La radio fue el primer medio de comunicación que llevó información a grandes masas, basada en criterios de inmediatez inexistentes a finales del siglo XIX
La niña bonita
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Por: Hernan Quiroz Plaza

Hacia el año 1886 el físico alemán Heinrich R. Hertz, desarrolló las primeras transmisiones por radio basado en el descubrimiento, la medición y propagación de ondas electromagnéticas, y dando paso a la creación del primer receptor de radio.Pero realmente es al ingeniero eléctrico italiano Guillermo Marconi a quien se le atribuye la invención de la radio en 1896, pues llevó a la práctica las teorías de Hertz, permitiendo que las señales sonoras pudieran propagarse a algo menos de 20 Kilómetros de distancia.

Es considerado más económica que la prensa y la televisión por lo baratas de sus tarifas para clientes que quieran anunciar determinado producto a los oyentes; ya sea en estaciones locales o en cadenas multinacionales. Asi mismo, se cataloga como un medio muy sencillo de producir, pues solo necesita para la realización de un spot pocos recursos y una voz que aporte claramente el mensaje clave, contrario a otros soportes que requieren de más personas e infraestructura más compleja. Su formato o soporte no compite ni es excluyente de internet. Puede complementarse con redes sociales y medios digitales sin que esto signifique una competencia de estos y se convierta más bien en una herramienta de apoyo. Es muy práctica dada la única condición indispensable para ser consumida que la escucha. De ahí que pueda oírse en un auto, el trabajo, la cama, e incluso colocarla como fondo sin que se convierta en una distracción; contrario a los entornos digitales o la televisión. Por el hecho de ser transmitida en su mayoría en tiempo real, tiene la posibilidad de ir construyendo noticias y generando contenidos a medida que las transmisiones avanzan, sin que esto encierre la complejidad requerida por la TV; ni la falta de seguridad que generan las noticias basadas en rumores o construidas al calor de las redes sociales. El espectro variado con el que cuenta deviene en otra ventaja de la radio. Gracias al desarrollo de las tecnologías es muy fácil tener al alcance del oído miles de opciones para escuchar radio de cualquier género y de cualquier parte del mundo.

La radio fue el primer medio de comunicación que llevó información a grandes masas, basada en criterios de inmediatez inexistentes a finales del siglo XIX, y con mayor alcance que la prensa impresa, su precursor. La radio es un medio poderoso para celebrar la humanidad en toda su diversidad y constituye una plataforma para el discurso democrático. En el plano mundial, la radio sigue siendo el medio de mayor consumo. Esta capacidad única de llegar a la más amplia audiencia significa que la radio puede dar forma a la experiencia de diversidad de una sociedad, erigirse como un escenario para que todas las voces se expresen, estén representadas y sean escuchadas. Las emisoras de radio deben servir a comunidades diversas, ofreciendo una amplia variedad de programas, puntos de vista y contenidos, y reflejar la diversidad de audiencias en sus organizaciones y operaciones. La radio sigue siendo uno de los medios de comunicación más confiables y utilizados en el mundo, según diferentes informes internacionales.
 
Dentro de este contexto, ¿Cómo podría pagarle el fútbol colombiano a Carlos Arturo Rueda o a Édgar Perea por su fabuloso aporte difusor? No hay forma de establecer el precio del ingenio, de la tenacidad, del entusiasmo. El exfutbolista peruano Teófilo Cubillas lo tiene claro: “Si el domingo se jugaba el clásico entre Alianza y la U, Pocho Rospigliosi empezaba a fogonear desde el lunes en la radio con comentarios y entrevistas y polémicas todo el día, y dale y dale toda la semana; cuando llegaba el domingo el estadio reventaba de gente y el país se paralizaba”, contó. “Patea Kempes diciendo ‘yo a este lo mato’, y ataja Fenoy contestando ‘esta es mía’…”, gritaba Pablo Zaro, un showman del relato que hacía hablar a los protagonistas y describía situaciones inexistentes pero graciosas que la audiencia disfrutaba. Inventaba frases y palabras que luego los hinchas distribuían en la vida diaria.

El clásico rosarino era un bostezo, pero el speaker lo elevaba a la categoría de espectáculo vibrante para quienes no asistían al estadio. En los setenta, la Argentina entera sintonizaba a José María Muñoz. Un clásico de sus transmisiones eran los “pip” que sonaban en medio del relato. Cada “pip” indicaba un gol en otra cancha. Cuando terminaba la jugada, Muñoz daba paso a estudios centrales con la noticia. En los segundos que mediaban, muchos cruzaban los dedos y rogaba a Dios que, tras el locutor, que decía “Informa Thompson y Williams”, apareciera Juan José Lujambio y dijera: “Gol de Independiente, Bertoni a los 25, Independiente 2 - Banfield 0″. Otros recuerdos inamovibles: los que iban en el auto en completo silencio mientras se oye la voz del fútbol; el mutismo al que están sentenciadas también las mujeres en la casa, en las casi dos horas que demandan la narración y el comentario. Los “chamos” de hoy pertenecen a la era de la imagen, la comunicación digital y la televisión, no se deleitan con el relato radial en la misma proporción que antes. Allá ellos, no saben lo que pierden.

Naturalmente, no es igual escuchar un partido en Europa que en Suramérica. Allá parecen oficinistas del micrófono. Sin contar con que un relator francés dice escuetamente: “But, Platini”; en cambio, los nuestros gritan, como estuviesen siendo torturados: “¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOL… GOOOOOOOOOOOOOOOOOOL… GOOOOOOOOOOOOOOOOOOL…!”.Una persona con micrófono estropea un treinta por ciento de sus cuerdas vocales gritando un gol. Se pone pasión. Además, el relato latinoamericano tiene un sello distintivo, como el estilo de nuestros futbolistas. Hay una impronta, una gracia, una inquietud por “vestir” el mensaje, por la frase chispeante y creativa, preconcebida durante la semana. También una preocupación por el uso del lenguaje. Se nota en la preparación casi científica de la transmisión, en el cuidado de la garganta. Si el vestuario es el recinto sagrado donde reina el linimento, la cabina posee el encanto de los cables cruzados, los papeles pegados al vidrio con recordatorios, los termos con café o agua aromática, los guiños cómplices entre el comentarista y el relator. Un ámbito fascinante. Quizás no soy el más indicado en el tema, aunque, en ese marco, es posible que colombianos, uruguayos y argentinos sean los reyes del micrófono a la hora de narrar y comentar el fútbol. Paché Andrade, adjudica la piedra basal a “la escuela rioplatense”: “Los argentinos han tenido exponentes fabulosos, como Fioravanti, cuyo relato poseía una elegancia notable. No alocado, sino con pausa”.

En todas las ciudades de nuestra América del Sur la radio ha sido un vehículo difusor excepcional. Y más que eso, un arte surgido desde lo popular. En cada una hay relatores y comentaristas cuya chispa los elevó a la categoría de mitos, como es el caso de Cucho Vargas en Bolivia, Julio Martínez en Chile, Petronio Salazar en Ecuador y Lázaro Candal en Venezuela. Los narradores son trapecistas sin red, los que escribimos tenemos un colchón abajo. El “barrilete cósmico, ¡¿de qué planeta viniste…?!”, de Víctor Hugo Morales tras el gol de Maradona a los ingleses encabeza, sin duda, cualquier antología periodística. Uno de los nuestro Lázaro “Papaito” Candal, en el mundial del 94, cada vez que un futbolista sacaba el balón del campo decía“¡Enviaste la pelota pa’ Altagracia de Orituco!” y “Sin querer se mata a un hombre, y queriendo a una mujer”.

Hasta la semifinal del Mundial ’54, un pequeño país de poco más de un millón y medio de habitantes marchaba futbolísticamente invicto en el mundo. Era Uruguay. Se había coronado sin caídas en los Juegos Olímpicos de París (1924) y de Ámsterdam (1928), que equivalían entonces al torneo universal (hoy ratificado por la FIFA). Luego fue campeón sin derrotas en el primer Mundial, en 1930. No volvió a participar hasta 1950, cuando otra vez ganó el título sin perder ningún partido. Y en Suiza mantenía su increíble marcha victoriosa. En la semifinal le tocó la máquina húngara de Puskás, Kocsis, Czibor, Hidegkuti, Bozsik… Los Magiares Mágicos ganaban 2 a 0. Parecía sellado y embalado; sin embargo, un cambio cambió las cosas: entró Juan Eduardo Hohberg, argentino nacionalizado uruguayo, y marcó dos goles, cuando expiraba el juego. Hazaña celeste, emoción sin límites, Hohberg se desmayó de la emoción. En ese instante, el célebre narrador oriental Carlos Solé, en medio de gritos de euforia en la cabina, acuñó una frase para la historia: “El león vencido sacude su melena…”. Hizo llorar a un país.

Cualquier narrador del mundo, sin pecado de plagio, podría recurrir en idéntica situación a la preciosa metáfora de don Carlos: se tomará como un homenaje. Solé fue un personaje nacional en Uruguay. En Montevideo le adjudican al joven uruguayo Claudio Sapelli la primera transmisión radial de un partido, en 1922, del choque que disputaron Brasil y Uruguay en Río de Janeiro por la Copa América. Sapelli se había subido a la terraza del diario El Plata, en Montevideo, y con un equipo primigenio comentaba las mínimas incidencias que llegaban por cablegrama. Lo hizo para los setenta y cinco receptores que había entonces en la ciudad. Se desconocen la calidad y continuidad de la emisión, pero la idea fue precursora. Y la Copa, su inspiración.

La transmisión inaugural desde el mismo lugar del encuentro deportivo se realizó en Buenos Aires el 2 de octubre de 1924 en cancha de Sportivo Barracas, en el sensacional choque de Argentina y Uruguay, rotulado de “amistoso” (una mentira piadosa). Los Celestes volvían de ser campeones olímpicos y la expectativa superó imaginaciones. Se emitió en directo por Radio Prieto. Se improvisó una cabina en los techos rudimentarios del vestuario visitante. La narración estuvo a cargo de un radioaficionado, Hugo Martínez Seeber, con los comentarios de Atilio Casime, periodista del diario Crítica. La transmisión fue anunciada y se repartieron en los días previos cientos de cartones con un croquis de la cancha, dividida en cuarenta zonas. Martínez Seeber no nombraba a los jugadores, decía por qué zona circulaba la pelota y los oyentes, con la cartulina en la mano, imaginaban los movimientos de cada equipo. El comentarista sí daba impresiones de cómo era el juego. Fue el puntapié inicial de las transmisiones radiales formales en el fútbol.

A partir de allí, la Copa América fue motivo de miles de emisiones para todo el continente, las cuales fueron mejorando con cada avance tecnológico. Con un peculiar mérito de la radiodifusión: para llevar la noticia y el relato había que estar en el lugar de los hechos. Eso hizo Tito Martínez Delbox. “Habrá que esperar hasta 1927 para contar con el primer relato integral tal y como lo conocemos. Esto sería obra de Tito Martínez del Box, un libretista, humorista e intérprete de banjo quien convenció al titular de la vieja Radio Nacional (luego Radio Belgrano y hoy CNN Radio), Jaime Yankelevich, de transmitir partidos de fútbol desde la cancha y utilizando la línea telefónica”, escribe Gerardo Cadierno, periodista que buceó en las profundidades del tema.

El mismo Martínez del Box no se pone de acuerdo con sus recuerdos, y según pudo investigar Cadierno: “Como relator deportivo, fui el primero de todos. En 1927 transmití para Radio Nacional el partido que jugaron Sportivo Barracas y Estudiantil Porteño, algo inolvidable. De micrófono, ni hablar. Apenas un teléfono candelero con el cual relaté todo el partido”, recordaba Martínez del Box al diario Crónica en 1978. Una respuesta que difiere de la que seis años antes había dado al semanario Siete Días: “Para Radio Belgrano, que era de Manuel Penelas —después la compró don Jaime Yankelevich, con quien seguí trabajando—, hice la primera transmisión deportiva del país: Sportivo Barracas contra Huracán. Pero no teníamos micrófono; usábamos un teléfono, de esos de pie. Esto fue en 1926″.Contemporáneo suyo es Roque Sillitti, a quien se reconoce como el primer especialista en fútbol. Ya desde 1926 Sillitti narraba partidos por Radio Prieto con un micrófono en la mano como toda herramienta, parado o a veces en cuclillas, desde el borde mismo del campo de juego.

En estos tiempos en que la Champions League magnetiza al mundo y la eliminatoria sudamericana recobra vida cada tres meses, la televisión es la estrella mediática. La radio quedó rezagada; no obstante, acercará las incidencias a millones que estarán trabajando, conduciendo o en lugares donde no hay una TV. La radio es como el cigarro: acompaña. Años atrás en una entrevista al periodista gaucho, Fernando Niembro, quien, a manera de sentencia, preguntaba: “¿Qué sería del fútbol sin la prensa?”. En contrapartida: ¿qué hubiera sido del fútbol sin la radio?La radio es uno de los medios de comunicación, de base tecnológica más antiguos de nuestra historia. En 1926 nació en Venezuela la primera emisora de radio, AYRE, cuando el presidente Juan Vicente Gómez otorgó los permisos para la primera difusión en Caracas. A pesar de ser un medio tradicional, jamás perderá su encanto. La radio seguirá siendo la niña bonita del hogar.

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