La milagrosa imagen del santuario carmelitano de la capital Checa, es venerada en Venezuela desde los años 30. Y la devoción crece
El niño Jesús de Praga
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Por: Macky Arenas

La hermosa imagen de un niño de rostro dulce, bellamente vestido, que bendice con la mano derecha y en la izquierda sostiene un globo dorado es objeto de veneración por miles de personas del mundo entero.

La gente acude a Praga, donde se le conoce desde 1620 cuando en el convento de Los Carmelitas apareció obsequiado por una princesa. A partir de ese momento comenzó una inusitada prosperidad para un enclave religioso que se encontraba en declive.

Poco después, otro conflicto armado azotó a la ciudad de Praga. Los frailes se fueron y la devoción por el Niño pasó al desván. Herejes destrozaron el convento y también a la sagrada imagen, de la cual se burlaron y la quebraron.

Años después, los padres regresaron y encontraron la imagen entre los escombros del asalto al monasterio. Como pudieron, la limpiaron y expusieron de nuevo al fervor de la comunidad, pues aún su bello rostro permanecía intacto. En el acto regresó la bonanza y la fe que había decaído en la ciudad. Un día, escucharon que decía: «Devuélvanme mis manos y yo les devolveré la paz».

Finalmente, lograron encontrar un restaurador que devolvió a la imagen su esplendor original, recomponiendo sus manos. El primero que recibió compensación fue el artesano que había perdido honor y fortuna, recuperando todo al instante.

¿CÓMO LLEGA A VENEZUELA?

A través de la familia Hernáiz, uno de cuyos niños había contraído poliomielitis a consecuencia de una epidemia que se desató en Caracas en 1931. No había vacuna y toda la familia optó por rezar juntos. Uno de ellos estaba de viaje en España y conoció de la devoción al Niño Jesús de Praga. Compró una pieza y la trajo a Caracas. La enfermedad no fue grave para el muchacho y el conjunto familiar decidió cultivar el fervor por el Niño de Praga.



Agradecidos, comenzaron a realizar procesiones en su honor las cuales se mantienen anualmente hasta hoy, cada vez con mayor concurrencia de devotos. Las Iglesias donde exhiben imágenes se desbordan con la asistencia de familias enteras que hacen o pagan promesas, se visten de blanco y reparten estampitas, medallitas y bolsas de caramelos para los niños. Este año de 2023 la tradición cumple 93 años.

La familia Hernáiz, animadora y organizadora de estas celebraciones, saben de muchos casos de personas que aseguran haber sido favorecidas por un milagro. «Aunque no hay pruebas científicas que certifiquen estos hechos – escribe Gladys Hernáiz de Miranda – conocemos testimonios acerca del Niño Jesús de Praga. Aunque esto es sólo tradición oral y no hay nada certificado, al menos que yo sepa, lo importante es ver la fe, humildad y gratitud que se evidencia en cada relato».

Una señora cuenta: «Yo pago una promesa al Niño Jesús de Praga pues mi hijo nació muy mal y se salvó. Desde entonces – ya debe tener unos 30 años – todos los años cumplo con mi promesa». Otra tiene la certeza de que salió embarazada y dio a luz gracias a la intervención del Niño Jesús de Praga. Y así se sabe de numerosos casos que han anclado esta devoción en Venezuela.

NO SE ARREPENTIRÁN DE IR A PRAGA

Hace poco, algunos miembros de mi familia y yo, visitamos Praga.

Nuestro padre era un admirador de la que llamaba «la París de Europa del Este». Siempre que viajábamos nos animaba a hacer allá una parada. Nunca lo hicimos y él repetía: «No se arrepentirán, es una verdadera casita de muñecas».

Ya fallecido papá, hace tres años, decidimos complacerlo y llegar hasta Praga. El impacto fue increíble pues todo era como él decía. Nos enamoramos de esa ciudad. En su honor, quisimos celebrar la misa del tercer mes y lo hicimos en el santuario del Niño Jesús de Praga. Nos parecía estar viendo las estampitas e imágenes que siempre traía de vuelta a Caracas.

Gracias a papá conocimos esa hermosura de ciudad y ahora somos devotos del Niño Jesús de Praga. Desde el Cielo, él habrá disfrutado de la anécdota que seguidamente relataremos.

IDENTIDAD VENEZOLANA

Una vez terminada la Eucaristía quisimos entrar a la tienda contigua. Nos salió al paso un fraile español muy simpático que quiso saber de dónde éramos. «Tienen que decirme –bromeó – para poderlos dejar pasar». Le contestamos que éramos venezolanos. Dijo: «¿Vienen de tan lejos?. Bueno, pero para creerles deben cantar Niño Lindo». Se trata de un villancico criollo que no falta cada Navidad, muy famoso por su sencillez y belleza, y por ser casi un distintivo porque cada venezolano lo sabe de memoria apenas tiene uso de razón. Es como un rasgo de «identidad» como creyentes.
De inmediato comenzamos a cantar y a la primera estrofa, dijo: 
«¡Vale, vale!, no hay duda de que son venezolanos». Todos reímos y seguimos a lo nuestro.

En esa ocasión, con gran deferencia y consideración por la situación de nuestro país, nos hicieron entrar en la sacristía, nos permitieron cargar una hermosa y bastante grande imagen del sagrado Niño y nos bendijeron a cada uno del grupo.

Éramos una peregrinación, procedente de Tierra Santa, integrada por unas 13 personas más el sacerdote que nos acompañaba. Todos venezolanos. Sentimos que fue una muestra de consideración y cariño. Y nos produjo mucha emoción y alivio en nuestro viaje de regreso.

EL FERVOR CRECE

Es una bella devoción y la Sra Hernáiz agrega: “Con mucho orgullo y alegría comparto que cada año crece más y más el fervor al Niño Jesús de Praga. Ya la iglesia, que es bastante amplia, se hace insuficiente para la cantidad de fieles tan grande que se congrega. Pienso que esta es una muestra de fe viva, auténtica, que cada vez se tornará más y más significativa en nuestra ciudad de Caracas”.



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