La metafísica es confundida frecuentemente con la nueva era o con alguna forma de ocultismo hermético, no es del todo cierto
Metafísica de la antimateria
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Por Waleska Perdomo Cáceres

Por un lado, la filosofía primera Aristotélica, es la reflexión profunda acerca de los primeros principios y causas primeras de las cosas. Es una rama de la filosofía que estudia la realidad, asumiendo al “ente” (las cosas), y al “ser” (aquello que hace que sean). Es en la modernidad dónde sufre una división asignando a la ontología el estudio del “ente” de las cosas y a la Metafísica se le asignan el conocimiento del “ser” como lo es el alma o la cuestión de “Dios”.

A esta derivación, se le puede sumar la dificultad que implica la reflexión filosófica sobre lo que es el ser en cuanto tal, lo absoluto, el mundo o el alma. O el intento por describir las propiedades, fundamentos, condiciones y causas primeras de la realidad, su sentido y finalidad. Como su objeto es la interrogación en el estudio de lo inmaterial, no es posible verificar ni tocar para hacer alguna medición. Por estas y muchas razones, la metafísica continúa en la historia de la humanidad de forma discreta y sobre todo transparentada por la ciencia formal que la asume como ocultismo, pues hay temas que simplemente no se pueden explicar como lo es el peso del alma, responder la pregunta de quiénes somos o la existencia de una inteligencia superior.

Lo cierto es que actualmente la ciencia se está quedando corta y la metafísica se acerca más a las bases necesarias de una ciencia que admite su falsación, que es cada vez más difusa, y más necesaria en el siglo 21, dónde lo transhumano se evidencia, se replica a la naturaleza de forma artificial e intenta redimir al moderno prometeo desde la pretensión de romantizar el entendimiento con la imaginación. Tal como comentaba Heidegger, la filosofía no podrá abandonar nunca la metafísica rehuyéndola, sino encarándose.



DOGMATISMO CIENTÍFICO

La convicción de que la inteligencia humana es incapaz de un conocimiento absoluto, ha permitido que la civilización avance desde su propia finitud. Pues no existe tal posibilidad de conocerlo todo y la existencia biológica tiene un final. De hecho,, la extensión sensorial permite potenciar a los sentidos humanos a través del desarrollo tecnológico, lo que hace que la naturaleza se acerque y devele algunos de sus misterios, pero que también se solapen ante una infinitud de eventos desconocidos. Desde ahí que el mundo se asume como real, desde la existencia observable y física, pero también es inexplorado ante sus misterios. Pues no todo lo que se puede verificar, existe.

De hecho, es por lo menos curioso que desde el círculo de Viena se han trazado los límites que dividen a la ciencia formal, de la especulación. Por lo que algunos han proclamado la muerte de la metafísica a pesar de los esfuerzos de reunificación con las ciencias y la posibilidad de generar una teoría del todo. Además, con la rapidez con la que corren los tiempos, se ha beneficiado a los dogmatismo y se ha provisto de un corto tiempo para pensar. Por ello se empuja a elegir lo que siempre se selecciona, lo que se conoce, lo que ya está hecho y no se apuesta por el ejercicio del pensamiento de lo desconocido.

Kant también critica a la metafísica, pero admite la necesidad de justificar un conocimiento que no quede limitado meramente a la experiencia, el inicio de la construcción de la filosofía trascendental, que fundamenta la idea de que el sujeto imponga sus condiciones subjetivas con la posibilidad de que las cosas sean conocidas y pensadas desde una gran luz. Algunos proponen ajusticiar a la metafísica, otros aspiran a fundamentarla y otros a reorientar su sentido.

En esta encrucijada del pensamiento nos encontramos con posturas como la de Wittgenstein quien sugiere dar una respuesta al creciente pensamiento teologizante en la ciencia, por lo que sugiere eliminar toda manera de pensar especulativa, usando el análisis del lenguaje. En Carnap, sugiere hacer énfasis en el análisis lógico del mundo, encarar los conceptos teóricos con metodologías y eliminar los pseudo problemas en filosofía. Sin embargo, entre los cosmólogos y los físicos teóricos actuales, existe una tendencia que unifica en una nueva ciencia estas diatribas.

Una postura que borra las fronteras de la física y la metafísica. Atrás quedarían las críticas más acérrimas que la tachan de hechicería, de alejar al hombre del mundo tangible transformándolos más en alquimistas que en científicos, de no poder someterla a comprobación. Se borra por la existencia de un espacio cuántico, el mundo transreal, que emerge desde los anhelos, florecen las verdades matemáticas que a la larga son verificables y eternas, pero en el mundo de las cosas, el de la ciencia empírica, todo es inseguro, provisional y revisable. Un plano de posibilidades tecnológicas.

ANTIMATERIA METAFÍSICA

El paralelismo que producen los dominios físico y mental discurren ‘co-ocurriendo’, pero sin que esto suponga ningún tipo de interacción causal. Las explicaciones de Kepler y Copérnico ayudaron a establecer que el espacio es un ente sin determinaciones físicas. Y Galileo pensaba que el espacio no influye en el comportamiento de los cuerpos materiales, en él no es posible diferenciar esencias, pesos, composición o regiones. En un espacio, hay vacío, especulación, probabilidades, aproximaciones. Es una posibilidad, determinada por las leyes de la matemática.

Ante está inconsistencia, Galileo propone una jerarquía cualitativa que rompe con la uniformidad del ente y sus indeterminaciones. Es imposible conocerlo todo o ejecutar la medición por lo que la metafísica es necesaria para construir una nueva ciencia, porque el mundo requiere ser sentido, soñado y construido más allá de este mundo. En Santo Tomás la filosofía primera es la ciencia de la verdad, pero no de cualquier verdad, sino de aquella verdad que es el origen de toda verdad. Es vida y es ejercida antes de ser pensada, en Leibniz las ideas subsisten desde el entendimiento divino monádico, en Ficino es amor, pero en Kant es imposible como ciencia, no respeta las condiciones de todo conocimiento posible ni de toda objetividad.

Porque la objetividad no existe del todo, así como en el universo existe materia, también existe antimateria en iguales proporciones. Aunque en la dimensión en la que está la existencia humana, hay una composición de partículas y antipartículas. Estas concepciones van más allá de la lógica, pero la mecánica cuántica dispone de soluciones como lo es: la ubicuidad, dando la potestad de estar en varios sitios o estados al mismo tiempo. El no determinismo, dónde es posible obtener resultados diferentes al realizar una misma medida. Incertidumbre, por la que no podemos conocer con precisión dos propiedades relacionadas entre sí. No-localidad, o cuando un suceso en un lugar puede afectar instantáneamente a otro que esté muy alejado.

Es un hecho de que no se puede seguir aplicando la lógica ordinaria de las relaciones causa-efecto de un espacio en los que se encuentran entre planos matemáticos con otra interpretación, como lo es la mecánica cuántica. Está nueva interpretación metafísica juega con la materia y la antimateria, con la interpretación de universos múltiples. De hecho, Penrose concibe esto como una secuencia infinita de nuevos ciclos que son renovados.

La antimateria de Dirac se basa en el colapso del universo conocido, de la existencia de la materia oscura, de un estadio dónde el tiempo no existe. Estamos atendiendo a la crisis de la física, la que durante el último siglo ha explicado el universo con dos teorías físicas: la relatividad general y la mecánica cuántica. Ante el conflicto que se generan entre ellas y a pesar de que ambas funcionan perfectamente, hay que reunificarlas con pensamientos transcomplejos, complementarios

REFLEXIÓN FINAL

La metafísica dirige el nuevo rumbo de la ciencia. Una ciencia que debe admitir que no todo lo creado es absolutamente tangible. Dónde el espacio es un ente de posibilidades y desde ahí surge la física cuántica para sumergir al conocimiento en un mar de antimateria. La metafísica es una suerte de alquimia del alma, del cuerpo y de la mente que produce el éter que podría diluir la materia para convertirla en oscura. En el punto dónde las cosas y las no-cosas coexisten, en un plano sin explicación por la ciencia.



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