La lucha contra el cambio climático exige cada vez mas de medidas para la preservación del medio ambiente
¿Una Ley puede salvarnos del Desastre Climático?
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Por Paul Krugman

Pues sí lo hicieron. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por su sigla en inglés), que en resumidas cuentas es un proyecto de ley contra el cambio climático con un poco de ayuda para la reforma sanitaria, se aprobó en el Senado recientemente y es muy probable que se apruebe con facilidad en la Cámara de Representantes, así que está a punto de convertirse en ley.
Esto es algo muy importante. El acto en sí mismo no es suficiente para evitar un desastre climático, pero es un gran paso en la dirección correcta y sienta las bases para más acciones en los años por venir. Catalizará el progreso de la tecnología verde; sus beneficios económicos facilitarán la promulgación de leyes adicionales; le da a Estados Unidos la credibilidad que necesita para encabezar un esfuerzo mundial para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Claro está que hay escépticos dispuestos a denigrar el logro. Algunos en la izquierda se apresuraron a desestimar el proyecto de ley por ser un regalo para la industria de los combustibles fósiles que se hacía pasar por acción medioambiental. Lo que es más importante, los republicanos —que de manera unánime se opusieron a esta legislación— están gritando las consignas habituales: ¡Gasto enorme! ¡Inflación!
No obstante, los verdaderos expertos en energía y medioambiente están entusiasmados por lo que se ha logrado y los economistas serios no están preocupados por el efecto en la inflación.
Empecemos por el aspecto medioambiental. Muchas personas con las que hablo dan por hecho que la agenda medioambiental del presidente Joe Biden, contenida en su propuesta original de Reconstruir Mejor (BBB, por su sigla en inglés), debe haber quedado muy diluida en la legislación conseguida. Después de todo, ¿acaso los demócratas no tuvieron que hacer grandes concesiones para ganarse al senador Joe Manchin? ¿No hay importantes concesiones a los intereses de los combustibles fósiles, como la ayuda a un controvertido gasoducto de gas natural?
Sin embargo, los analistas de los energéticos creen que cualquier efecto climático adverso proveniente de esas concesiones se verá anulado por los beneficios de los créditos fiscales para las energías limpias. El Proyecto REPEAT, compilado por el ZERO Lab de la Universidad de Princeton, hizo una comparación entre los recortes de emisiones con la Ley de Reducción de la Inflación y la versión anterior de la Cámara de Representantes de Reconstruir Mejor. Para 2035, calculan que la IRA habrá logrado más del 90 por ciento de las reducciones de las emisiones que BBB habría alcanzado. Después de todo ese drama legislativo, la política climática de Biden salió casi ilesa.
¿Cómo fue posible? Desde el principio, el gobierno de Biden decidió que su política climática se trataría sobre todo de zanahorias y no de palos: es decir, que proporcionaría incentivos para hacer lo correcto y no castigos por hacer lo incorrecto. Se esperaba que esta estrategia resultara viable desde el punto de vista político de un modo que, por ejemplo, no lo sería un impuesto sobre el carbono. Y esta esperanza ha sido confirmada.
Además, es una estrategia que parece probable que dé sus frutos políticos en el futuro. Un nuevo estudio, realizado por E. Mark Curtis y Ioana Marinescu, concluye que “el crecimiento de las energías renovables conduce a la creación de puestos de trabajo relativamente bien remunerados, que en la mayoría de los casos se sitúan en zonas que pueden verse perjudicadas por la disminución de los puestos de trabajo en la extracción de combustibles fósiles”.
Entonces, ¿qué perdió el gobierno de Biden? Por desgracia, hubo un recorte de buena parte del gasto social que BBB incluyó en un
principio (créditos fiscales para los niños, educación preescolar universal y otros). Eso es una tragedia, aunque los subsidios mejorados para el seguro de salud —que han ayudado a que el índice de personas sin seguro médico disminuya de manera histórica— se han extendido. Pero los demócratas cumplieron sus promesas climáticas más o menos en su totalidad.
¿Qué dicen las críticas de la derecha?. Además del intento patético por hacer pasar la IRA como un enorme aumento de impuestos para la clase media, republicanos como Mitt Romney intentan meter esta legislación en el mismo saco que el Plan de Rescate Estadounidense del año pasado, que según ellos provocó un repunte de la inflación. No importa si esa afirmación es cierta. Lo importante es hacer las cuentas. La Ley de Reducción de la Inflación prevée un gasto de menos de 500.000 millones de dólares a lo largo de una década, en comparación con los 1,9 billones de dólares del Plan de Rescate Estadounidense en un solo año, y en realidad reducirá el déficit. Por eso los analistas independientes consideran que tendrá poco efecto sobre la inflación.
Pero si el gasto no es muy grande, ¿cómo puede tener un impacto tan grande?. La respuesta es que ahora mismo estamos en una especie de encrucijada. La tecnología de las energías renovables ha avanzado de forma revolucionaria, lo que hace que las energías renovables sean ya más baratas en muchos ámbitos que los combustibles fósiles. Basta con un impulso moderado de las políticas públicas para hacer posible la transición hacia una economía mucho más ecológica. Y la Ley de Reducción de la Inflación proporcionará ese impulso.
Sin embargo, teniendo en cuenta todo esto, ¿por qué todos los senadores republicanos votaron en contra de la IRA?. No todos son ignorantes e incapaces de hacer cuentas; estoy bastante seguro de que Romney, por ejemplo, sabe que está diciendo tonterías. Tampoco podemos invocar diferencias en la ideología con facilidad. El impulso climático de la IRA se basa casi en su totalidad en créditos fiscales y los republicanos también han usado los créditos fiscales para lograr metas sociales, como los (tan abusados) créditos de la Zona de Oportunidad en el recorte de impuestos de 2017 de Donald Trump.

THE NEW YORK TIMES