La atención política chilena está actualmente centrada en la aprobación ó el rechazo del nuevo texto constitucional.
Mapudungún Sin Constitución
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Por Manuel Salvador Ramos


Semanas atrás hicimos un paréntesis en la publicación de los artículos a través de los cuales veníamos analizando tanto las características personales e ideológicas del joven presidente chileno, Gabriel Boric; como las perspectivas que trae su asunción al poder dentro del proceso político de ese país. Tal pausa se basaba en que culminada la labor de la Convención Constituyente y ella haber entregado formalmente un proyecto de Constitución cuya aprobación o rechazo ha de votarse en el llamado Plebiscito de Salida a realizarse el próximo 05 de septiembre, debíamos esperar la ocurrencia de hechos significativos dentro del periodo de tiempo que aún falta por transcurrir hasta esa fecha. En efecto, como era lógico preverlo, una variada gama de circunstancias y manifestaciones ha dado sabor y color a la discusión sobre la histórica decisión que se avecina.

CONVENCIÓN
En el último artículo dejamos clara nuestra opinión absolutamente negativa sobre un texto que en forma alguna puede catalogarse como un proyecto de Constitución, dada la forma absurda de enfocar los contextos estructurales y funcionales de la sociedad chilena dado el ánimo preñado de fanatismo y odio social que prevaleció en la Convención Constituyente. Comentábamos también que la tendencia al rechazo era ya una orientación definida, a pesar de los fenómenos sorpresivos que pudiesen acaecer en lapsos muy cortos dentro de la dinámica política. Asimismo resaltábamos como el propio Presidente Boric mantenía ciertas actitudes que podían interpretarse como dubitativas con relación al proyecto en cuestión y ello lo atribuíamos tanto a la visión inteligente de saber el impacto catastrófico de tal bodrio delirante en la sociedad chilena, como a la visión muy particular y pragmática en la cual él ha forjado su visión ideológica. Concluíamos esa nota asumiendo que tanto para Chile, como país, como para Boric, en su perspectiva futura como auténtico líder, lo mejor era que se rechazase contundentemente el varias veces aludido proyecto.

TEXTO DE BORIC
Desde el momento en el cual se conoció el texto definitivo, han abundado opiniones, análisis, criticas, ponderaciones consecuenciales, planteamientos sobre fórmulas futuras; todas basadas en la cierta e ineluctable posibilidad de que ha de triunfar el RECHAZO. Sin embargo, en los primeros días de esta tercera semana del mes de julio, Gabriel Boric se ha referido a toda la problemática. Obviamente ha hablado sobre las ventajas del APRUEBO, pero sorpresivamente, ha reconocido la opción del RECHAZO como una alternativa.
Ello conforma el verdadero hito dentro del conjunto de opiniones y posturas vertidas hasta hoy. Gabriel Boric ha dado muestras de ser un político con mirada de largo alcance al colocar la discusión en un nuevo plano de análisis cuando todo avizoraba un panorama confuso y peligroso al momento de enfrentar el rechazo sin tener una perspectiva clara y sobre todo realista en cuanto a cuales podían ser los mecanismos y la vías para viabilizar tal coyuntura.
La Derecha chilena, en hábil actitud, ha jugado a que la negatividad con la cual una muy amplia mayoría de la sociedad chilena juzga negativamente el proyecto constitucional. Ello contribuye a que tal emocionalidad corra de forma espontánea sin que aparezcan campañas o iniciativas que interesadamente den pie a una polarización. Ese sector del espectro político chileno sabe bien que en ese campo tiene todas las de salir con las tablas en la cabeza. El hastío y hasta el escepticismo han tomado cuerpo en el animus chileno y ello incluso ha alcanzado la imagen del gobierno y hasta del propio Boric, pero los tres sectores mayoritarios de ese espectro -Republicanos, Renovación Nacional y UDI- han escarmentado del garrafal error que cometieron en la oportunidad del Plebiscito de Entrada, cuando desarrollaron una campaña negativa cuya consecuencia fue crear un rechazo anímico en un contexto totalmente favorable al cambio constitucional y esa actitud tuvo como consecuencia restarle votos en capas sociales sensibles tradicionalmente a su mensaje. Esos sufragios les hubiese permitido cómodamente, alcanzar los dos tercios en la Convención Constituyente. Juegan ahora a que al producirse el RECHAZO, las estrategias para enfrentar la crisis deriven hacia el Congreso, donde numéricamente mantienen una posición favorable. Ello les permitiría tener en sus manos las claves de los cambios constitucionales. La otra alternativa, planteada por conocidos defensores de la Constitución de 1980, es que la aplicación de ésta sería la posibilidad objetivamente real de cubrir el vacío. Siquiera pensar en esta posibilidad es inaceptable, porque dejaría de lado todo el avance cualitativo que se alcanzó con el Proceso Constituyente, mas allá del lamentable producto de la Convención Constituyente.
Lo que se deriva de las declaraciones del presidente hay que mirarlo como una planteamiento que se hace a la sociedad para destrabar el peligro institucional que se avizora. La mirada va hacia el diseño de un nuevo Proceso Constituyente usando los logros funcionales que ya probaron su eficiencia e ir paralelamente corrigiendo los errores del pésimo sistema electoral que enmarcó el proceso, uno de los cuales es la sobrerrepresentación de sectores y la escogencia de supuestas organizaciones independientes.
Ahora bien, cuando hemos señalado que el Presidente Boric lanza un planteamiento, además de considerar lo inherente a reeditar un Proceso Constituyente, debe también concitar preguntas que originen respuestas y fijen los hechos en un plano consistente. Se ha dicho que en el fondo, el propósito del gobierno y de Boric en particular, es aprovechar el hastío social derivado del calamitoso rumbo que tomó la Convención Constituyente y lanzar un mensaje en el cual la ciudadanía se motive a cerrar definitivamente este período anodino y desalentador, optando por lo que se sugiere como un Apruebo Perfeccionable. La primera pregunta ante esta audaz conjetura estaría alrededor de que tal “apruebo condicionado” pudiera traer alguna garantía ante el inmediato impacto negativo en lo institucional y en lo económico se generaría como indefectible respuesta de los resortes superestructurales.

1980
Otra línea elaborada por los partidarios del Apruebo, es que si llegase a triunfar el Rechazo automáticamente se regresaría a la vigencia de la Constitución del 80 y de esa forma se cancelaría toda posibilidad de cambios progresistas para la sociedad chilena. Este enfoque, motivado no en presentar ventajas de la alternativa propia sino en usar la socorrida falacia de argumentar lo negativo de la conceptualización contraria, manifiesta una grave falla de origen cuando lanza al imaginario social la idea de un bloque único como Constitución de 1980. De hecho, las sucesivas reformas hechas al instrumento original, han ido echando por la borda cuestiones fundamentales de la misma, siendo ellas iniciativas promovidas y alcanzadas en los gobiernos de Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.
Nivel primordial en cuanto al propósito de claridad y sentido constructivo con el cual debe abordarse lo que a nuestro juicio conforma la armazón del planteamiento lanzado por el Presidente Boric, es que los sectores centristas y democráticos que históricamente han conformado la llamada Centro Izquierda -léase Partido Socialista, Democracia Cristiana, Partido Radical y otras organizaciones, así como personalidades independientes que han venido opinando sobre la problemática constitucional- actúen de manera activa y sean los garantes reales ante la ciudadanía. Insistimos en que la vía histórica para Chile es concretar urgentemente, por vía de reforma constitucional que aprobaría el Congreso, la continuidad inmediata del Proceso Constituyente al producirse el inminente rechazo, cabiendo resaltar que tal actitud del órgano legislativo en ningún caso sería un harakiri a su majestad institucional sino que rescataría su perfil ante el conjunto de infundios y también de circunstancias que han menoscabado su estatura histórica.

“OCTUBRISMO”
En este contexto, ya para finalizar, debemos puntualizar un aspecto fundamental que tiene gran significación en la realidad del país sureño. Los delirios revolucionaristas planteados en el proyecto del texto constitucional, son resultado de una muy hábil estrategia que logró desarrollar el Partido Comunista Chileno en el seno de la Convención Constituyente. Todo el ambiente político que se generó en Chile a partir del año 2019 y que políticamente se ha denominado el “octubrismo”, permitió a ese partido alcanzar logros históricos de crecimiento. Para solidificar y expandir los mismos es imprescindible, dentro de sus estrategias a mediano y largo plazo, mantener el clima de ira social y dentro de esa visión, Gabriel Boric representa para ellos una transición breve y a la vez desdibujada del auténtico cambio revolucionario. En todos los escenarios, sus verdaderos movimientos no serán los que provengan de declaraciones formales del liderazgo partidista de los órganos de dirección, sino aquellos que se forjen en maniobras de trastienda. El ejemplo palmario con el cual ilustraríamos esta consideración está plasmado en los propios diarios de debates de la Convención Constituyente. Allí, leyendo no transcripciones literales, sino captando significados y denotaciones, veremos como muchos de los tremendismos “octubristas” textualmente plasmados son semilla de espejismos inducidos por hábiles operadores. Convertidos tales manejos en contenidos normativos, pero siendo solo elucubraciones quiméricas, siempre serán detonantes útiles para la agitación callejera y la destrucción institucional.

DE MANERA LINGÜÍSTICA
Quien ocupó el primer período de sesiones de la Convención Constituyente fue Elisa Locon. Notable y ejemplar mujer chilena, sin duda alguna. Destacada y reconocida lingüista, se ha encargado de estudiar a fondo el Mapudungún, lengua ancestral mapuche, ostenta además doctorados en calificados centros académicos de Holanda y USA. Las aspiraciones que subyacen en su espíritu ancestral, quizás la llevaron a soñar que con su lengua originaria podía ser escrita alguna vez la Constitución chilena.
Otros, entre los cuales por cierto también hay notables araucanos, habrán sonreído condescendientemente…