El Canciller Brandt asumió con realismo político las consecuencias de la perdida de la Segunda Guerra Mundial lo que constituyo la base de la relación con el bloque socialista
Brandt: Ostpolitik
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Por Luis Ernesto Fidhel Gonzales

Willy Brandt, fue el primer canciller alemán socialdemócrata (1969-1974), también había fungido como alcalde de Berlín Occidental (1957-1966) enfrentando la crisis que supuso la construcción del Muro en 1961. Sería el primer estadista de Alemania Occidental dispuesto a aceptar todas las consecuencias de la derrota en la Segunda Guerra Mundial: los territorios perdidos, la admisión de la responsabilidad moral, el reconocimiento de la partición de Alemania. También estaba desafiando a los países comunistas a ampliar sus tratos con Occidente, para indirectamente a permitir una libertad más amplia para los pueblos bajo el comunismo. Al no haberse convenido ningún tratado de paz europeo; en un sentido muy real las consecuencias de la guerra no se habían resuelto.

Contrario a la lógica predominante todavía de la época; buscaba poner fin a la situación de la post-guerra generando una nueva relación entre el Occidente y Oriente, tratando de aceptar la situación real en Europa que había durado aproximadamente 25 años, cuando asumió la cancillería. En Europa del Este, la situación de no acercamiento con Occidente en parte se debía porque los líderes comunistas temieron que el contacto socavaría su control sobre su pueblo. En Occidente, el gobierno federal alemán en Bonn hizo imposible la distensión al negarse a reconocer la pérdida de una gran parte de su territorio a favor de Polonia e insistir con estridencia en que absorbería al régimen comunista de Berlín Oriental en una eventual reunificación alemana.

La fórmula propuesta por Brandt consistiría que, aprovechando la considerable influencia estratégica y económica de la República Federal Alemana (RFA), estaba tratando de lograr una Europa occidental ampliada y unida, que permanecería estrechamente aliada con los EEUU, también tendría suficiente confianza en sí misma e independencia para formar vínculos estrechos con las naciones comunistas.

Tanto para el Occidente como para el Oriente, la propuesta de Brandt era potencialmente peligrosa. En Occidente, hubo el temor de que pueda finalizar aceptando el gobierno de Bonn condiciones onerosas de los comunistas y recibiendo poco o nada a cambio. En el Oriente, existió la preocupación de que estas políticas conduzcan a más contacto con Occidente de lo que era prudente o seguro. Estuvo apostando Brandt que podía descongelar las relaciones en Europa Central sin comprometer la integridad de Berlín Occidental o los futuros gobiernos de la RFA; pues creía que el sistema occidental era lo suficientemente superior y atractivo para influir en el comunismo para que adquiera una naturaleza menos beligerante y rígida. Podía haberse equivocado al pensar que pudo afectar la evolución del comunismo; sin embargo, se estaba claro que se había puesto en marcha desarrollos que seguramente tendrán efectos profundos

Después de su entrevista con el Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, Leonid Brezhnev; expresó Brandt que las relaciones normales entre la RFA y la República Democrática Alemana (RDA) eran posibles. Ambos discutieron la situación europea después del acuerdo de Berlín suscrito por los cuatro países que ganaron la guerra. Fue posible que haya canje de embajadores entre los dos países que representaba dos sistemas contrarios. La oposición demócrata cristiana se había centrado en la no ratificación de los Tratados de Paz y Conciliación con los países del Este, RDA, Unión Soviética y Polonia, siendo “el arquitecto” de la distensión en Europa.

En diciembre de 1970, Brandt realizaría una visita oficial a Polonia con la finalidad de reanudar relaciones diplomáticas. En la mañana del 07, depositó una corona de flores y arrodillándose en el Memorial del Levantamiento del Gueto de Varsovia en honor a los judíos que murieron asesinados durante la ocupación nacional socialista alemana. "Desde el fondo del abismo de la historia alemana y bajo el peso de millones de muertos, hice lo que los seres humanos hacen cuando las palabras fallan" explicaría más tarde en sus memorias.

Inicio contactos con Alemania Oriental necesarios para la conquista de un clima de paz en Europa. La democracia cristiana se oponía a la rectificación de estos tratados y lo acusaba de débil y contemporizador con los países del Este; puso en cuestionamiento la Ostpolitik y lo tomo como argumento electoral. Si bien la prioridad de la era la reconciliación con la RDA, irónicamente un espía de ese país se convertiría en el motivo de la terminación del gobierno de Brandt.

Brandt “no aceptaría nada” que podría impedir el afianzamiento de sus lazos con la “otra” Alemania; y el camino a la reunificación pasaba por Moscú. El “tratado fundamental” entre los dos estados alemanes entró en vigor en junio de 1973, y preveía la colaboración activa en materia económica, científica, técnica y cultura; los tratados definitivos en estos campos se firmarían posteriormente.

El tratado de frontera entre Alemania y Polonia en base a los cursos de los ríos Oder y Neisse fue reconocida por la RDA en 1950, por el Tratado de Zgorzelec y por RFA por el Tratado de Varsovia en 1970 - bajo la cancillería de Brandt-. Esta frontera respondió a las necesidades de seguridad de la Unión Soviética y involucraba la perdida de territorios de la antigua Prusia Oriental y parte de la costa del Mar Báltico a favor de Polonia.

En mayo de 1972, el Bundestag debió pronunciarse por la ratificación o no de los tratados de Paz concertados. La discusión tendría lugar luego de ásperas disputas y de deserciones en el frente gubernamental. La oposición demócrata-cristiana que para el momento obtuvo un triunfo significativo en las elecciones regionales de Baden-Murtenberg, fueron interpretados como una derrota para Brandt. Dirigida por Rainer Barzel se oponía a la ratificación de los tratados con la Unión Soviética y Polonia, denunciándolos como demasiados débiles y dañinos para la seguridad de la RFA. La campaña electoral se hizo a base de acusar a Brandt de haber sido demasiado complaciente con los intereses europeos de la Unión Soviética y Polonia. Era posible que la oposición no se arriesgaría, en todo caso a crear una actitud difícil al rechazar los tratados; pues se volvería a crear un ambiente de guerra fría y convertiría a Berlín en una zona tensiones.

El 06 de mayo de 1974; Günter Guillaume, secretario de Brandt, provoca la dimisión de éste al descubrirse que actuaba como espía a favor de la RDA. No escondió su responsabilidad política incluso se declaró “negligente” respecto al caso. También la responsabilidad recaía en el ministro de comunicaciones, Horsy Ehmke, quien llevo a Guillaume al gobierno; como en el ministro del interior, Hans- Dietrich Genscher, jefe de los organismos de seguridad. La renuncia de Ehmke no sería aceptada pues el ministro del interior también fué culpable de lo sucedido. Genscher quien era miembro del partido Liberal que era pequeño pero decisivo en la estabilidad de la coalición gobernante que Brandt no quiso debilitarla, pues de romperse las dificultades de los socialdemócratas serían mayores tomando la decisión de renunciar.

Si bien se sostuvo que este suceso fué la causa inmediata, no sería lo fundamental pues Brandt en el aspecto personal se vio sacudido por escándalos sobre adulterio y al parecer también luchó contra el alcohol y depresión.

Desde el inicio del gobierno de Brandt, venía navegando entre el dilema de propiciar un conjunto de reformas estructurales, y la resistencia que surgía en distintos sectores frente a ellas. En consecuencia, las reformas fueron realizadas de manera insuficiente, aunque los electores habían expresado su deseo de acogerlas y los sectores laborales se mostraban sensibles en tal sentido. Los éxitos que pudiera haber obtenido en política internacional, particularmente por su Ostpolitik, hizo que este dilema no se hiciera más agudo y disimulo los problemas urgentes en materia social que se hacían cada vez más exigentes. Con el tiempo no se pudo evitar que la crisis económica estimulara descontento entre amplias capas de la población.

El gobierno venia enfrentando ingentes dificultades. Sufría la obstinada oposición democristiana y la presión del ala izquierda socialdemócrata, descontentas con la timidez de las iniciativas en el plano de las reformas sociales. La derrota en las elecciones parciales en varias localidades alemanas, puso una nota de pesimismo e inquietud en las filas gobernantes. La inflación resistía las medidas para revitalizar la economía.

Se hizo frecuente la posibilidad de que Brandt dejase el gobierno. Se creía incluso por dirigentes del partido socialdemócrata, en la conveniencia de girar un poco más hacia la derecha para evitar la oposición de los círculos industriales, mientras se preparaban para continuar en el poder. Las consecuencias económicas sobre la RFA de la crisis del petróleo de 1973, le habría causado el estrés suficiente para acabar la carrera como canciller. Terminaría enfrentado a la compleja y grave situación económica siendo víctima de ella, su popularidad había descendido grandemente.

La oposición democristiana se preparaba para un “Watergate alemán” facilitada por un diputado de sus propias filas, Julius Steiner, acusado de haber aceptado dinero a cambio de un voto que el canciller Brandt necesitaba. Era seguro que resultarían implicados otros altos funcionarios como Karl Wienand, hombre de confianza de Brandt acusado de haberse ocupado personalmente de comprar el voto de Steiner, igualmente Alfred Nau, tesorero del partido socialdemócrata, presunto dador de una cantidad enorme de dinero; y Herbert Wehner, jefe del grupo parlamentario socialdemócrata, señalado como encubridor de la operación.

El nuevo canciller alemán federal fue Helmut Schmidt quien se posesiono en el cargo advirtiendo que se defendería la estabilidad económica, tarea que suponía la reafirmación del orden establecido. Aludiendo a la anormalidad que se manifestaba en los últimos años del gobierno de Brandt, entre otros destacaba que los salarios habían crecido más que el ingreso de los patronos; también se hizo saber que consideraba necesario combatir con la mayor energía posible los ideales extraños al establishment, sin reparar en las corrientes de izquierda de su propio partido. Las reformas económicas y sociales que el gobierno socialdemócrata se identificó desde el inicio; se asumía si antes habían tropezado con serios obstáculos, ahora se veían más lejanas. No se trataba que Schmidt termine por perder su identidad socialdemócrata, sino de acentuar dentro del partido esta postura calificada por derechista.

Schmidt predicaba el fortalecimiento de los vínculos con los EEUU como con la Organización del Tratado del Atlántico Norte que la consideraba fundamento elemental de la seguridad de la RFA y necesario molde de los esfuerzos por la distensión. Con respecto a la Comunidad Económica Europea había elevado las críticas a sus socios; como también había puesto mayores condicionamientos a los compromisos de asistencia mutua, especialmente con referencia a Italia e Inglaterra. Si bien podría convertir en menos fluidas las relaciones con los países de Europa del Este, particularmente con la RDA; sin embargo, los específicos intereses de la RFA estaban ligados a la emergencia en Europa entre dos polos mundiales de poder – EEUU y Unión Soviética- y desconocer las exigencias que de esta situación se derivaba equivalía a una política exterior sin orientación.

Alemania sacudida por la crisis económica mundial, se registraban un millón de desempleados, quiebras de empresas, lamentables situaciones bancarias y la Volkswagen no superaba sus dificultades. Sin embargo, la política deflacionaria le permitió ver grandes reservas de oro, una balanza de pagos ampliamente favorable y el índice más bajo de inflación entre los países industrializados de Occidente. La tendencia alcista de los precios se había detenido.

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