Rómulo Betancourt se inhabilitó en 1945 para ser reelecto en 1947
Harakiri a la Venezolana
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Por Rafael Simón Jiménez

El harakiri forma parte de un ritual de los viejos guerreros samurai, cuando deciden suicidarse, el término ha mutado a la política para significar el acto mediante el cual un líder, dirigente o gobernante adopta voluntariamente una decisión, que a contravía de la aspiración o ambición de poder, propio de la vocación y el oficio, tiende a limitarlo o a impedirlo, por lo que son por lógica muy pocas las iniciativas que en ese campo se conocen en la historia venezolana.

La primera que se conoce en nuestra historia contemporánea, fue la asumida por el general Eleazar López Contreras, quien habiendo sido electo provisionalmente y luego ratificado por el congreso gomecista, subsistente, tras la muerte del dictador, Presidente de la República por un periodo de siete años conforme a la vigente constitución Nacional Vigente, promovió una reforma de la carta fundamental, para reducir a cinco años el periodo presidencial, y además desaplicando el principio general de la retroactividad de la ley, los legisladores por insinuación del mandatario, incluyeron una disposición que lo hacía vigente para el mandato del propio General López Contreras, por lo que habiendo sido electo para el lapso 1.936 – 1.943, termino entregando el poder en 1.941.

La segunda situación aun mas pedagógica y dramática, la promovió Rómulo Betancourt, cuando encabezando un golpe militar el 18 de octubre de 1.945, que lo elevó a la Presidencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno, introdujo un decreto que figuraba bajo el No. 7, es decir de los primeros promulgados por el ejecutivo colegiado que textualmente señalaba “Los miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela, creada la misma noche en que triunfo definitivamente la insurrección del Ejercito y el pueblo unidos , quedan inhabilitados para postular sus nombres como candidatos a la Presidencia de la República y para ejercer este alto cargo cuando en fecha próxima elija el pueblo venezolano su Primer Magistrado.”
 
Rómulo Betancourt, llegaba a los 37 años por primera vez a la Presidencia de la República, mediante un golpe castrense, copatrocinado con los jóvenes oficiales agrupados en la denominada Unión Patriótica Militar, que organizaron el cuartelazo para derrocar al gobierno liberal y democrático de Isaías Medina Angarita, y habiendo el líder y fundador de Acción Democrática fustigado desde sus primeros pasos en la política al militarismo, el caudillismo y el personalismo, necesitaba dar señales muy claras de que no habían sido simples ambiciones de mando, las que les habían llevado a construir aquella alianza contranatural, y nada mas ejemplarizante y diáfano que renunciar ex profeso a cualquier pretensión de continuar en el mando luego de que reformada la constitución Nacional, se procediera a elegir el primer presidente de la República por votación popular, universal, directa y secreta.

Betancourt, por lo demás tenía una obligación política y moral con Don Rómulo Gallegos, su viejo profesor en las aulas del liceo Caracas, y quien había asumido el compromiso de convertirse en candidato simbólico de AD, en las elecciones de segundo grado cumplidas a comienzos de 1.941 y donde resultara electo el general Isaías Medina Angarita. Gallegos quien era un educador y novelista de prestigio acepto no solo una nominación que de antemano no tenía la menor posibilidad de materializarse, sino que luego se convertiría en Presidente de Acción Democrática, compartiendo tareas con Rómulo Betancourt.

Aun, antes de que el Presidente Gallegos, fuera derrocado por los mismos militares que habían llevado a AD al poder, el 24 de Noviembre de 1.948, muchos dirigentes de AD, e incluso uniformados afines a ese partido, aseguraban que había sido un grave error de Betancourt, haber renunciado de antemano a la posibilidad de ser Electo como Presidente constitucional, pues sus grandes dotes para la maniobra política y su autoridad , le habrían permitido eventualmente negociar o meter en cintura a los militares, tareas para las cuales el maestro Gallegos, un intelectual prestado a la política se mostraba totalmente reacio e indispuesto.

Relataba Don José Giacopini Zárraga, entonces gobernador del territorio Amazonas, y amigo tanto de Betancourt como de los jefes militares del trienio 1.945-1.948, que acabándose de superar con éxito una de las más graves asonadas castrenses que se intentaron contra la Junta Revolucionaria presidida por Betancourt, el, aceptó acompañar al comandante Carlos Delgado Chalbaud, a conversar con el Presidente, para hacerle ver la inconveniencia de que se nominara a Don Rómulo Gallegos como próximo gobernante, dada su inexperiencia y criterio fundamentalista de la política, y la necesidad de que el propio Betancourt siguiera como jefe del estado, previa realización de las elecciones universales. El líder de AD y del Ejecutivo Nacional, oyó con atención sus argumentos, pero expreso su convicción de cumplir el compromiso adquirido con el ilustre novelista fueran cuales fueran las consecuencias.

Hacerse el harakiri político, o “suicidarse en primavera “, como también se califica, lo que pareciera un gesto absurdo de renunciar voluntariamente al poder, ha sido un precedente y una lección inusual pero pedagógica en un país donde la ambición, la desmesura y la patológica adicción al mando ha sido el rasgo característico de quienes nos han gobernado hasta la actualidad.



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