El poeta venezolano recibe el máximo reconocimiento del idioma español. Es la voz universal de un país aquejado por la pobreza y el autoritarismo
Esa Inmensa Patria Llamada Rafael Cadenas
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Por Karina Sainz Borgo

Rafael Cadenas nació en Barquisimeto, en el occidente de Venezuela, hace 92 años. Ha vivido casi un siglo durante el cual ha visto gobernar y morir a tres de los grandes dictadores venezolanos: el general Juan Vicente Gómez, el general Marcos Pérez Jiménez y el teniente coronel Hugo Chávez.

Es el mejor poeta venezolano vivo y el mayor exponente literario. Ha sido testigo de varias demoliciones y destierros, incluido este. Ensimismado, casi siempre murmurante y huidizo, Rafael Cadenas habla poco y en voz muy baja, acaso porque todo lo importante ya lo ha dicho sobre el papel.

Apasionado lector de la Generación del 27, Rafael Cadenas ha creado una obra sólida que resiste a cualquier demolición, incluida la de su propio país.

Poeta, ensayista y traductor, en los años cincuenta del siglo XX venezolano, Cadenas fue militante comunista. Estuvo encarcelado y debió marcharse luego a Trinidad huyendo de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. En 1957 regresó a Venezuela y publicó la que se convertirá en su obra más famosa ‘Los cuadernos del destierro’ (1960), una especie de premonición que retrató a una generación que terminaría por embarcarse en la lucha armada como si de una gesta heroica se tratara. «Yo pertenecía a un pueblo de grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes, silenciosos y aptos para enloquecer de amor», escribió en las páginas de aquel poemario. Cada verso de ese libro es un clavo en el ataúd de una nación fallida.

Uno de sus poemas más conocidos es ‘Derrota’, escrito en 1963 y considerado como el retrato en clave personal de su generación: aquella que sentía que el fracaso de la revolución armada en su país era su propio fracaso. «Yo que no he tenido nunca un oficio / que ante todo competidor me he sentido débil (…) que todo el día tapo mi rebelión/ que no me he ido a las guerrillas/ que no he hecho nada por mi pueblo / que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas (…)», decían aquellos versos. A Rafael Cadenas ya no le gusta ese poema, ni siquiera le parece lo suficientemente bueno como para siga siendo objeto de interés de los lectores.

«Tiene su propia vida, se ha vuelto independiente. Ya yo no tengo nada que ver con esos versos. No corresponde a lo que pienso hoy», dijo en una entrevista concedida cuando fue galardonado con el Premio de Poesía García Lorca. La obra de Rafael Cadenas se sostiene sobre el mecanismo de la poesía que reflexiona al mismo tiempo que se escribe. Sus palabras ponen las piedras de una casa desmantelada, la de un país sin instituciones –políticas, culturales, ciudadanas- capaces de defender su obra. En una nación en la que todo gesto individual parece un naufragio, el premio Cervantes a Cadenas amplifica la importancia de sus poemas.


EL ENSAYISTA

Si algo caracteriza a la obra de Cadenas es su capacidad de apresar una voz llena de desolación, lentitud y belleza. Algo en ella hace posible la encarnación de un país que viviría sus peores años en las décadas siguientes.

Los años cincuenta y sesenta venezolanos fueron el momento de eclosión de grupos como Tabla Redonda o El Techo de la Ballena, con los que Cadenas mantuvo relación y de los que formó parte y que configuraron buena parte de su sensibilidad literaria y estética. Inscrito en la potente tradición poética latinoamericana, Cadenas se inscribe en la tradición del poeta dotado para el ensayo.

Su poesía y su prosa vinculadas al pensamiento filosófico están recogidas en ‘Obra entera’, publicada primero por el Fondo de Cultura Económica de México y, más tarde, por la editorial española Pre-Textos. La lectura de sus poemas y textos reflejan de qué manera el corpus de su reflexión literaria se deposita en el lenguaje. La destilación existencial y estética del idioma le han permitido a Cadenas reflexionar sobre el uso que hace el poder del idioma.

EL PODER DE LA PALABRA

«Las palabras no llevan a lo que dicen. Me refiero al uso que hace el poder de la palabra. Hay que volver a definirlas hasta donde sea posible. Siempre menciono la idea de Confucio sobre la rectificación de los nombres, que era lo que él decía cuando las palabras no correspondían a la realidad que trataban de expresar. Las palabras principales, esas son las que hay que volver a significar en Venezuela: democracia, justicia, independencia, constitución», dijo el poeta en España cuando viajó a recibir el premio Reina Sofía.

Los libros de poesía de Cadenas sostienen una larga reflexión en la que verdad y palabra se corresponden. ‘Una isla’, ‘Los cuadernos del destierro’, ‘Falsas maniobras’, ‘Memorial’, ‘Intemperie’, ‘Gestiones’ y ‘Amante’. Su prosa, representada en los libros ‘Realidad y Literatura’, ‘En torno al lenguaje’, ‘Anotaciones’, ‘Dichos’, ‘Apuntes sobre San Juan de la Cruz’ resumen la visión que tiene de la literatura y la vida un hombre cuya mirada esencial y su perpetuo silencio dotan su obra de una resonancia universal.
Desde hace unos años, Rafael Cadenas escribe una serie de textos —ingeniosos y brevísimos aforismos— que él llama ‘Contestaciones’. Se trata de réplicas, observaciones o reparos que el poeta elabora a partir de las palabras de otros: poetas y escritores algunos, como Dante, Borges, Ajmátova o Evtuchenko; así como oscuros personajes como Mao Zedong o el Che Guevara. Este experimento, que ya anticipó en sus ‘Conversaciones con Walt Whitman’ (1994). El Cadenas más agudo, irónico y crítico se manifiesta en estos artefactos. Sea como sea, Rafael Cadenas ya no controla los confines de su obra. Ignora cuántos se han mudado a vivir a la patria que forman juntos sus versos. Su poesía hace lo que los barcos: resistir.



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