Los más recientes sondeos de acreditadas encuestadoras, coinciden en que cerca del 70% de los venezolanos, muestran desencanto por igual tanto del gobierno como de la oposición
El desencanto político
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Por: Manuel Felipe Sierra

En el marco de una severa y larga polarización política que es asumida incluso como una fórmula “híbrida” de guerra civil, resulta incomprensible ó cuando menos extraño; que una amplia mayoría de los venezolanos no se sientan interpretados (en vísperas de la competencia electoral presidencial del 2024); ni por la gestión del oficialismo ni por las políticas y propuestas de los partidos opositores, que ya incluso asoman nombres de sus posibles abanderados para la futura sucesión presidencial.

CANSANCIO DEL GOBIERNO

Es comprensible que después de 24 años de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en el llamado proceso de la “Revolución Bolivariana” y ante el agravamiento de los problemas sociales y una crisis económica considerada como única en América Latina hasta el punto de llamar la atención en términos urgentes de la comunidad internacional; exista una mayoría de venezolanos agobiados por las dificultades y partidarios de un cambio que augure un nuevo escenario favorable para las mayorías. Más aún cuando en los últimos años el país ha sido sometido a un severo aislamiento diplomático, nada menos que por Estados Unidos y la Unión Europea y a un conjunto de sanciones económicas básicamente de su industria petrolera que ha sido históricamente el sostén de su economía en su conjunto.

OPOSICIÓN SIN PROPUESTA

Pero resulta más extraño que los factores opositores que suelen canalizar legítimamente el descontento oficial en este caso no merezcan tampoco la confianza de los electores. Podrían sumarse varios elementos para explicar esta curiosidad estadística; en primer lugar, la propia naturaleza de las organizaciones que han enfrentado al oficialismo a lo largo de estos años, las cuales han sido producto más que de la vinculación social con el país, del uso y aprovechamiento del inmenso rechazo generado a principios de los años 2000 por el propio contenido del proyecto chavista, que contradecía la sólida tradición democrática de la últimas décadas a partir del 23 de enero de 1958. También a la falta de una visión acertada del proceso en marcha desde 1999 con la aprobación de la Constitución Bolivariana que supuso un cambio de fondo en el sistema político nacional. Ello sin contar la aplicación de una equivocada estrategia contraria al ejercicio del voto que, como se sabe es la base del ejercicio democrático y que en Venezuela implica una tradición histórica. La abstención estratégica de los últimos años ha significado como era de esperarse, la perdida de espacios de los partidos que la promovieron y la aparición de nuevos sectores partidistas y el estímulo de movimientos sociales. Al mismo tiempo esta línea equivocada condujo a la aproximación de la entonces principal fuerza opositora a los intereses de Estados Unidos en el juego geopolítico, pasando a ser partidos controlados y guiados por Washington a un nivel que ni siquiera conocieron las viejas dictaduras militares. Por esta vía se llegó a cometer errores catastróficos como la promoción de un gobierno “interino” sin ningún piso real en Venezuela y la promoción de mayores sanciones e incluso de invasiones y agresiones armadas desde el exterior y también en actos de corrupción con el manejo de recursos del Estado, los cuales suelen ser atribuidos a los gobiernos y nunca a la fuerza que procura sustituirlos. Por esta vía se facilitó la presencia en las principales instancias legislativas de nuevos actores claramente desligados de la vieja oposición que no será reconocida incluso para el tema presidencial en los próximos meses.

FERIA DE CANDIDATOS

Como una manera de compensar sus errores, la Plataforma Unitaria ha diseñado un sistema de primarias el 22 de octubre próximo para escoger un candidato unitario; partiendo de la base también equivocada de que existe una sola oposición y que las diferencias legítimas entre las diversas estructuras que enfrentan al gobierno no pueden resolverse simplemente por el mecanismo electoral. La consecuencia ha sido la proliferación de precandidatos en una proporción verdaderamente escandalosa, más parecida a una feria electoral que a un evento que debe estar guiado también por ideas, planteamientos programáticos y visiones sobre el futuro del país. Llama la atención finalmente que en las múltiples candidaturas no se tome en cuenta que ahora no se trata de una simple transmisión de poderes, si no el comienzo de un proceso de recuperación del país que exige el concurso de numerosos esfuerzos de organizaciones que deben ser sustituidas mediante el ejercicio del voto. Habría razones entonces para el desconcierto de los venezolanos encuestados.