La guerra federal librada entre los años de 1859 y 1864, se constituye en uno de los enfrentamientos fratricidas más crueles, ruinosos y desgarradores de toda la historia venezolana
Federación y Centralismo
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Por: Rafael Simón Jiménez

La contienda también calificada como la “guerra larga “, liquido una quinta parte de la población venezolana y sumió al país en la ruina económica y la desolación total.

Los antecedentes de este trágico conflicto hay que buscarlos, en la injusticia y la exclusión y discriminación social, que subsistió luego de la guerra de independencia, y donde los sectores de menores recursos campesinos, artesanos, e incluso esclavos estaban sometidos a una situación de explotación y depauperación, que los hacía proclives a motivarse con un mensaje radical que planteara su emancipación y redención social.

En 1840 la Venezuela disgregada y rural, asistirá a la irrupción de un fenómeno político que se constituirá en el más importante de ese tiempo: la aparición del llamado partido liberal, y el mensaje y verbo de su líder más destacado Antonio Leocadio Guzmán, quien habiendo pertenecido a los primeros elencos ministeriales de José Antonio Páez, prócer de la independencia y fundador de la Republica, decide deslindarse de los gobiernos conservadores, lo que inicia con una denuncia sobre lo que él considera ha sido la causa de la decadencia en el liderazgo del jefe llanero, la aparición de una clase que acapara poder y dinero, que él denomina por vez primera Oligarquía y que habría rodeado y manipulado al Presidente para colocarlo al servicio de sus intereses en desmedro de los sectores desvalidos de la nación.

Para difundir y multiplicar su mensaje, el denominado “apóstol del liberalismo “ se dota de un órgano de prensa denominado El Venezolano; cuyo eslogan “mas prefiero una libertad peligrosa, que una esclavitud tranquila”, pronto logra transformarse en un autentico fenómeno editorial, que se lee por miles en todos los pueblos de Venezuela y donde Guzmán reivindica las aspiraciones de profesionales, artesanos, pequeños comerciantes, campesinos e incluso esclavos, que comienzan a verlo como el nuevo mesías que ha venido a redimirlos.

Guzmán atiza, sin medir las consecuencia y en función de sus apetencias políticas, el odio y la confrontación social a través de los editoriales de su periódico que pasa de mano en mano y lo convierte en el primer fenómeno popular de nuestra historia. Tras de sí marchan miles de venezolanos que aspiran justicia y libertad. Pronto lo que parece un simple mensaje, deriva hacia una confrontación abierta al aparecer los saqueos, los asaltos de fincas, el robo de ganado, el incendio de propiedades. Jefes radicales como el “indio “Francisco Rangel y Ezequiel Zamora instigan y conducen las acciones militares. El gobierno de Soublette tutoriado por Páez responde con brutalidad y contundencia, generándose la llamada “insurrección campesina de 1.846 que se salda con miles de Muertos. Guzmán que nunca demostró el menor asomo de valor personal, pretende aplacar la situación negociando con el Gobierno, pero la gravedad del conflicto se le va de las manos y termina inhabilitado políticamente y más tarde preso y sentenciado a muerte.

La llegada al poder de José Tadeo Monagas de la mano de Páez en 1847, y su posterior cabriola y confrontación abierta con su antecesor, marcaran un cambio en la situación, Antonio Leocadio pasa de preso y condenado a la pena capital, a vicepresidente de la Republica y el partido liberal se convierte en factor de respaldo al nuevo gobernante, cuya hegemonía se prolonga por diez años, alternándose en la Presidencia con su hermano José Gregorio, y protagonizando un gobierno lleno de peculados y desafueros que llevara a los otrora irreconciliables rivales: liberales y conservadores a hacer una tregua en sus pugnas y constituir una frágil alianza que liquida el régimen de los Monagas.

Sin embargo aquel entendimiento contra natura dura poco y en 1859 se enciende de nuevo la llama de una confrontación, que pronto deriva hacia una guerra civil y que se prolongara por un quinquenio, hasta ser negociada la paz en el llamado tratado de Coche que transfirió el poder al partido liberal, dándose inicio al predominio del bando federal que tendrá como lideres al mariscal Juan Crisóstomo Falcón y luego por largos años al general Antonio Guzmán Blanco, hijo de Antonio Leocadio, fundador y prócer del partido liberal.
 
Encumbrados en el poder sobre más de 200.000 muertos y la ruina material de la Republica, Guzmán Padre al ser interrogado sobre el origen y contenido de la consigna de Federación, que había motivado a las masas desposeídas a incorporarse a la guerra, con el mayor desparpajo y cinismo afirmo: “Quien dijo que nosotros creemos en la federación, esa fue sola una consigna inventada por mi y otros dirigentes del partido para diferenciarnos de los conservadores, es más si ellos hubieran dicho federación, nosotros habríamos gritado centralismo” toda una cátedra de demagogia, manipulación y oportunismo político.

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