En Chile, se celebró recientemente un proceso para elegir los llamados Consejeros Constitucionales, ha ocurrido también un importante fenómeno electoral
VOTOS NULOS
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Manuel Salvador Ramos 

Sobre todo porque ello afectó a los partidos tradicionales. Creemos oportuno entonces dedicarnos hoy a enfocar el punto, pero antes consideramos necesario repasar muy ligeramente el significado de determinadas conductas ante el acto del voto.
 
La abstención es la acción del ciudadano con capacidad de ser elector, pero que no acude a votar; es decir, se exime de participar en el acto de votación. El voto nulo se concreta cuando el elector, por error involuntario o deliberado, efectúa una acción de escogencia no permitida por la ley, o simplemente deja en blanco las casillas correspondientes en el instrumento ad-hoc. Para efectos del escrutinio, esta última categoría se adiciona globalmente a los votos nulos y es común ver que en los análisis interpretativos de resultados, la sumatoria de ambos sea el vértice de donde parten las consideraciones subjetivas. También debemos mencionar que hay países en los que el voto es obligatorio y otros en los que es optativo. En los países que obligan a votar la participación es más alta, ya que el ciudadano se enfrenta a sanciones, concretamente a multas . Algunos de los países con voto obligatorio son Australia, Bélgica, Argentina, Brasil, Perú y Bolivia.
 
En los resultados de la ya nombrada elección de Consejeros Constitucionales, ha llamado la atención que en el conteo de votos en diversas mesas de la Región de Magallanes, zona nativa del Presidente Gabriel Boric, la magnitud de votos nulos y blancos en muchas de ellas fue notoriamente superior a los votos obtenidos por diversos candidatos. Este mismo fenómeno se repitió en otras provincias como Atacama, Arica, Aysen y Paranicota.



En el espectro total, los votos nulos representaron el 16.98% de las preferencias, esto es, 2.108.028 votos, superando a tres coaliciones partidistas que no lograron ningún asiento dentro del Consejo Constitucional que ha de instalarse. Los votos en blanco representaron un 4.45% de las preferencias, esto es, 565.497 votos y ambas categorías, en su conjunto, alcanzaron la cifra de 2.673.525 votos, generando un total porcentual del 21.53% con respecto a la masa votante. El fenómeno es una manifestación discordante y extraño y por ello muchos han expresado que ese guarismo representa una “tercera fuerza”. ¿Qué inferencias podemos extraer de esa atípica manifestación de rechazo?

En lo particular pensamos que las corrientes de opinión interesadas en magnificar estas anomalías, están totalmente equivocada. En Chile se disfruta de una democracia que permite, propicia, estimula y hasta obliga (como en el proceso del 07 de mayo) al ciudadano a expresar con toda libertad su inclinación política, por lo que es difícil suponer que votar nulo o en blanco trae un mensaje para definir el sentido objetivo de ese comportamiento. Cualquier subjetividad interpretativa al respecto parte una apreciación errada. Dicho de otro modo, aunque el sistema me permite votar nulo u en blanco, no me permite determinar la consecuencia de esa decisión. Esto obedece a que el sufragio, aun siendo un acto individual, se integra y adquiere su razón de ser en una decisión colectiva y eso, necesariamente, le impone constricciones a la libertad con que podemos ejercerlo. Así, la papeleta no es una hoja en blanco para la irrestricta expresión de la voluntad del elector. No. Aparecen en ella solo unas opciones y, más importante aún, están implícitamente reglados todos los efectos determinados para todas las posibles inscripciones que allí se hagan. La implacable aritmética electoral se encargará de traducir ese acto en solo una de tres opciones: voto por una candidatura, voto nulo o voto en blanco. No hay más. El porcentaje de abstención, el voto nulo y el voto en blanco, no pasan de ser un dato estadístico sin ninguna repercusión electoral.
 
Ahora bien, algunas personas se comportan electoralmente de esa manera para "transmitir un mensaje". Según algunos, alude a un mensaje contra el neoliberalismo; otros apuntan a que ese "golpe al sistema" podría abrir el espacio político para el surgimiento de una alternativa realmente progresista, feminista, comprometida con las clases populares. A quienes así piensan, con respeto pero con franqueza, puede decírseles que el sentido que quieren darle a su decisión es ilusorio e innecesario.

Es ilusorio porque la abstención es un gesto básicamente inexpresivo, y los votos nulos y en blanco, muy ambiguos. La abstención puede deberse a diversas razones más allá de una protesta antisistema o contra los candidatos en competencia. El voto en blanco y el voto nulo sí manifiestan un rechazo a las candidaturas, pero no clarifican el signo de ese rechazo. Detrás de un voto nulo o de uno en blanco, puede haber, ciertamente, alguien contestatario o de izquierdas que exige compromisos genuinos con las luchas populares, pero, también podría haber una persona que rechaza a los candidatos por ser "estatistas", "globalistas", o por no ser hombres que inspiren confianza. Podría darse el eventual caso que un votante explicase en una frase o un dibujo su motivación, pero al final ese voto será categorizado y computado simple y lacónicamente como "en blanco" y "nulo". La subjetividad de la intención de su voto nulo o en blanco se difuminará en la objetividad aritmética de dos rubros: “X” porcentaje de votos nulos y “X” porcentaje de votos en blanco, y nada más. En síntesis, podría haber intención de hacer llegar un mensaje; pero en el plano de lo objetivo, de lo real, ello nunca sucederá.



Dicho comportamiento electoral, por último, es absolutamente innecesario. Cuando se plantea que del voto en blanco o nulo podría surgir “la construcción de una plataforma contra el proyecto neoliberal”, ¿tiene ello alguna base lógica, sobre todo después del aplastante evento del 04 de septiembre próximo pasado?. En esa oportunidad el porcentaje de abstención fue solo del 3,14 por ciento, y el proyecto de constitución que se votaba tenía suficientes concreciones para asumir la “lucha contra el neoliberalismo”. ¿De dónde podemos extraer razones para afirmar que un incidental porcentaje de votos nulos o en blanco, va a convertirse en la pócima que haga revivir la esencia revolucionaria del Frente Amplio o de Apruebo Dignidad?

Pero mas allá de todo lo dicho, vale la pena recordar aquello que reza “…así como te digo una cosa, te digo la otra”. La rotunda mayoría del Partido Republicano se fundamenta en haber conquistado el voto de una ciudadanía acorralada por la inseguridad y por la violencia terrorista de los grupos minoritarios que falsamente se arrogan la representatividad de la etnia mapuche. El Partido Republicano, como han destacado la mayoría de los analistas, realizó una campaña señalando su rechazo a una nueva constitución y podría inferirse que su intención es maquillar muy levemente la actual Carta Magna y dar por concluida su tarea. ¿Se atreverá el Partido Republicano a tal desvarío? No lo creemos. Ello pulverizaría la mayoría que ahora han conquistado y los convertiría en la diana de todos los ataques. Dada su irrefutable mayoría, ellos están en el deber de responder por los logros positivos que espera el país. La sociedad le ha dado una inmensa oportunidad a los Republicanos y a José Antonio Kast, como su líder. Ellos, en la hora mediata de los balances, tendrán que mostrar los alcances y logros positivos que espera la mayoría de los chilenos y será de esa percepción de donde saldrá el juicio que afirme o niegue si hay talla para tal cometido.

Hoy reina la cautela y la expectación, pero no en actitud reticente sino con ánimo de ansiedad.


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