Es una película franca, vigorosa y potente y es una honesta espectacularización de las emociones
Argentina, 1985 Santiago Mitre (1980)
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Por Francisco A. Casanova S.

Basada en una historia con un marco tan grave, que habla de un tiempo, de un proceso a los comandantes de una dictadura militar, de sus aberraciones y sus excesos y en el que la Argentina y su entonces presidente Raúl Ricardo Alfonsín se jugaron valientemente la consolidación o el derrumbe de su recién nacida democracia. La historia se articula a partir del lenguaje cinematográfico de un abierto clasicismo y logra una fascinante factura de producción. La película es dirigida por Santiago Mitre (1980-) con guión de Mariano Llinás y el propio Mitre y tiene un selecto elenco donde destacan las actuaciones de: Ricardo Darín, Peter Lanzani, Norman Briski, Alejandra Flechner y Laura Paredes.

Durante los años 1976 a 1983, la Argentina vivió una brutal dictadura militar, denominada “Proceso de Reorganización Nacional” que eliminó de manera sistemática a quienes la adversaban. La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas CONADEP, creada por Raúl Alfonsín, dio origen al Informe "Nunca Más", también conocido como "Informe Sábato", publicado en 1984 y en cuyas conclusiones, durante la Dictadura hubo 30 mil desaparecidos, asesinatos, violaciones y robo de bebés; dejando así una profunda herida en la sociedad argentina. Es por ello por lo que el director Santiago Mitre, quiso contar la historia de las mujeres y hombres que pusieron tras las rejas estos genocidas. Tomando como antecedente el "Informe Sábato", el gobierno de Raúl Alfonsín encomienda al fiscal Julio Strassera (Ricardo Darín) a llevar a cabo el juicio contra los comandantes de las Fuerzas Armadas, a través de la Justicia Civil. El Fiscal ve que será un problema llevar a cabo el proceso, y recolectar las pruebas para poner tras las rejas a los acusados. Por ello los 4 meses que tuvo el fiscal para recopilar la evidencia necesaria para condenar a la cúpula militar, con una Justicia que aún tenía reminiscencias del antiguo régimen y con la policía directamente implicada en los secuestros y torturas, se volvió una tarea épica, llevada a cabo con la ayuda del adjunto que le impuso el Gobierno, Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), y un plantel de jóvenes inexpertos pero no contaminados por el clima político dominante en el Poder Judicial. Nueve altos mandos militares fueron puestos en el banquillo de los acusados por abusos contra los derechos humanos, y esta película muestra su arrogante negativa a reconocer la autoridad de un tribunal civil.

Argentina, 1985 es un filme metódico y prolijo en donde la mesura es uno de sus principales atributos y en donde la incorporación de sutiles momentos de humor se amalgama perfectamente con el resto de los pasajes más truculentos como son los relatos de las víctimas que sufrieron la privación ilegítima de la libertad y las torturas por parte de la dictadura militar. Argentina,1985 es la demostración de cómo el fiscal y su equipo de trabajo pusieron en una sala de tribunal, el dolor, la humillación y el daño que habían sufrido las víctimas en un juicio que se volvería parte del inconsciente colectivo del país.
 
El director Santiago Mitre logra capturar no sólo el momento en que la barbarie se hace pública, sino también el recorrido legal de la fiscalía que para encontrar pruebas debía atravesar el miedo y la incertidumbre instalados en el estado de ánimo de la población. Argentina, 1985 tiene pulso de thriller: una historia en la que la atmósfera está saturada de la amenaza fantasma de los militares, un terror siempre inconcreto que se materializa sobre la existencia del fiscal, su familia y sus colaboradores. Mitre representa la relación entre lo visible y lo invisible de la época en la figura de Strassera (Ricardo Darín). El fiscal vive en un estado de sospecha permanente: cree que su hija está saliendo con un infiltrado de los servicios secretos, que no hay voluntad de la Justicia de hacer el juicio a las Juntas, que el Gobierno lo quiere utilizar como chivo expiatorio mientras negocia con los militares. Reminiscencias del pasado reciente, el terror que persiste, alojado en el subconsciente de las personas y en los círculos de poder. Mitre hizo una muy buena tarea de investigación a la hora de realizar esta película tan conmovedora, y pudo reflejar la contundencia de los testimonios de las víctimas y en particular vemos una extraordinaria actuación de la actriz Laura Paredes personificando el testimonio de Adriana Calvo de Laborde.

Es una película fuerte en testimonios, no así en acción, ya que se centra más en la labor investigativa que tuvieron los letrados; pero así también se puede ver sus historias personales.Y tampoco es accidental que mientras vemos como, en un clima de cerco, Strassera no tiene más remedio que contar con un equipo de jóvenes recién graduados, como la banda quijotesca del abuelo o el loco Strassera y sus muchachos, tan asimilable al nacimiento de los outsiders idealistas de Los Intocables de Elliot Ness.
 
La película se acerca mucho más a un film de juicio como Filadelfia (1993) que a La historia oficial (1985). Eso habla de una madurez del cine argentino, capaz de apostar al cine de género antes que a cualquier otra cosa. El primer cartel que aparece lo dice muy claro: “Inspirada en hechos reales”. Lo que venga después tendrá licencias poéticas varias, algunos se enojarán, la mayoría ni se dará cuenta, solo verá que la historia funciona.

El guion de Argentina, 1985 mide magníficamente el necesario relato de los estragos de las juntas militares, centrándolos en los testimonios de varias de las víctimas, e intercalando material de archivo. La literatura y el cine declararon su incapacidad para dar cuenta del horror vivido en los Centros Clandestinos de Detención, territorios de lo irrepresentable. Mitre junto a Mariano Llinás recorren el formato del drama legal y logra un impecable equilibrio narrativo entre la vida doméstica del fiscal, la recopilación de testimonios de las víctimas y lo que es el centro de gravedad de la película: el juicio a las Juntas. Lo cierto es que el guion, es muy inteligente a la hora de abordar el tema. Está claro que ambos entienden que había altas posibilidades de caer en el estereotipo, en el panfleto o en una retórica sesgada ideológicamente y en eso hicieron foco cuando iniciaron este proyecto, porque la película está pensada para un público bien heterogéneo, en donde puedan cohabitar cualquier ideología político-partidaria sin que nadie salga molesto o disconforme con el discurso. No intenta tomar partido y todo está contado de la manera más amena y sencilla posible. Con el director de fotografía Javier Juliá y el compositor Pedro Osuna, Mitre crea una atmósfera de profundo nerviosismo. En Argentina, 1985 hay emoción, pero no explotación, una recuperación de los recuerdos sin distorsionarlos en la conmoción que provocan los rebrotes de la memoria en su forcejeo con los cuerpos y las identidades de los sujetos.

Las actuaciones de Ricardo Darín como el fiscal Julio Cesar Strassera y de Peter Lanzani como el fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo, son el plato más fuerte. Ambos están perfectos en sus roles y demuestran una vez más que están en lo mejor de su carrera, en especial Lanzani que tiene unos cuantos años menos que Darín y que en los últimos años ha crecido notablemente. Ricardo Darino frece una actuación maravillosa en el papel principal: ingenioso, irónico, descuidado pero idealista. Darín está enorme como un hombre menos interesado en la gloria que en hacer justicia, y logra hacer un héroe moderado pero lleno de matices, que se mueve entre la incertidumbre y la paranoia, el deber y la ansiedad, el miedo y una inquebrantable vocación. Darín es la máxima estrella del cine argentino en actividad. Ya pasaron más de veinte años desde que en Nueve reinas (2000) encontró una madurez actoral invencible. Él es Strassera y también es Darín, hace lo que hacen las estrellas, trabajar de otro aún cuando se los reconoce. Lanzani está impecable componiendo el retrato de un joven idealista con un pasado familiar cosido en la piel, atrapado entre sus convicciones personales y la traición a su clase social y siguiendo un estilo actoral sobrio y elegante, sin ponerse por encima de la película.

La carrera de Santiago Mitre tiene varios guiones destacados tales como el de Leonera (2008), Carancho (2010), Elefante blanco (2012) y La patota (2015), entre otros de excelente factura. En 2011, se asoció a Agustina Llambí Campbell, Alejandro Fadel y Martín Mauregui, para fundar la productora independiente La Unión de los Ríos, con la que produjo su primer largometraje como director, “El estudiante”. Dirigió “La patota” en 2015, la cual es una nueva versión de la obra dirigida por Daniel Tinayre. Dos años después dirigiría “La cordillera”, donde tuvo como protagonista a Ricardo Darín y como director de fotografía a Javier Juliá. Su última película antes de dirigir “Argentina 1985”, es “Pequeña flor”, una comedia negrísima protagonizada por Daniel Hendler, la cual cuenta con elementos del policial y coquetea con la Nouvelle Vague.

Santiago Garcia en su crónica dice: “En un país normal un largometraje como Argentina, 1985 se podría disfrutar como lo que es, una gran película de juicio. La historia de un héroe y sus compañeros de aventuras, capaces de enfrentarse a los monstruos y salir triunfantes. Algo así como un Elliot Ness en Los intocables (1987) de Brian De Palma. Al igual que la película con Kevin Costner muchos le habrán objetado que no es del todo exacta con los eventos narrados, acá -donde el tema es tan terrible- cada segundo de película es pasado por un escáner que intenta detectar errores, omisiones, guiños políticos y decisiones poco éticas. No está mal hacerlo, pero cuando tal ejercicio es vencido por la evidencia de una película contundente, entonces no hay mucho más para hacer. Argentina: 1985 será debatida en ese aspecto más en su país de origen que en cualquier otro lugar del mundo. Sería candidata a ganar todos los premios del público a cuanto festival vaya, la película tiene un tema grande, un evento histórico sin precedentes y finalmente es divertida y clásica”.

El Juicio a las juntas, realizado durante el gobierno democrático de Raúl Alfonsín en 1985, ha sido y será siempre un hecho histórico sin precedentes en la República Argentina, en donde los inocentes eran los culpables hasta que el 18 de septiembre de 1985, en la Sala de Audiencias del Palacio de Justicia de la Nación Argentina, se escuchó el cierre del alegato de Strassera: “Quiero pronunciar una frase que no me pertenece, porque le pertenece a todo el pueblo argentino: señores Jueces, Nunca Más”. Pocos momentos históricos tienen esa fuerza simbólica, que Santiago Mitre traduce al cine como una forma de entregarse a las imágenes, buscando en ellas una sombra de eternidad.

Argentina, 1985 es sólida y funciona y se basa en una historia que merecía tener una película. Esa película existe y se llama “Argentina,1985”.


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