Muy joven en 1938 en su pueblo natal, Carlos Andrés Pérez se incorpora a las filas del Partido Democrático Nacional (PDN), antecedente de Acción Democrática, partido en el cual luego ocupa altas posiciones como secretario privado del presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno Rómulo Betancourt entre 1945 y 1947, año en el cual es elegido diputado. Tras la caída del presidente Rómulo Gallegos en 1948, marcha al exilio en Colombia y Costa Rica e ingresa a las filas de la resistencia contra la dictadura de Pérez Jiménez. Es detenido y confinado al interior del país y luego marcha nuevamente al exilio en Cuba y Costa Rica, actuando otra vez como secretario de Betancourt y con una intensa actividad en la lucha contra el régimen dictatorial.

 
EL REGRESO

A la caída de la dictadura es electo diputado por el estado Táchira y forma parte de la “generación intermedia” del partido que tuvo una valiosa presencia en el rescate de la democracia. Ocupa el ministerio de Relaciones Interiores durante el gobierno de Betancourt y enfrenta los primeros brotes subversivos, tanto de la derecha perezjimenista, como de las organizaciones de izquierda que promueven la insurrección armada.

En 1973 gana la nominación presidencial de Acción Democrática, partido en el cual se desempeñaba como secretario general y es electo Presidente la República. Su mandato estuvo caracterizado por el incremento de los precios del petróleo y el papel protagónico de Venezuela en el escenario internacional con su planteamiento integracionista de las naciones del continente; propicia las nacionalizaciones del hierro y el petróleo, el sistema de becas “Gran Mariscal de Ayacucho” y adopta un conjunto de medidas de naturaleza popular en el marco de una economía conocida entonces como “La Gran Venezuela”, junto a una política internacional de estímulos a las luchas democráticas y nacionalista de los países del Tercer Mundo.

En 1988 es electo nuevamente Presidente de la República ahora en un difícil cuadro económico que obliga a la aplicación de un severo plan de ajuste que fue resentido por sectores populares en el llamado “Caracazo” los días finales de febrero de 1989 y con la aparición de movimientos golpistas en el seno de las Fuerza Armadas en mayo y noviembre de 1992, pese a lo cual la economía registraba cifras de recuperación, si bien en el plano político se acentuaron confrontaciones y divergencias con sectores sociales tradicionales y las dirigencias de los principales partidos, lo cual condujo a un juicio en su contra por presunta corrupción que finalmente determinó su renuncia en mayo 1993. En sus mensajes Pérez vaticinó que al país le esperaban años difíciles que pondrían en riesgo la propia democracia, tal como efectivamente ha ocurrido en las últimas décadas.