día corriente, en un lugar corriente…”, piensa Laura en su flashback.

Pocas veces en la historia del género romántico se ha filmado de manera tan magistral el germen de una pulsión amorosa, ese sentimiento que aparece casi siempre de manera inconsciente y que nos sorprende cuando ya es totalmente inevitable. Y muchas menos, la constatación del enamoramiento como en la extraordinaria escena en la que, tras un tercer encuentro en el que Alec insiste en acompañar a Laura al cine, y ya en el café de la estación antes de regresar a sus respectivos hogares, Alec le habla a Laura sobre su trabajo como médico. “De pronto, parece mucho más joven”, dice la protagonista tras escuchar embelesada las palabras de Alec, mientras suena in crescendo el piano de Rachmaninov y la cámara retrata en primer plano las recíprocas e inconfundibles miradas entre los protagonistas. Y con ello, David Lean obra el milagro de poner en imágenes el misterioso e indescifrable fenómeno del enamoramiento. La elegancia, el buen gusto, la sensibilidad y el tacto con el que Coward y Lean van enlazando la película, recuerda a Un homme et une femme (1966) de Claude Lelouch y The Bridges of Madison County (1995) de Clint Eastwood.

“¡El próximo jueves!”, son las palabras de despedida de la pareja, presa de la euforia incontrolada del amor que les hace olvidar momentáneamente la realidad de sus vidas normales. Una realidad de la que los amantes escapan mediante su cita semanal, interrumpida cada vez por el implacable sonido del tren que anuncia su salida y marca la vuelta a la cotidianidad de la pareja. Al final, la pareja ve frustrado un encuentro por el inesperado regreso del dueño del apartamento en el que se habían citado, y la pareja empieza a tomar consciencia de la imposibilidad de su amor, tal como vemos en el espléndido plano de Laura regresando a la estación, presidido por la enorme silueta del reloj del andén que sugiere el inminente final del romance. La película se benefició de tres hermosas interpretaciones, la de Celia Johnson como esposa, la de Trevor Howard como amante y la de Cyril Raymond como marido. La dulzura, la sobriedad y la fresca delicadeza de estos intérpretes impiden que la película llegue a ser indecorosa. El rostro de Celia Johnson, su forma de caminar y sus ojos pueden contar una historia, o transmitir un estado de ánimo, o revelar una confidencia sin la ayuda de ninguna narración.

La pelicula tiene el toque maestro de Sir Noël Peirce Coward, quien nacio el 16 de diciembre de 1899 en Teddington, cerca de Londres. Fue un dramaturgo, actor y compositor inglés conocido por sus refinadas comedias costumbristas. Su reputación como dramaturgo se consolidó en 1924 con la obra The Vortex, que tuvo un gran éxito en Londres. En 1925 se estrenó en Londres la primera de sus comedias duraderas, Hay Fever. Una de sus obras fundamentales, Cavalcade (1931), narra la historia de una familia inglesa desde la época de la Guerra de Sudáfrica (Bóers) hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Reescribió con la ayuda del director David Lean una de las obras cortas, Still Life, así como Present Laughter (1939) y Blithe Spirit (1941). En sus obras de teatro, Coward captó el discurso recortado y la frágil desilusión de la generación que surgió de la Primera Guerra Mundial. Coward tenía un estilo sentimental y teatralmente eficaz, que utilizaba para los musicales románticos y para las obras construidas en torno al patriotismo.

Desempeñó casi todos los elementos del teatro, incluyendo la producción, la dirección, el baile y el canto. Durante la Segunda Guerra Mundial, siguió siendo un dramaturgo, guionista y director de éxito, además de entretener a las tropas e incluso actuar como espía no oficial para el Foreign Office. Sus obras de teatro durante estos años incluyeron Blithe Spirit, que se representó durante 1997 funciones, un récord en el West End hasta que La ratonera la superó. En sus obras hay una mezcla de drama social y comedia de costumbres con una intención satírica, en las que se denuncia a la sociedad burguesa por su inmoralidad e hipocresía, con un toque melodramático que Coward toma de las primeras obras de Oscar Wilde y de W. Somerset Maugham. Como cineasta, Coward destacó también por la redacción del guión del famoso filme Sangre, sudor y lágrimas (In which we serve), de 1942, en el que se aborda la tragedia humana de la Segunda Guerra Mundial. En los 50,s Coward decidió dedicarse preferentemente al mundo de la revista musical, y publicó diversas novelas y libros de cuentos, entre los que cabe citar Pomp and Circumstance (1960) y The collected short stories of Noel Coward (Antología de cuentos de Noel Coward), de 1962. Falleció en su querida Jamaica en 1973.

El director de Brief Encounter, David Lean se inició en el mundo del cine en el área de montaje. La colaboración de Lean con Noël Coward comenzó en 1942, cuando codirigieron el drama In Which We Serve. El éxito de esta película permitió la financiación y la creación de Cineguild, una productora dirigida por Lean y cofundada por Coward, el productor Anthony Havelock-Allan y el director-cinematógrafo Ronald Neame. Su paso por el mundo del cine permanece imborrable, gracias a las épicas superproducciones que marcaron su carrera desde que realizara El puente sobre el río Kwai en 1957, como sus posteriores realizaciones, Lawrence de Arabia en 1962, Doctor Zhivago en 1965, La hija de Ryan en 1970 y A Passage to India en 1984.

Gracias a Coward y David Lean, podemos disfrutar de esta joya del cine británico, una obra imperecedera, que cuenta una historia de amor inolvidable con una sensibilidad al alcance de muy pocos creadores cinematográficos.




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