En la película todo desemboca en el recordado final y la famosa última frase “olvídalo, Jake, es Chinatown’.
CHINATOWN (1974)
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Por Francisco A. Casanova S.

Chinatown fue estrenada en 1974 y es sin duda una de las mejores películas que surgieron de la década de 1970, un período que ha sido llamado por muchos la "última gran década del cine estadounidense". La película pertenece al género del “film noir” o cine negro; en unos años en los que este género estaba ya agonizante y marca el punto culminante en las carreras del actor Jack Nicholson y el director Roman Polanski. La película obtuvo 11 nominaciones al Oscar y representa la mejor utilización de color en el género de cine negro. Chinatown es la última película capaz de articular las obligadas referencias al género del “film noir” dentro de un discurso propio, mirar a los clásicos convirtiéndose en uno, ir más allá de sus referentes sin parodiarlos, pero también sin diferenciarse radicalmente. Chinatown es la suma de todos los elementos de este gran género del Cine, lo que la hace absolutamente única. Rara vez desde el apogeo de Hitchcock, se había mostrado un director con tal facilidad para hacer una película comercial que también es una obra de arte.

En la película, una mujer que se identifica como la señora Evelyn Mulwray (Diane Ladd) entra en la oficina del detective (prívate eye) J.J. Gittes y le pide que obtenga pruebas de que su marido, Hollis Mulwray (Darrell Zwerling), está teniendo una aventura. Jake lo hace, y pronto descubre que las fotografías que ha tomado del Sr. Mulwray, el Comisionado de Agua de Los Ángeles, y una rubia bonita han sido vendidas a un periódico local. Luego de este incidente, llega a la oficina de Gittes la verdadera señora Evelyn Mulwray (Faye Dunaway), y Jake sabe que cayó en una trampa. Alguien lo ha usado, y ahora está decidido a llegar al fondo de la cuestión. Pronto, sin embargo, su investigación conduce al cuerpo ahogado de Mulwray y al siniestro padre de Evelyn Mulwray, Noah Cross (John Huston), cuyas palabras insinúan fechorías pasadas demasiado horribles para considerarlas. Cross, que le sirve a Jake un pescado con la cabeza todavía puesta para el almuerzo, es claramente un hombre con el que no hay que tropezar. Pero Jake sigue adelante.

Chinatown es una obra de arte, porque sus elementos: dirección, guión, actuación, cinematografía, color, música, ambientación, engranan perfectamente y actúan como una sinfonía.

Chinatown’ sería la última de Polanski filmada en Estados Unidos debido al delito de pederastia por el que fue imputado, y que filmó en la ciudad que había sido el escenario cuatro años antes de la violenta muerte de su esposa embarazada, Sharon Tate. Fue ese sentimiento el que le llevó a reescribir el mítico final del guión que, originalmente, era un final feliz. El protagonista del film acabaría con la misma trágica sensación que él tras el terrible suceso. La película estuvo basada en un extraordinario guión de Robert Towne al cual Polanski le hizo algunos ajustes como eliminar la voz en off del guión para llevar al espectador en todo momento física y visualmente junto con el personaje principal el detective J.J. Gittes, personificado por Jack Nicholson. Como en las novelas de Raymond Chandler, uno de los principales referentes literarios del género policíaco, el detective protagonista está presente en todas y cada una de las escenas del largometraje. Polanski fue el responsable de que la perspectiva de J. J.Gittes fuese totalmente la del espectador. Chinatown utiliza todas las fuerzas del arsenal de Polanski, mientras no entra en conflicto con ninguna de sus debilidades. ¿Podría Chinatown hacerse hoy, en un clima hollywoodiense que premia producciones sin ambición y exige finales felices?. Polanski creía que el verdadero camino de la película se cruzaba con la tragedia y se pasea con maestría por los clásicos de Hollywood, para ofrecer un producto redondo, en el que, una vez más, nos demuestra su sorprendente capacidad de, simplemente, hacer cine y de llevar la batuta con gran maestría con sus usuales planos subjetivos, así como su gran habilidad para crear los momentos más perturbadores jamás imaginados, y propios del cine negro, como el del final de la cinta, cargado de pesimismo extremo e impotencia ante la podredumbre de esa sociedad. El guión de la película demuestra un gran trabajo de documentación, unos personajes carismáticos y unos diálogos precisos y contundentes que articulan con fluidez una historia base llena de peso y complejidad, que enmarca una trama al parecer sin mucho peso (los problemas del acueducto de L.A. y de su chairman) a la que el guión, supo darle una profunda gradación psicológica y romántica a veces mal aprovechada en otras cintas del género, pero que sin duda alguna alimentan esta obra y la llevan al lugar en que se encuentra. Estas tramas funcionan mejor cuando comienzan pareciendo imposiblemente complicadas y luego terminan con una lógica hermética, y el guión de Robert Towne para "Chinatown" lo hace con una habilidad consumada.

Cuando el referente es Humphrey Bogart muy pocos actores no tendrían miedo al reto.Quizás el principal secreto de la inmortalidad de Chinatown es la imborrable presencia de Jack Nicholson como el detective J.J.Gittes. Nicholson creó un personaje de pocos, pero contundentes gestos. Gittes es carismático, justo, seductor, inteligente y honrado en su justa medida. Presente en todas y cada una de las escenas de la película, el personaje logra con éxito el principal reto del guión, cargar con un traumático pasado que apenas se intuye, pero tiene que expresar. Una de las principales vías para conseguirlo es precisamente su relación con ella, Evelyn Mulwray (Faye Dunaway). Su desconfianza hacia el personaje y su negativa a pasar el resto de la noche con ella cuando esta se lo pide, pese a estar tan enamorado como para arriesgar su vida por ella, es el modo de expresión del pasado que marcó el carácter del protagonista. Siendo un hombre que dedica su vida a algo tan triste como descubrir infidelidades, poca confianza en el amor le ha de quedar.

Nicholson habita el personaje de J.J. Gittes como una segunda piel; la posesión es tan total que hay escenas en la película donde casi tenemos telepatía; sabemos lo que está pensando, por lo que no tiene que decirnos. Su lealtad es hacia la mujer, pero en varias ocasiones aparecen pruebas que parecen incriminarla. Y luego debe retirarse, porque su código no admitirá clientes que le mientan. El hecho de que es así, es comunicado por Nicholson casi exclusivamente en la forma en que interpreta al personaje; el diálogo no es necesario para hacer el punto.Y siempre en el centro, está la actuación de Nicholson, dada de una ventaja inquietante por el vendaje que usa en su nariz después de que es cortado por un personaje particularmente viscoso interpretado por el propio Polanski. El vendaje parece incongruente, no solemos ver una nariz vendada en un detective de película. Durante el transcurso de una larga y productiva carrera, Jack Nicholson ha interpretado a numerosos personajes memorables, pero nunca su habilidad actoral ha estado más en exhibición que en Chinatown. Esta película muestra múltiples facetas de su talento: ternura, intensidad, tranquilidad, tenacidad de bulldog y valentía frente al peligro. Antes de Chinatown, Nicholson era conocido, pero no una estrella. Esta película, su primer papel principal, cambió la dirección de su carrera. Diez años después de Chinatown, Nicholson no era solo un actor importante, era un icono.

De expresión helada, voz casi suspirada y ojos temerosos, el personaje de Faye Dunaway pasa en la película desde una dureza autoritaria de señora millonaria hasta una cálida debilidad de madre desesperada. Aunque la primera opción fue Ali Mac Graw, mujer del productor, el rol llegó por suerte a Dunaway, la elección de Polanski. La razón fue muy simple, Mac Graw dejó a su marido por Steve McQueen. La inolvidable Bonnie de ‘Bonnie & Clyde’ se entregó por completo a un papel en el que consiguió aunar carisma y ambigüedad hasta descomponerse revelando su terrible secreto. De hecho, en la escena donde le confiesa a Gittes que Katherine es a la vez su hija y su hermana, que su padre la violó, pidió a Nicholson que la abofeteara de verdad. Fue la escena en la que Nicholson golpea realmente a Dunaway la que permaneció en la película.
 
La “femme fatale” es una figura indispensable en cualquier esfuerzo de cine negro. En Chinatown, ese papel y función recaen en Evelyn Mulwray (Faye Dunaway). Inescrutable durante gran parte de la película, ella hace que sea tan difícil para nosotros como para Jake determinar cuál es su agenda, pero innumerables otras películas nos han enseñado a no confiar en ella. La femme fatale es, después de todo, generalmente una viuda negra, una araña hermosa pero mortal que tiene la desagradable costumbre de devorar a su pareja. Pero Chinatown finalmente revela que Evelyn no es lo que parece ser, ni lo que anticipamos que resultará ser. Hay un núcleo de humanidad frágil en ella que sale a la luz en ciertas escenas clave. Al final, ella resulta ser el único personaje con motivos puros. Faye Dunaway llegó a este papel en medio del período más fértil de su carrera. A pesar de su reputación de ser difícil de trabajar, no se puede negar su talento o su capacidad para iluminar la pantalla. Su química con Nicholson, aunque no rivaliza con la de Bogart y Bacall, enciende algunas chispas. Interpreta a Evelyn con la cantidad correcta de ambigüedad, suficiente para darnos la sensación de que es la femme fatale, pero no tanto como para que estemos completamente seguros. Y, cuando el guión requiere un momento puramente dramático de ella, ella es capaz de darlo. También está, por supuesto, la mujer, que acude al detective (prívate eye) en busca de ayuda, pero no le revela las dimensiones completas de sus problemas. Y están los otros ingredientes inevitables de la trama del “prívate eye”, bien elaborada, perfeccionada por Raymond Chandler y Dashiell Hammett. Está el padre de la mujer, y los esqueletos en el armario de su familia, y la forma en que un crimen que tiene lugar ahora, tiene una forma de conducir a un crimen en el pasado. Faye Dunaway, de aspecto pálido, neurótico y hermoso, justifica para nosotros (si no siempre para él) la confianza de J.J. en ella. Y luego están todos los demás personajes, que giran en torno a un complicado esquema para construir una presa y para robar agua de Los Ángeles, en un momento de sequía.
 
La simple presencia de John Huston invoca el film noir. Con su ópera prima, ‘El halcón maltés’ (1941), Huston consiguió sentar las estrictas bases que cambiaron el género criminal para siempre, códigos visuales que admitieron con enorme éxito las historias que tanto hacían triunfar a la novela negra. Lo cierto es que al maestro Huston le ofrecieron la dirección de la película antes que a Polanski, pero declinó hacerla. Su papel de Noah Cross consiguió aunar como pocos antes la figura del poder del mal, del dinero sucio y de la corrupción en una figura carismática que necesita pocos minutos para marcar la película. Además de su incapacidad para pronunciar correctamente Gittes, el apellido del protagonista, por lo que se tuvo que incluir una línea al respecto, Huston tenía una complicada relación con Nicholson en aquel momento. El actor había comenzado a salir con su hija Anjelica. Ella solo visitó el rodaje en una ocasión y fue precisamente cuando se filmó la escena en que el personaje de Huston le pregunta al protagonista “¿Señor Gittes, se acuesta con mi hija?”. La decisión de elegir a John Huston como Cross fue un golpe de brillantez. Huston no solo interpreta el papel a la perfección, la mezcla correcta de aceite y jarabe, sino que trae consigo el tipo correcto de equipaje. Director de clásicos de Bogart como El halcón maltés, El tesoro de Sierra Madre y Key Largo, la reputación de Huston en el cine estaba impregnada de cine negro. Su profunda comprensión del género le permitió ensayar el papel perfectamente: un individuo completamente amoral cuya aparente buena naturaleza no puede ocultar el hedor de la corrupción que se aferra a él como una segunda piel. Desde su primera aparición, Cross es sin duda el villano de la película, pero también es uno de los habitantes más fascinantes de Chinatown.

Entre el jazz y la música clásica, oímos solos de trompeta junto a pianos, arpas, cuerdas y percusión. Jerry Goldsmith creó la música de ‘Chinatown’. David Lynch ha declarado repetidamente que esta se trata de su banda sonora favorita y no cuesta ver por qué. Más que acompañar una situación o crear un ambiente tenso y criminal, la música refuerza y exhibe las emociones de los protagonistas, la oscuridad de un mundo sucio donde el amor al final de todo no logra sobrevivir.

Para muchas películas de cine negro, la música es tan importante como la cinematografía y la escenografía para establecer el tono. Para Chinatown, Jerry Goldsmith entregó una partitura etérea que es diferente a cualquier otra cosa de la que haya sido responsable en su larga carrera. La música de Goldsmith evoca Hollywood cuando todavía era un lugar donde se hacían los sueños, cuando las estrellas eran más grandes que la vida. No es una partitura emocionante, pero se ajusta al estilo y la atmósfera de Chinatown más que un guante quirúrgico.

La cinematografía a cargo de John A. Alonzo ignora el clásico blanco y negro del género y se transforma aquí en un continuo color ocaso, ocre, naranja, marrón y violeta apagado. Los callejones y la bruma de las alcantarillas se sustituyen por grandes casas blancas, jardines y enormes desiertos. Sin duda, Los Ángeles en el cine negro es Los Ángeles en ‘Chinatown’, la cual demostró de una vez por todas que una película de cine negro no tiene por qué estar en blanco y negro. Si bien la idea de "color noir" puede parecer contradictoria, esta película reforzó la noción de que el cine negro es más un estado de ánimo que una función del stock de películas. Una película no tiene que estar en blanco y negro para que las sombras jueguen un papel importante, o en algunos casos, la ausencia total de sombras bajo un brillante sol de California y, como ilustra el director de fotografía John A. Alonzo, es posible generar una atmósfera tan poderosamente ominosa a través de tomas en color como a través de las monocromáticas. La escenografía también es impresionante. La década de 1930 que Los Ángeles evoca aquí es la materia exagerada de los sueños y las películas, y la irrealidad de todo funciona en el contexto de la película.

Quizás todo lo que tiene que ver con la zona de Chinatown sea el mayor acierto de la película homónima. Aunque en el guión, original y con otro final, ninguna escena estaba situada en dicho barrio. Pero en la película todo desemboca en el recordado final y la famosa última frase “olvídalo, Jake, es Chinatown’. Es entonces cuando nos damos cuenta de que, contándonos el presente, nos estaban narrando también ese pasado oculto del protagonista. Que lo que hemos visto a lo largo de toda la película es muy similar, al menos en el aspecto emocional, a lo que le ocurrió a J.J. Gittes en Chinatown años antes y que le marcó como para dejar la policía. Una historia que cuenta dos, aunque en realidad sean la misma. Chinatown se convierte así en algo metafórico, en el resumen del mal social que un solo individuo no puede cambiar y que ha de ignorar para conseguir vivir feliz, dentro de lo que cabe. En la película, Chinatown toma la forma de la corrupción invisible que pudre a la sociedad, ese lugar en donde “no puedes siempre decir que está pasando”.

Chinatown es un ejemplo impecable de composición de la película, con un examen minucioso que revela cuán cuidadosamente se armó. Para aquellos que adoptan un enfoque menos estudioso y más visceral para ver películas, también vale la pena señalar que Chinatown es un thriller superior, uno que mantendrá a los espectadores involucrados y "en el momento" hasta que la escena final y triste haya llegado a su fin. Polanski está tan sincronizado con los ingredientes noir esperados que uno casi asume que Chinatown se filmó a principios y mediados de la década de 1940, cuando Bogart ayudó a definir el género en los tensos casos de Phillip Marlowe y Sam Spade, luego se escondió en una cápsula del tiempo para que el director la revelara en 1974.
 
Chinatown forma parte de la mayoría de listas de las mejores películas de todos los tiempos, independientemente del género, y debe liderar cualquier discusión sobre los ejercicios de cine negro más gratificantes de la historia de Hollywood.





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