Por Alfredo Toro Hardy: Bolívar tomó tres acciones que pusieron de evidencia su buena voluntad hacia Brasil
Bolívar y Brasil
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Si quisiéramos hacer una síntesis de la visión que nuestro Libertador tuvo acerca del Brasil, tendríamos que situarnos en el año de 1825. En el mismo se sucedieron un conjunto de eventos que definieron la relación de Bolívar con el gigante del Sur. A diferencia de la América Hispana, donde el modelo republicano se impuso (excepción hecha de la breve y fracasada monarquía que José de Iturbide estableció en México), la familia real portuguesa siguió reinando en el Brasil independiente. La rebelión del Príncipe Pedro de Braganza contra su padre Juan VI, rey de Portugal, permitió una independencia sin sangre en la que los derechos dinásticos de la casa reinante en la metrópoli fueron preservados en el nuevo país. Ello, a través de un acto de aceptación por parte de su población. 

Bolívar desconfiaba del inmenso vecino. No necesariamente por su condición monárquica, sino por la posibilidad de que este se transformara en punta de lanza de los intentos de la Santa Alianza de recuperar para España, a las repúblicas hispanoamericanas recientemente lideradas. Dicha alianza coaligaba a las monarquías más conservadoras de Europa que buscaban retroceder el reloj de la historia a tiempos pre revolucionarios. Sin embargo, desde el momento en que la intercesión británica hizo posible el reconocimiento de la independencia de Brasil por parte de Portugal, a comienzos de 1825, Bolívar entendió que Rio de Janeiro no actuaría como portaestandarte de los intereses de la Santa Alianza.

Por el contrario, ello le confirmó dos cosas. Primero, que el Reino Unido, país con el cual la Gran Colombia mantenía las más cordiales relaciones, tendría mucho más influencia sobre el gobierno brasileño que la Santa Alianza. Segundo, que Londres actuaría como factor natural de conciliación entre el Imperio de Brasil y las repúblicas recién liberadas de la región, cuya independencia había auspiciado. De allí en adelante Brasil dejó de ser visto como un adversario potencial para convertirse en un miembro de la región con el que había que mantener relaciones cordiales.

En 1825 Bolívar detentaba al mismo tiempo las presidencias de la Gran Colombia y de Perú mientras Antonio José de Sucre estaba al mando de la provincia peruana del Alto Perú. Esta última se convertiría pronto en República independiente tomando el nombre de Bolivia en honor del Libertador. Desde estas posiciones Bolívar tomó tres acciones que pusieron de evidencia su buena voluntad hacia Brasil, luego de hacerse claro que la relación con aquel no tenía por qué ser de naturaleza conflictiva.

El primero fue imponer moderación en ocasión de la invasión a Chiquitos en Alto Perú, por parte de las tropas del gobierno de la provincia brasileña de Matto Grosso, al mando del Comandante Araujo. Tras esa acción, sucedida en abril de ese año, Sucre recomendó una declaración de guerra a Brasil. Bolívar, sin embargo, se inclinó por la prudencia. Con una visión más amplia de la situación, Bolívar reflexionó que o bien se estaba ante una invasión propiciada por la Santa Alianza, en cuyo caso la situación era grave y requería de una respuesta coaligada de repúblicas hispanoamericanas, o se trataba simplemente de una acción no autorizada por parte de un caudillo militar local. De ser este último el caso no había razón para iniciar una guerra. Por ello se hacía necesario esperar hasta que el gobierno brasileño se pronunciara. Su prudencia se vio recompensada cuando el Emperador Pedro I desautorizó la invasión y envió una carta de disculpas a Bolívar.

El segundo fue negarse a conformar una coalición de repúblicas hispanoamericanas en contra de Brasil, tal como lo proponía Buenos Aires. Esto último le fue solicitado por una comisión oficial de las Provincias Unidas del Río de la Plata, presidida por Carlos María de Alvear y Eustaquio Díaz Vélez, que se reunió con él en Potosí a comienzos de octubre de ese año. En las palabras pronunciadas en ocasión del banquete ofrecido a la comisión visitante, Bolívar señaló que Pedro I de Brasil “era un príncipe americano que hacía parte de la noble insurrección de independencia en contra de Europa”, que “había erigido su trono… sobre la base indestructible de la soberanía popular y la soberanía de las leyes” (Ver Thomas Millington, Colombia’s Military and Brazil’s Monarchy, London, 1996). Con ello el Libertador cerró cualquier intento por unirse a los argentinos en contra de Brasil.

El tercero fue invitar a Brasil, también en octubre de ese año, a participar en el Congreso Anfictiónico de Panamá que habría de celebrarse al año siguiente y, a través del cual, Bolívar aspiraba a propulsar una confederación de los estados recientemente liberados. Si bien Rio de Janeiro aceptó la invitación no llegó a participar en el Congreso pues, para el momento de su celebración, se encontraba en guerra con Buenos Aires.

Muy poco se ha escrito sobre este tema. Es tarea pendiente para nuestros historiadores abordar y profundizar el mismo.