Continuamos este nuevo año, 2023, dándole forma y contenido a los poderes públicos en un Estado que se llame Ciudadano.
Poder Electoral en un Estado Ciudadano (ii)
      A-    A    A+


Por: Carlota Salazar Calderón

Pasamos al neurálgico poder público de las mayorías el que garantiza que los resultados de las elecciones expresen esa voluntad. El mismo que hasta ahora se ha centrado en el voto por candidatos, sin tomar en cuenta que en la democracia venezolana cohabita la representación con la participación, de allí que no sólo es el voto, es la consulta, es la propuesta legislativa, es el referéndum, herramientas que están en desuso.
 
Nuestro análisis lo vamos a comenzar con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), que lo concibe como un órgano que se ejerce a través del Consejo Nacional Electoral (CNE) como ente rector (Art. 292). En el marco de los principios de independencia orgánica, autonomía funcional y presupuestaria, despartidización, imparcialidad, participación ciudadana, descentralización, transparencia y celeridad del acto de votación y escrutinios (Art. 294), garantizando la igualdad, confiabilidad, imparcialidad, transparencia y eficiencia de los procesos electorales, la personalización del sufragio y la representación proporcional (Art. 293).

Eso dicho, así, es realmente hermoso. Pero la practica canta Rolando La serie ¡tú crees que es así, pero no es así! Sobre todo en estos tiempos de revolución socialista. De tal suerte que cuando hablamos de despartidización vemos cómo esta última directiva fue producto de un acuerdo político que incluyó mayoría oficialista, uno de los partidos minoritarios y a un solo miembro de la sociedad civil, que nadie sabe cómo representa a esa sociedad, pero está allí. Al referirnos a la imparcialidad resulta que siempre la balanza se inclina para beneficiar al partido político del gobierno y si nos referimos a la participación ciudadana exigen tantos requisitos que está limitada.
 
No sé si por estas razones o por la corriente opinática de fraude electoral: que los resultados los envía Cuba, alteran los resultados etc. etc. etc. Que cuando Latinobarómetro mide los niveles de confianza en el ente electoral, entre 2006 y 2020, ha bajado muchísimo. Así que, cuando se suma: mucha confianza con algo de confianza, tenemos 2006: 61,4%, 2007: 50,3%, 2010: 49,2%, 2015: 31,2%, 2016: 22,9%, 2017: 32,1%, 2018: 18,2% y 2020: 21,5%, lo cual es muy grave.

No soy experta electoral pero, a mi juicio, en lo que se refiere a la celeridad en el proceso, transparencia, personalización del sufragio y la representación proporcional, por el método D’Hondt, se cumplen. El sistema automatizado fue una exigencia ciudadana de décadas. Pero claro, hay que estar en las mesas para verificar que en la máquina no haya siempre trampa y cuando exista vigilancia de los actores políticos en el proceso, no sólo para constatar con las boletas, sino para evitar el voto asistido y otras prácticas mediante las cuales las grandes maquinarias partidistas llevan a la gente a votar con el chantaje de bolsas de comida, dinero...

Pero, pensando en un Estado Ciudadano, que es lo que nos interesa, debemos exigir mucho más. En efecto, deben estar presentes herramientas que permitan al ciudadano elegir. Por lo que es importante que los candidatos sean legítimos, es decir, que representen a un sector de la sociedad. Además que tengan un proyecto, ideas, honestidad... que sean un referente moral y aporten al país, no que vengan abrir la mano para pedir. Esto generaría liderazgos democráticos sólidos.
 
También es importante implementar mecanismos como el voto en blanco cuando no hay preferencia por ninguna candidatura y si gana esa tarjeta se repiten las elecciones; la doble vuelta que permite filtrar competidores para que queden las opciones con más aceptación, lo cual permite acuerdos y alianzas para gobernar.

Como conclusión en un Estado Ciudadano el Poder Electoral debe además de cumplir con los principios constitucionales transitar por nuevos mecanismos para que los ciudadanos puedan elegir realmente e incorporar las herramientas de participación política que motiven no sólo a votar por un candidato, sino también para las cosas importantes de mí comunidad. Se debe cumplir con el ciclo de la participación ciudadana, Font, conciencia ciudadana de los problemas de mí comunidad, elegir candidaturas competitivas, votar, apoyar la gestión si lo hace bien volver a votar, si no revocarlo...Un verdadero ejercicio democrático que es el cambio que necesitamos.

Ver más artículos de Carlota Salazar Calderón en