La primera vuelta presidencial del domingo 29 de mayo, mas allá del resultado en sufragios, marca un importante cambio histórico en la política colombiana
Colombia: Un Nuevo Rumbo
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Por Carlos Roque


Gustavo Petro del Pacto Histórico y Rodolfo Hernández de Liga de Gobernantes Anticorrupción, polarizaron la primera ronda para la elección presidencial de Colombia que habrá de definirse el domingo 19 de junio. Hasta horas antes de las elecciones se vislumbraba un panorama copado por las opciones de Petro (que a lo largo de la campaña mantuvo el primer lugar de las preferencias electorales) y “Fico” Gutiérrez al frente de una amplia alianza de los principales y tradicionales factores políticos del país. De allí, que la sorpresiva y arrolladora votación de Hernández, ex alcalde de Bucaramanga, pero ajeno a la cúpula partidista tradicional y con una campaña que violentó toda la regla de la ortodoxia electoral, asumiendo mas bien, las características de la llamada “antipolítica”, tan de moda en los últimos años.
La confrontación Petro-Gutiérrez definía el enfrentamiento de una propuesta progresista considerada de izquierda en la comparación habitual de las tendencias ideológicas, aunque inserta en el juego institucional toda vez que acumulaba tres aspiraciones presidenciales y el desempeño como alcalde de la capital, Bogotá, además con un programa en el marco de la regla institucional. Gutiérrez en cambio llego a reunir a las organizaciones y factores liberales y conservadores y además, al Centro Democrático, la fuerza del ex presidente Álvaro Uribe y del actual mandatario Iván Duque, definidos desde hace 200 años como la poderosa oligarquía colombiana. La victoria de Petro significaría en todo caso una ruptura de alcance histórico y la presencia en el poder de nuevos sectores de la provincia y factores sociales que han protagonizado en los últimos años fuertes protestas y movilizaciones contra un cuadro de desigualdad social de los más acentuados y graves del continente, Gutiérrez en cambio habría de acentuar el mandato democrático tradicional, pero que ha estimulado en los últimos años y en especial a partir del 2019, la emergencia de numerosos sectores críticos que postulan en lo posible un cambio en el alto poder.

EL REY DE TIKTOK
La votación de Fernández ahora modifica el escenario por cuanto su eventual victoria presidencial llevaría al Palacio de Mariño, a un personaje que si bien ejerció la alcaldía de Bucaramanga no posee mayor tradición política, reniega de la ideología, se niega al debate como lo demostró su ausencia en los realizados durante la campaña electoral, juntos a sus contrincantes y ha sustentado su comunicación en el uso intensivo de las redes sociales, especialmente Tik Tok, hasta el punto que se le llama el “Rey de TikTok”. Incluso, se ha niega ahora a recibir apoyos formales de otros partidos y candidatos. Tampoco asistirá al debate presidencial previo a la escogencia del 19 de junio y sostiene ideas contradictoras que oscilan entre Hitler, Trump, Bolsonaro y otros referentes de la ultra derecha, aunque curiosamente sus pocas propuestas son del signo contrario a la que sustenta la derecha de su país. De esta manera, si para algunos sectores de la opinión pública, el triunfo de Petro podría reproducir los planteamientos de la izquierda chavista-madurista, un mandato de Hernández implicaría un rumbo incierto en un país cruzado por graves problemas y principalmente el desbordamiento de una grave violencia que ahora escapa al control de las propias instancias policiales y de seguridad.

DÍAS DIFÍCILES
De esta manera, la campaña electoral para la segunda vuelta estará matizada de numerosas y graves circunstancias, toda vez que alrededor de ambos aspirantes se han sumado fuerzas cuya capacidad electoral es desconocida, y sin que se postulen ofertas consistentes de gobernanza. Unas preguntas resultan pertinentes ¿Qué hacer con el narcotráfico?; ¿Con el desbordamiento de la violencia que se expresa en masacres casi cotidianas?; ¿En la muertes impunes y asesinatos de “líderes sociales” a lo largo y ancho de la geografía nacional? Lo que queda claro y así lo registran los analistas más acreditados es que lo ocurrido el 29 de mayo, más que una sumatoria de votos significa simbólicamente la derrota de una cúpula de poder que durante dos siglos ha dirigido en esencia los destinos de Colombia. No falto el cronista que describiera lo ocurrido como “la resurrección de Jorge Eliécer Gaitán” el líder liberal asesinado en 1948, hecho que desato las llamas del terrible “Bogotazo” y estimuló una lucha armada que ahora bajó de las montañas y mide sus fortalezas en las propias calles colombianas.



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