Era manso si los marcadores mostraban honestidad, si elegían pegar despertaban el carácter indomable de Edson Arantes. A malo, malo y medio.
Un Brindis por “O Rei”
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Por: Hernan Quiroz Plaza

Pocas veces resultó tan sencillo describir al fútbol como fenómeno. Decir Pelé lo resume todo y no necesita traducción en ningún lugar del planeta. Representa la belleza del juego, la maravilla del espectáculo. El eterno O Rei ahora es leyenda.“Te amamos infinitamente. Descansa en paz», publicó su hija Kely Nascimento en su cuenta de Instagram el 29 de diciembre desde el Hospital Albert Einstein, de Sao Paulo donde Pelé había ingresado exactamente un mes antes (el 29 de noviembre) para reevaluar su tratamiento. Nacido el 23 de octubre de 1940, es considerado uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol. El brasileño jugó en el Santos de 1956 hasta 1974, convirtiéndose en una leyenda absoluta del Club brasileño. El histórico jugador disputó un total de 92 partidos con la selección brasileña, marcando 77 goles y siendo todavía, a día de hoy empatado con Neymar Jr., el máximo goleador histórico de la selección verde amarela. Además, Pelé es el único jugador de la historia que ha ganado tres mundiales, Suecia 1958, Chile 1962 y México 1970. El «10» marcó 1.283 goles a lo largo de su carrera profesional, un récord histórico, de los cuales 757 en partidos oficiales.Tiene el mayor número de hat-tricks en la historia: 92. Fue, además, el jugador más joven en ganar un Mundial, con tan solo 17 años. Por eso recibió múltiples premios como el de "Deportista del siglo XX" y "Mejor futbolista del siglo XX".

Primero en su versión bautismal y al cabo de una docena de años en su versión crepuscular, Edson Arantes do Nascimento, Pelé, guarda en el dorado cofre de la historia grande del fútbol el supremo honor de ser el único en haber dado la vuelta olímpica de tres Copas del Mundo. Dejó de llamarse Edson Arantes do Nascimento, para ser conocido por todos como Pelé. En esas cuatro palabras se encierra toda su clase. Fue el primero en inmortalizar la “franela” número 10 para aquel futbolista distinto, que por sus cualidades podía definir un partido de fútbol.


Muchos de sus goles se convirtieron en leyenda, pero la influencia de Pelé en el deporte fue mucho más allá de los tantos. Ayudó a crear y promover lo que más tarde llamó “o jogo bonito” —el juego bonito—, un estilo que valoraba el control inteligente del balón, los pases ingeniosos y precisos, y un apetito voraz por el ataque. Pelé no solo lo practicó mejor que nadie, sino que lo defendió en todo el mundo. Entre sus ventajas atléticas se encontraba un centro de gravedad extraordinario: cuando corría, se desviaba, aceleraba o retrocedía, su abdomen parecía no moverse nunca mientras sus caderas y la parte superior del cuerpo giraban a su alrededor. Podía acelerar, desacelerar o girar en un instante. Fuera de equilibrio o no, podía golpear el balón con precisión con cualquiera de los dos pies. Relativamente bajo, con 1,70 metros de estatura, podía, sin embargo, saltar excepcionalmente alto, pareciendo a menudo que se sostenía en el aire para poner fuerza detrás de un cabezazo. Al igual que otros deportes, el fútbol ha evolucionado. Hoy en día, muchas de sus estrellas pueden ejecutar tiros acrobáticos o secuencias de pases rápidos. Pero en su época, las habilidades de Pelé para crear y marcar eran impresionantes.

PELE Y SU PASO POR VENEZUELA:

El brasileño dejó su huella en Venezuela en unas cuantas oportunidadesy contra la Vinotinto.La primera vez que el 10 estuvo en Venezuela vistiendo la “franela” del Santos fue en 1959. El 12 de febrero de ese año disputó un duelo amistoso ante el Deportivo Español en Caracas, empate sin goles.Posteriormente volvería el 21 de febrero de 1965, marcando un triplete en el triunfo 3-0 sobre el Galicia, en el estadio Olímpico de la UCV.Cuatro años después estaría en el país con la selección brasileña, disputando las eliminatorias a México 1970. En el estadio Olímpico encabezó la goleada 5-0 sobre la Vinotinto, con un doblete, el 10 de agosto.Un año más tarde, cuando ya había conquistado el Mundial de México 70 con Brasil, estuvo en Maracaibo en el estadio Olímpico (hoy “Pachencho” Romero) con el Santos.Enfrentando a la selección de la Liga Mayor ganó el Peixe 5-1. El astro anotó un gol.En 1977 jugó por última vez en Venezuela, esta vez frente al Portuguesa con el Cosmos de Nueva York. Lo hizo en el empate a uno en Caracas. No marcó. Fue gran amigo del periodista hispano-venezolano Lázaro Candal, comentó el Mundial de 1978 para Radio Caracas TV.De su paso por Maracaibo recuerda Luis Mendoza en su libro “Ahora vengo yo” que solo asistieron cuatro mil personas.“Pelé no lo olvida, creo que jamás lo olvidará y lo ha dicho, porque fue uno de los pocos escenarios en el mundo que no logró desbordar, pese a su enorme grandeza”, dijo Mendocita.Pelé luego vendría unas veces más a Venezuela, invitado por empresarios. Se hizo presente en el año 1999 para presenciar el II Intercontinental de Fútbol Sub–15, que tuvo lugar en la ciudad de Caracas.Durante su estadía en la tierra natal de Simón Bolívar, apadrinó a los equipos juveniles que marcaron presencia en la competencia deportiva, incluyendo al Club Sport Marítimo; equipo con el que tuvo contacto por primera vez en tierras venezolanas.

PELÉ INSPIRÓ A PERIODISTAS, ESCRITORES Y POETAS:

"Pelé tiene una ventaja considerable sobre los demás jugadores, la de sentirse un rey, de los pies a la cabeza", escribió Nelson Rodrigues periodista, escritor y dramaturgo brasileño en la crónica publicada en la revista Manchete Esportiva, el 8 de marzo de 1958.En la crónica, Rodrigues confiesa haberse asustado al enterarse de la edad de Pelé: ¡17 años! "Es un niño, un niño. Si quisiera estar en una película de Brigitte Bardot, lo prohibirían", escribió en la columna "Mi personaje del año", en enero de 1959."Pero miren: ¡es un indudable genio! Ya sea a Miguel Ángel, a Homero o a Dante, los saluda con íntima efusividad: '¿Cómo estás, colega?'".Para describir lo que vio, Rodrigues abusó de adjetivos: "grande", "perfecto", "fabuloso", "imbatible", "incomparable". "Anda a jugar bien así, que el diablo se lo lleve". Tres meses después de la publicación de la crónica profética, la primera en llamar rey a Pelé, la estrella y la selección brasileña de fútbol se coronaron campeones en el Mundial de Suecia.En 1975, cuando la estrella ya vestía la camiseta del Cosmos, Rodrigues declaró: "Pregúntenle a cualquier cebra del zoo: '¿Quién es el mejor jugador del mundo?'. Todas las cebras dirán, en una cálida unanimidad: 'Pelé'.Y concluyó: "Desde el esquimal hasta el chino, desde el ruso hasta el alemán, desde el patagónico hasta el egipcio, todos piensan que Pelé es realmente el gran jugador del presente, del pasado y del futuro".

Nelson Rodrigues no fue el único en elogiar el talento de Pelé. A lo largo de las décadas, otros autores, de diferentes estilos y generaciones, escribieron cuentos, poemas e incluso novelas, rindiendo homenaje al "jugador más completo que jamás existió", como diría su paisano, el biógrafo, Ruy Castro. El poeta de Minas Gerais Carlos Drummond de Andrade (1902-1987), autor de Quando É Dia de Futebol ("Cuando es día de fútbol"), escribió: "Lo difícil, lo extraordinario, no es hacer mil goles, como Pelé. Es hacer un gol como Pelé". Por su parte, el columnista gaucho Luís Fernando Veríssimo escribió en su obra "DreamTeam. Pasión, poesía y fútbol" (2010): "Pelé era bueno hasta atándose las botas". Cada quien tiene su momento favorito. El escritor de Minas Gerais, MárioPrata, autor de París, ¡98! (2005), sobre el Mundial de Francia, es "totalmente desconocido".Pelé debía tener 12 años y jugaba en el Baquinho, el equipo infantil de Bauru, club del interior de São Paulo donde el niño dio sus primeros regates.En un partido, relata Prata, Pelé recibió el balón de espaldas a la portería contraria y, sin mirar atrás, lo golpeó con el tacón. ¿Conclusión? El balón se fue en el ángulo. En el descanso del primer tiempo, el entrenador le regañó así al chico: "Oh, hombre, no tenías que hacer eso. La posibilidad de cometer un error era grande. Había espacio para dar la vuelta y tirar de frente". Pelé respondió: "Tiene razón. No estaba viendo su portería, estaba viendo la nuestra", reproduce Prata.

La jugada favorita del escritor paulista Ignácio de Loyola Brandão, autor de "El gol", incluido en la antología 22 Contistas em Campo ("22 contadores en el campo", 2006), fue el tanto que marcó Pelé en el Juventus Stadium, en Sao Paulo, el 2 de agosto de 1959. El partido terminó en goleada: 4 a 0 para Santos. "Nunca había visto un gol tan narrado, descrito, comentado, discutido, aplaudido, idolatrado, mitificado. Ese gol no lo vi. Pero todos lo vieron. El estadio tiene capacidad para 4.000 hinchas en 1950", dice irónicamente. El escritor brasileño Milton Hatoum también cita un gol como la jugada magistral del rey del fútbol. "Pelé marcó decenas de goles increíbles. Uno de los más bonitos fue el que marcó contra Suecia", elige remontándose al Mundial de 1958.Él mismo narra la maniobra: un jugador realiza un centro largo al área. Pelé domina el balón, saca un sombrero a un defensa y, sin dejar que el balón toque el césped, lo patea al ángulo derecho del portero."Un gol histórico", define. "Desafortunadamente, Brasil no celebra a sus verdaderos mitos y héroes".

El periodista paulista Juca Kfouri, autor de varios libros sobre fútbol, como Meninos Eu Vi ("Chicos que vi", 2003), entre otros, elige no un gol, como Prata, Loyola o Hatoum, sino un intento de gol. El mediocampo disparó ante Checoslovaquia, en el Mundial de 1970. "Después de ser el gol que Pelé no marcó durante años, lo cierto es que nadie lo había intentado antes", explica.El escritor de Minas Gerais Luiz Ruffato, que editó Entre como QuatroLinhas ("Entre cuatro líneas", 2013), una antología de cuentos sobre el fútbol, también señala lo que más le gusta del atleta del siglo. "Puede ser un poco obvio, pero el tiro más hermoso fue el primer gol en la final de la Copa del Mundo de 1970 contra Italia". Tostão remata por la banda para Rivelino que, en un solo toque, pone el balón en la cabeza de Pelé. ¡Métala! "Recuerdo los gritos de alegría de la gente de mi barrio, gente pobre que trabajaba en fábricas de telas, y que en ese momento se sentían reyes como Pelé. Yo era un niño, tenía 9 años, pero, aún hoy, me emociono cuando recuerdo ese partido...", confiesa.

Para cuatro escritores, el remate más bonito de todos los tiempos del mejor futbolista de la historia no fue un gol, sino un regate. El clásico regate a cuerpo del portero uruguayo Ladislao Mazurkiewicz (1945-2013) en la semifinal del Mundial de 1970, en México. "Un regate pocas veces visto", apunta el escritor carioca Carlos Eduardo Novaes, autor de la crónica "El rey de la superstición", de la antología Onze em Campo e um Banco de Primeira ("Once en el campo y un banco de primera clase", 1998). "Visión de juego y rapidez de pensamiento de quien sabe lo que tiene que hacer en el campo".

Antes de elegir su jugada favorita, el escritor brasileño CristovãoTezza se asegura de reseñarla "por milésima vez". "Es una cosa 'conceptual", dice. "Tan hermoso que la ausencia de gol se volvió irrelevante", dice el autor de "Una cuestión moral", cuento incluido en la colección Entre as QuatroLinhas ("Entre las cuatro líneas"), de LuizRuffato.Autor de Os Cabeças de Bagre También Merecem o Paraíso ("Las cabezas de bagre también merecen el paraíso", 2001), entre otros libros sobre fútbol, el escritor y guionista del Santos José Roberto Torero también vota por el regate sin balón de Pelé en Mazurkiewicz. "Fue un regate completamente nuevo, que nunca antes se había visto. En ese momento, Pelé dejó de ser un artista para convertirse en un creador. Hizo una obra maestra, pero una obra maestra de verdad, algo que nunca antes se había hecho", justifica. Al escritor y periodista de Minas Gerais Sérgio Rodrigues le gusta tanto la idea, que no le dedicó una crónica o un cuento, sino una novela, O Drible ("El regate", 2013). En el libro, los nueve segundos de juego se describen en seis páginas. "Además de la asombrosa capacidad de fabulación futbolística, la creación instantánea de un hecho inédito que altera las mismas coordenadas temporales y espaciales del juego, lo que veo en esta jugada es una garantía de permanencia precisamente por su inconsistencia. Si hubiese resultado en gol, habría sido bonito, pero tranquilizador. Como el balón no entró, nos quemará los ojos para siempre". Alejandro Mora, analista deportivo, asegura que Pelé tuvo que aprender a defenderse solo porque los árbitros no protegían a los jugadores como lo hacen hoy en día. Además, dice que no se pueden comparar a Pelé, Maradona y Messi porque los balones son diferentes, las canchas son distintas, entre otras cosas.

5 COSAS QUE TAL VEZ NO SABÍAS DE PELÉ, "EL REY" DEL FÚTBOL:

Hay muchos debates de quién es el mejor futbolista de todos los tiempos: Maradona, Messi, Ronaldo, Cruyff…Pero nadie discute quién es el rey: Edson Arantes do Nascimento.En su extensa carrera como futbolista, rompió todos los récords, pese a que eran tiempos en que los futbolistas se medían más por el alcance de su talento que por el registro de sus números. Su carrera de más de dos décadas también incluyó otros hechos y anécdotas que tal vez no conoces de "O Rei".

1. Fue arquero cuatro veces… (y en una de ellas ayudó a su equipo a llegar a una final). Lo hizo en cuatro ocasiones de manera oficial: en 1959, 1963, 1969 y 1973.De ellas, la más recordada fue la de 1963.Santos disputaba la semifinal de la Copa de Brasil contra el Gremio de Porto Alegre. El partido iba 4-3, gracias a un hat-trick de Pelé, por supuesto.En el minuto 86, Gilmar, el legendario portero del Santos, fue expulsado y no había más cambios permitidos. ¿Quién va al arco? Edson Arantes.La leyenda cuenta que paró dos disparos que tenían destino de gol. Final del partido. Santos a la final de la Copa de Brasil, que acabaría ganando.

2. Fue el único jugador que hizo expulsar a un árbitro… (y al que permitieron volver a jugar después de ser expulsado). Ocurrió en Colombia. El Santos se había convertido, gracias a Pelé, en el mejor equipo de América, pero también en una especie de circo que iba recorriendo el mundo para mostrar a su máxima estrella.Uno de esos partidos de exhibición ocurrió el 17 de julio de 1968 en Bogotá. Esa noche, el Santos se enfrentó a la selección olímpica de Colombia con un estadio a reventar. El árbitro, Guillermo Velásquez, se había dado puños con un jugador y minutos después, tras un forcejeo en el área, Pelé le exigió que pitara un penalti. Velásquez afirmó en varias entrevistas posteriores que el rey Pelé le había dicho "todas las groserías posibles". "Y yo se las entendí", sentenció. El árbitrolemostró el camino a las duchas. Pelé obedeció.Lo que sigue es leyenda. De acuerdo a varios medios, los jugadores del Santos atacaron al árbitro Velásquez, la cancha se volvió "un ring de boxeo", donde los jugadores del Santos se abalanzaron sobre Velásquez para molerlo a puños. Lo sacaron de la cancha y lo reemplazaron por el juez de línea, que a su vez fue sustituido por un espectador que tuvo que utilizar un pañuelo como banderín. Pelé, a petición del público, volvió a la cancha. El partido terminó 4-2 a favor del Santos. "De las 28 personas que trajo el Santos, me pegaron 25. Los únicos que no lo hicieron fueron el médico, un periodista de Folha de São Paulo y Pelé", dijo Velásquez años después. Velásquez, quien murió en 2017, se marchó del encuentro con el rostro hinchado de los golpes que le propinaron los jugadores brasileños. Pero su indignación no se iba a diluir así sin más. Tan pronto salió de la cancha se dirigió a una comisaría cercana a denunciar a cada una de las personas que él pensaba lo habían golpeado esa noche. La mayoría de la delegación del Santos tuvo que quedarse en Colombia dos días más de lo planeado para enfrentar la denuncia. Finalmente, según publicó en esos días la periodista Ana María González, acordaron pagarle a Velásquez una suma de dinero como compensación. Pelé siguió su camino hacia México 70, donde consiguió el tercer Mundial. Velásquez y Pelé se volverían a encontrar muchos años después en un partido de exhibición en Miami, cuando Pelé ya era la estrella del Cosmos de Nueva York. En ese partido, fue Pelé quien le quitó la tarjeta roja para quedársela de recuerdo.

3. Le quebró la nariz a un rival de un cabezazo (y fue su peor remordimiento). La mayoría de las fotos de Pelé muestran a un hombre sonriente, cálido, amable.Pero en la cancha, la cosa no siempre era así.Uno de los hechos que más lamenta Pelé ocurrió durante un partido entre Brasil y Argentina, en la Copa de las Naciones de 1964.El torneo se jugaba en Brasil. Habían invitado a Portugal, Inglaterra y a última hora le pidieron el favor a Argentina completar el grupo. En el segundo partido, Brasil, con Pelé al frente, jugó ante su acérrimo rival albiceleste. El técnico argentino José María Minella puso al defensa de Argentinos Juniors, José Agustín Mesiano a marcar a Pelé. Mesiano cumplió con rigor la tarea: asfixió a Pelé por toda la cancha. Edson Arantes, exhausto y frustrado por no poder desplegar su magia para evitar la derrota, se salió de sus cabales y su rostro de mensajero de paz transmutó en uno de guerra."Estaba molesto porque lo seguía por todos lados. La jugada fue rara. Se la saqué, se la di a Varacka y de repente sentí el golpe. Caí, vi la sangre, me toqué y sentí que tenía corrida la nariz", le contó muchos años después Mesiano al diario argentino Olé, mientras se señalaba la cicatriz que le había dejado en la nariz.Pelé le había fracturado el tabique a su rival. Pocos años después, en una entrevista con la revista argentina El Gráfico, Pelé admitió que ese era su principal remordimiento dentro de una cancha de fútbol.



4. Ha sido actor en 10 películas (una de ellas junto Sylvester Stallone y Michael Caine). Una faceta no tan conocida de Pelé es la de actor... y cantante.En Internet Movie Data Base, IMDB, que registra todos los movimientos del mundo cinematográfico, Edson Arantes do Nascimiento aparece como actor en 11 producciones: 10 de cine y una de televisión.La más famosa fue Victory ("Evasión o victoria" en España o "Escape a la victoria" en Latinoamérica) de 1981, en la que estuvo bajo la dirección de John Huston (el recordado director de "El halcón maltés") y compartió pantalla con dos ganadores del Globo de Oro: Sylvester Stallone y Michael Caine. No se sabe si Huston quedó encantando con la actuación de Pelé, que también apareció junto a él en la película de 1983 A Minor Miracle, donde se interpretaba a sí mismo. También estuvo en películas como Solidão, Uma Linda História de Amor, "Pedro Mico" y en el filme histórico A Marcha, de 1972.Y no solo actuó. También cantó. Son famosos sus dúos con Elis Regina, en la década de los 60, y el disco de 2006 "Ginga".

5. Fue llamado "traidor" por otro ídolo de la canarinha. En 2014, cuando el Mundial que se iba a jugar ese año en Brasil generaba rechazo en un sector de la población, un mes antes del torneo apareció una pancarta en Río de Janeiro con una foto de Pelé y una leyenda escrita a mano: "Traidor del siglo".Varios años antes, esa misma palabra había sido utilizada en su contra por otro grande del fútbol brasileño, Sócrates. Cuando Sócrates lo tachó de traidor en 2001, fue porque se había abrazado con el entonces presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Ricardo Teixeira, después de haberlo acusado de corrupción. Pero esta no fue la única polémica de Pelé con otras estrellas del fútbol brasileño. Romario, delantero campeón del mundo con la Canarinha en 1994 (el primer Mundial que Brasil ganó tras el retiro de su mítico 10), le lanzó en su momento una frase que se volvió muletilla para criticarlo: "Pelé, callado, es un poeta".Sin embargo, cuando en el último Mundial de Qatar se difundió la noticia de las complicaciones de salud de Pelé, todo el equipo liderado por Neymar posó con una pancarta en honor al máximo ídolo de la selección verde y amarilla.

Hasta mediados de los ’60, Alfredo Di Stéfano era el futbolista que admiraba Europa, por su calidad, sus goles, su polivalencia y su carácter temible y ganador. No obstante, Pelé fue el primer deportista global, su luz se irradió a escala planetaria. El fútbol no había sido universalizado aún (eso fue obra de João Havelange, que lo introdujo hasta en los últimos confines del África, el Asia y Oceanía), pero incluso los países más exóticos y no futbolizados reclamaban su presencia. Y O Rei llevó su magia y su sonrisa. Reivindicó a su raza, reyes rubios se rindieron ante él. Lo contó en “Mi legado”, su libro autobiográfico: “Durante el Mundial de 1958, los niños suecos solían tocarme la cara para comprobar si no estaba pintado, nunca habían visto a nadie de raza negra; no me molestó en absoluto, eso es parte de la inocencia y la pureza de los chicos”. Se transformó en un adjetivo; cuando alguien era muy bueno en algo se decía “Es Pelé”. O en contrario, para reprobarlo: “¿Quién se cree que es, Pelé…?”

El 10 en su espalda conllevó una equivocación generalizada: que ocupaba la función de volante ofensivo; error, aunque no era un 9 de área como Romario o Gerd Müller, jugaba de delantero puro. Seguramente fue el futbolista más completo de la historia por técnica, clase, temperamento y objetividad. Tenía el pecho de gomaespuma, lo hundía para docilizar el balón y lo dormía. En el toque corto, triangulando, fue sensacional, sorteaba la espesura del área con precisión quirúrgica. Sus paredes con Coutinho fueron antológicas. De respetable remate, mejor direccionado que potente, su cabezazo era excepcional. El gol a Italia en la final de México ’70 es un prodigio: maravillosa elevación, arqueo del torso hacia atrás para dar fuerza al golpeo e impacto perfecto, artístico, con potencia y dirección. Transformaba su cabeza en una mandarria.

Era manso si los marcadores mostraban lealtad, si elegían pegar despertaban el carácter indomable de Edson Arantes. A malo, malo y medio. Quizás lo endureció la grave lesión de Dondinho, su padre, el día que debutó en la primera del Atlético Mineiro y lo fracturaron, tronchando su sueño de futbolista profesional. Pelé se juramentó que no le pasaría lo que a su progenitor. Atrevido hasta decir basta, si algo le faltaba como jugador era temor. Su compadre, Pepe (446 goles en Primera División). Dijo: “Todo el mundo quería ablandar al Santos. Los únicos que respondían eran Pelé y Coutinho. Ellos eran bravos. Pelé devolvía todo lo que le daban. Y Coutinho te dejaba dar una, dos, tres patadas… A la tercera te metía un planchazo con todo”.

En ese tiempo se marcaba mucho menos que hoy, pero se pegaba el triple. Y muchos buscaban pararlo a toda costa. Antonio Rattin, capitán de Boca y la Selección Argentina, mantenía un duelo con él, siempre lo marcaba. Una vez estaban esperando un córner y Pelé le propuso un pacto: “Sin pelota, no”. Porque solía recibir golpes de puño mientras llegaba el centro. De frente y con pelota aguantaba lo que viniera. Rattin era hombre de códigos y cumplió: “Nunca le pegué a traición”. Si Brasil o el Santos iban perdiendo, O Rei comenzaba a golpearse el pecho, reclamaba la bola, se sentía capaz de torcer cualquier resultado. En aquellas durísimas tenidas con Peñarol por Copa Libertadores, el vestuario aurinegro tenía una consigna inteligente cuando enfrentaban al Santos de Pelé: “Al Negro no lo toquen; si se enoja estamos listos”. Hasta su aparición, el brasileño era un fútbol considerable, aunque un escalón por debajo del argentino o el uruguayo en el mapa continental, a partir de Pelé se convirtió en el más ganador del mundo. Mejor que eso, en el más admirado. Como los muy grandes, jamás defraudaba.

Cuando Pelé estaba a punto de jubilarse en el Santos a principios de la década de 1970, Henry Kissinger, el entonces secretario de Estado de EE. UU., escribió al gobierno brasileño pidiéndole que animaraa Pelé para que jugara en Estados Unidos como forma de ayudar a promover el fútbol, y a Brasil, en EE. UU. Para entonces, otras dos Copas del Mundo, numerosos torneos internacionales de clubes y las incansables giras del Santos habían convertido a Pelé en una celebridad mundial. Así que fue más que quijotesco cuando Toye, el director general del Cosmos, decidió intentar persuadir al jugador universalmente aclamado como el mejor del mundo, y mejor pagado, para que se uniera a su equipo. Pelé era sensible al hecho de haber abandonado la escuela (más tarde obtuvo un diploma de secundaria y un título universitario cuando jugaba en el Santos) y a menudo se lamentaba de que tantos jóvenes brasileños siguieran siendo pobres y analfabetos, incluso cuando el país había empezado a prosperar. De hecho, el día que marcó su gol número 1000, en noviembre de 1969, en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, ante más de 200.000 aficionados, Pelé fue acosado por los periodistas en la cancha y usó sus micrófonos para dedicar el gol a “los niños”. Llorando, improvisó un discurso sobre las dificultades de los niños de Brasil y la necesidad de darles mejores oportunidades educativas.

Antes de su último partido, en octubre de 1977 en el Estadio de los Gigantes de East Rutherford, Nueva Jersey, Pelé tomó el micrófono en un podio en el centro del campo, con su padre y Muhammad Ali a su lado, y exhortó a una multitud de más de 75.000 personas. “Ahora digan conmigo tres veces”, declaró, “por los niños: ¡Amor! ¡Amor! Amor!”. Su éxito trascendió otras esferas. Fue compositor, cantante, actor y ministro extraordinario de Deportes de Brasil (1995-1998). Se casó tres veces y fue padre de siete hijos. "Decir que me faltó algo por hacer sería una ingratitud muy grande (...) Solo me faltó ir a la luna", dijo a la FIFA en octubre de 2020. Nunca ganó el Balón de Oro porque sólo se les entregaba a europeos, pero en la gala de enero de 2014, la FIFA le otorgó uno honorífico. Durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, en los años noventa, fue ministro de Deportes y se promulgó la llamada "Ley Pelé", por la que, si el jugador termina su contrato y no renueva con su club, queda en libertad de acción. Fue nombrado Caballero de Honor del Imperio Británico, Ciudadano del Mundo por la ONU y embajador para la Ecología y Medio Ambiente de la UNESCO, y embajador del Deporte en el Foro de Davos (2006). Su amor por la música lo llevó a componer unos quinientos temas musicales y grabar discos, aunque algunos se mantienen en el anonimato "porque nunca quise que se compararan mis capacidades". Es nombrado en más de cien canciones en todo el mundo. Se casó en 1966 con Rosemeri Cholbi pero se divorció en 1978. Se dijo que, con los continuos viajes por giras, se veían muy poco. Tuvo cuatro hijos, Kelly, Cristina, Edinho y Jennifer. En 1994 se casó otra vez, con Assiria Seixas Lemos y tuvo a los gemelos Josua y Celeste. Se le conocieron amoríos con Xuxa y con dos reinas de la belleza: Mis Brasil 1986 (Deisa Nunes de Souza) y Miss Brasil 1989 (Flavia Cavalcanti). A pesar de su importante fortuna, Pelé confesó en más de una ocasión que: “yo no me hice rico con el fútbol como hacen los jugadores de hoy. Yo gané dinero por la publicidad, cuando dejé de jugar, pero ninguna de tabaco, alcohol, política o religiosa”. Tras su fallecimiento, deja una importante herencia a sus hijos reconocidos.

FIFA PEDIRÁ A SUS 211 ASOCIACIONES MIEMBRO BAUTIZAR ESTADIOS CON EL NOMBRE DE PELÉ:

"Vamos a homenajear al 'rey' como se merece. Pediremos a todas las federaciones en el mundo entero, los 211 países, que nombren un estadio en cada país con el nombre de Pelé, porque los jóvenes tienen que saber y recordar quién era", dijo Infantino, quien llegó a la ciudad de Santos, en el estado brasileño de Sao Paulo (sureste), para participar de la despedida del ídolo. El velorio de Pelé, comenzó la mañana del lunes 2 de enero 2023 en el estadio Vila Belmiro, casa del Santos, donde el ex astro jugó casi toda su carrera profesional. "Pelé es eterno, es un ícono mundial del fútbol. Hizo por primera vez muchas cosas que en el fútbol el 99 % apenas puede soñar con hacer, y el 1 % restante lo hizo después de él", agregó Infantino. Además del presidente de FIFA, llegaron a Vila Belmiro el jefe de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ednaldo Rodrigues; y de la Conmebol, Alejandro Domínguez. "Pelé no murió, Pelé fue para un lugar mejor. Nosotros que somos cristianos creemos que existe un mundo mejor y fue para allá que Pelé fue y espero que él descanse en paz", afirmó Lula en un vídeo que publicó en sus redes sociales después de ir al velatorio. Lula, acompañado de la primera dama, Rosângela 'Janja' da Silva, y de una comitiva oficial, estuvo durante 23 minutos en el velatorio, al que llegó una hora antes del cierre de las puertas del estadio Vila Belmiro, por el que pasaron unas 230.000 personas en 24 horas. "Venir hasta Santos para despedirme de Pelé es una obligación, no de un presidente de la República y sí de un ciudadano, de un ser humano que adoraba el arte que Pelé producía para el mundo", afirmó."Pelé, además de ser el mejor jugador del mundo, era una figura humilde y simple"."Me gustaría que todo el mundo, a los que les gusta jugar fútbol o que quieran entrar a una cancha de fútbol, vean alguna cosa sobre Pelé, porque es una pérdida irreparable para Brasil", puntualizó el mandatario brasileño.



"Cuando una persona es muy conocida y pasa a ser idolatrada, suele olvidar de donde vino. Lo digo porque cuando Edson conoció a Pelé, con sus seis años en Baurú, era Edson el que lloraba, sufría, tenía problemas. Pelé es inmortal, ídolo. Uno puede ir a cualquier lugar del mundo y si pregunta si conocen a Pelé, la respuesta siempre será que sí, pero si uno pregunta quién es Edson, nadie lo sabe y sin embargo, Edson es la base de Pelé", así reconoció para un documental sobre su vida. Su muerte deja al fútbol con diez. Aplaudido por su incomparable talento y originalidad sobre el terreno de juego, Pelé también se ganó el cariño de los aficionados con su personalidad alegre y su creencia en el poder del fútbol para conectar a la gente por encima de las divisiones de raza, clase y nacionalidad. Pelé siempre quedará escrito con letras doradas en la historia del fútbol y del deporte. Un jugador fuera de serie en una época diferente. Aquellos que lo vieron jugar no dudan en afirmar que es el mejor de la historia. El cielo está feliz. Cuando falleció Maradona en noviembre de 2020, Pelé escribió en sus redes sociales que un día jugarían juntos en el paraíso. Ese día llegó. Pelé. Maradona, Di Stéfano y Cruyff esperan seguir jugando al fútbol desde la dimensión de los inmortales. Humildísimo, agradable, siempre destilando grandeza. Ya retirado, se lo intentó estigmatizar como amigo del poder para rebajarlo, una miseria humana. Su imagen es impecable. Nunca se podrá agradecer debidamente su contribución a la popularidad del fútbol. No hay que llorar, el deporte mundial debe levantar las copas y brindar por él, el rey eterno del futbol.

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