El Ministro de la Defensa de Isaias Medina Angarita, fue pieza clave del proceso de transformación de la institución armada.
Manuel Morán y la Década Militar
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Por Alfredo Schael

En la historia militar de Venezuela, Isaías Medina Angarita figura como primer oficial profesional egresado (1914) de la Escuela Militar que alcanza el grado de general de brigada. Y, como Presidente de la República, “designó durante su mandato, a cinco oficiales profesionales para ocupar la cartera castrense” – resalta Carlos Hernández González (cursa en la UCV el doctorado en Historia) notable especialista venezolano en temas militares, corresponsal en varios países de prestigiosas publicaciones.

De tales cinco militares, uno de los egresados integrantes de la promoción año 1915 de la Escuela Militar, “Manuel Morán Acurero, fue quien estuvo más tiempo al frente del despacho de Guerra y Marina o Defensa, pero, además, fue una de las piezas principales del proceso de transformación de la institución armada, desde el comienzo hasta el final. Durante casi diez años, entre febrero de 1936 y octubre de 1945, se desempeñó como Consultor Técnico del Ministerio de Guerra y Marina, Instructor General del Ejército, Jefe del Estado Mayor General y Ministro de Guerra Marina, lo que, a juicio de quien esto escribe, lo coloca como el tercer personaje militar en importancia, detrás de López y Medina, en el período en cuestión.”

Morán es la figura clave en el proceso de transformación de las Fuerzas Armadas venezolanas, ocurrido entre 1936 y 1945 – sentencia Hernández quien resalta que en plena década de los años cuarenta, Moran afirmaba: “(en) esta época, el poder de las naciones no se mide por el número y aptitud de sus Fuerzas Armadas para el combate; el poderío de un Estado se avalúa hoy por su capacidad industrial, que a su vez descansa en un amplio basamento científico que le enseña el derrotero para aprovechar mejor las materias primas... Y, tras una amplia y detallada exposición, dice que corresponde “a la retaguardia civil fabricar y obtener los elementos indispensables a dichas fuerzas para asegurar su provisión de recursos de vida y de combate”.

A tales efectos expresa que “es necesario estudiar y realizar un plan para el establecimiento de las Industrias Básicas de la Defensa Nacional que comprende forzosamente: –una exploración racional y metódica de todas las fuentes de energía del país para mover una maquinaria compleja y numerosa; –un gran desarrollo de la química para la fabricación de ácidos, bases minerales y abonos, destillar hulla, transformar el petróleo, etc.; –una instalación metalúrgica que asegure la producción del hierro y acero, de cobre, de aluminio, de zinc y de estaño; etc.; y –un sistema de trasportes que permita llevar y traer las materias primas a los lugares de transformación y consumo en la forma más económica.

Carlos Hernández González: “La similitud de las líneas trazadas por Morán para el establecimiento de las industrias básicas de la Defensa Nacional, con las que sustentaron los programas contenidos en el denominado Nuevo Ideal Nacional, plan de desarrollo diseñado y puesto en práctica por los militares que ostentaron el poder en Venezuela entre 1948 y 1958, período histórico conocido como la Década Militar. Y es que no parece ser una simple coincidencia que los principales impulsores y ejecutores del plan, generales Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, eran, al igual que Morán, diplomados en Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra del Ejército del Perú, la cual fue creada en 1904, “siguiendo las pautas de la Escuela Superior de Guerra francesa”.
 
“La influencia más directa en el pensamiento público de los jóvenes oficiales venezolanos vino de Perú” – apunta Burggraaff, según refiere Hernández quien subraya: “Pero, además, el tercer formulador del referido plan y también ejecutor, en sus inicios, el coronel Carlos Delgado-Chalbaud Gómez, se formó como ingeniero civil e ingeniero militar, en Francia”. La visión de Morán fue marcadamente inclusivista. Lo deja ver en el corolario de su exposición ante las altas autoridades de la nación cuando subrayó – tal como lo refiere Hernández en su trabajo de grado – la: “necesaria colaboración que para ello deben de prestar a la Institución Armada los altos centros de cultura de que dispone la Nación...”. En tal sentido, Hernández llama la atención en cuanto a “las novedades más interesantes (estuvo) la participación de ministros ajenos al estamento militar, en la toma de decisiones relativas a la defensa nacional, tal como estaba planteando en la conformación del proyectado Consejo Supremo de Defensa Nacional”.

Valga abundar con las siguientes precisiones: en sus primeros años de servicio activo, el marabino, Morán nacido en 1893, se le escabulló a Gómez. Perú lo acoge y aprecia sus capacidades como oficial de carrera por lo cual le otorga el rango de teniente coronel. Allá lo reencontrará el general López Contreras cuando asistió a la conmemoración del Centenario de la Batalla de Ayacucho. Lo invita a volver y proseguir la carrera militar en Venezuela, idea que acogió. En cada cargo, hasta llegar a ser ministro de Guerra y Marina, lo ocupó concebir y crear las mejores condiciones profesionales y sociales para los militares además de estudiar y demostrar condiciones y capacidades determinantes, por ejemplo, ser aceptado (1943) como miembro de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, ante la cual leyó como trabajo de incorporación el texto calzado con el título “Ciencia, técnica y fuerzas armadas”. Lo sorprende el golpe del 18 de octubre como ministro de la Defensa. Estuvo preso hasta cuando gestiones de políticos peruanos y venezolanos logran que los adecos lo liberen. Entonces, retorna a Lima donde fallece a los 73 años de edad, el 29 de diciembre de 1965.


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