En Chile las luchas políticas tienen un claro perfil ideológico
Las dos Almas de Gabriel Boric (II)
      A-    A    A+


Por Manuel Salvador Ramos


En el articulo inicial de esta secuencia nos adentrábamos en razones e interrogantes sobre como un joven magallánico, nacido y criado dentro del ambiente de comodidad socio-económica que le facilitó una familia trasmisora de influencias éticas y espirituales, y que por todo ello pudo desarrollar sus inquietudes primarias en un contexto socio-histórico muy característico y también afable. La interrogante no es ociosa porque si a ese ambiente de estímulos positivos se adiciona analíticamente el ímpetu meteórico de su carrera política al sortear con increíble habilidad los obvios obstáculos de ese tipo de emprendimiento, creemos que es valedero acometer la tarea que nos permita delinear y explicar la visión indiscutiblemente crítica de sus posturas. No inciden en ellas ni frases ni acometidas que dibujen en él rencores ni resentimientos y tampoco se reflejan en sus actos no privan rencores u odios sociales Sus inquietudes, bien perfiladas ya desde la temprana juventud, tal como lo destacábamos en el anterior artículo, nacen de un sustrato humanista producto de observar como las realidades no son congruentes con los idearios. Es una inconformidad firme y profunda, pero asentada en lo que podemos llamar su ideario esencial, y por ello pretendemos ir analizando hechos y despejando factores inherentes a su vida y quehacer político.

La Región de Magallanes y la Antártica Chilena (132.033.670 km2) es la división político-administrativa mas meridional del país, pero tanto su conocimiento territorial como su reafirmación nacional se produce cuando ya el país sureño había conquistado su independencia. Solo fue en 1843 cuando se organizó una expedición oficial para “tomar posesión” de esa zona geográfica y sobre la cual potencias europeas (Francia e Inglaterra) habían mostrado interés, no en el orden colonizador propiamente dicho, sino por la indiscutible importancia para la navegación, ya que el estrecho de Magallanes era el paso obligado en las rutas marítimas para pasar de océano Atlántico al océano Pacífico y viceversa. En 1848 es fundada Punta Arenas, hoy capital regional, y en 1853 es oficialmente consagrada como Tierra de Colonización, originando con ello que arribaran a la zona europeos dispuestos a emprender actividades, principalmente en el ramo pecuario. En 1884 se descubren vetas auríferas muy importantes y ello produce una avalancha migratoria, pero paralelamente la actividad de explotación pecuaria ha venido expandiéndose y observamos que se ha conformado en la región una compañía que maneja volúmenes financieros de alto calado, no solo para Chile sino dentro de la propia economía mundial. Es la que conforman familias que ha de convertirse en el epicentro de los nombrados rubros económicos.

Vemos entonces que Punta Arenas se va transformando en una ciudad a la cual afluyen personas con distintos intereses y ello, como consecuencia lógica, ha de propiciar diferenciaciones, pugnas y conflictos. El despojamiento de tierras a colonos individuales y las condiciones socio-económicas de trabajadores que laboraban en lo que ya era un puerto de gran movimiento, genera la organización activa en la Federación Obrera de Magallanes, organización sindical que marcó hito en las luchas sociales chilenas y cuyo devenir tuvo punto culminante en el doloroso evento de la masacre ocurrida en 1920, cuando la llamada Liga Patriótica de Magallanes (ente paramilitar) destruyó e incendió la sede de la FOM, produciendo la muerte de mas de quince personas, todas vinculadas a esa organización sindical. Este episodio forma parte de la memoria de los revolucionarios chilenos y no en vano Salvador Allende escogió esa zona austral para lanzar su candidatura a senador en las elecciones de 1957.

(Datos tomados de “Historia de la Región Magallánica”. Mateo Martinic. Ediciones de la Universidad de Magallanes, 2006).

LAS LUCHAS INICIALES

El joven Boric, ya en actividad dentro de la Cámara de Diputados (2011-2021), dejó palpable muestras de su compenetración con el espíritu raigal de su región nativa y de su sentimiento por las luchas libradas en ella. Ello sucede cuando funda en Punta Arenas “LA IDEA”, un preuniversitario gratuito destinado a jóvenes aspirantes a someterse a la Prueba de Admisión Universitaria y para ello ocupa una edificación que precisamente está frente al monumento que conmemora el episodio acaecido en 1920.

Gabriel Boric Font, como ya lo apuntamos anteriormente, cursó en The British School de Punta Arenas la Educación Básica y Media, y ya en el 2004 ingresa a la carrera de Derecho en la Universidad de Chile. Desde el punto de su actividad como cursante universitario llegó a ser ayudante de cátedra en las asignaturas Historia Institucional de Chile, Teoría de la Justicia y Derecho Internacional de los Derechos Humanos. En cuanto a las vías de lucha estudiantil, afluentes esenciales de su accionar político en el futuro, ya hemos apuntado que siendo estudiante de Educación Media en Punta Arenas participó en la refundación de la Federación de Estudiantes Secundarios en esa ciudad, pero ya en un ambiente saturado de confrontaciones ideológicas y de luchas políticas como es cualquier institución universitaria de estirpe genuina, se incorpora decididamente a esa dinámica y fue elegido Consejero de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile el año 2008 y seguidamente, en el 2009, llega a ser Presidente del Centro de Estudiantes de Derecho, cabiendo agregar que para ese entonces actuaba como dirigente de una agrupación denominada Izquierda Autónoma, movimiento que respondía a luchas radicales pero totalmente diferenciadas de las emprendidas tradicionalmente por otras representaciones partidistas que actuaban en la vida universitaria.

En la secuencia en que estamos tratando de desarrollar, buscamos aprehender criterios que nos permitan conformar una panorámica sobre la vida y la trayectoria del joven presidente, y es por eso que al arribar a lo que sin duda fue una trascendente coyuntura como fueron las luchas estudiantiles libradas el año 2011, debemos hacer una suerte de paréntesis para visualizar correctamente ese punto de inflexión. En sentido necesitamos repasar históricamente los hechos que ocurrieron en periodos anteriormente mediatos y así dar a conocer al lector porque nos hemos permitido conceptualizar de forma tan sustantiva tales acontecimientos. En ese sentido vamos a valorar muy sintéticamente ciertas interpretaciones sobre la secuencia política que vivió Chile a partir de 1989, haciendo previamente algunas consideraciones relativas al comportamiento cultural-histórico que ha prevalecido en las actitudes y motivaciones de su sociedad.

LA HISTORIA

En Chile las luchas políticas tienen un claro perfil ideológico. Los lemas y postulados de cada parcialidad identifican el perfil de ellas y las agrupaciones frentistas se conforman en base a esas premisas, por encima de acomodos electoreros u oportunistas. Ello es parte de una república nacida bajo la robusta noción civilista que yace en su esencia nacional, a pesar del oscuro paréntesis de la dictadura de Augusto Pinochet y de otros muy localizados episodios ocurridos en su continuidad republicana. Esa visión global, sintéticamente hablando, permite definir a Chile como un país de ejemplar solidez institucional.

A partir de ese juicio podemos entender ciertos rasgos en el comportamiento sociológico que son propios de la vida política del país austral y que son difíciles de encontrar en cualquier otro país de la región. Así vemos como los bloques políticos se asignan, sin rubor, la declaratoria de adhesión en los tradicionales y ya casi añejos cartabones de Izquierda y Derecha. Asimismo, la militancia encuadrada en los distintos partidos pregona sin esguinces, bien su pertenencia o bien su equidistancia a tal binominalidad, y esa ubicación partidista constituye un adjetivo calificador que se conserva durante el transcurrir del ciclo vital de la persona, aun no estando activo en la cotidianidad del partido o bloque; no obstante, cuando renuncie al mismo formalmente y se adscriba a otro partido o simplemente se declare independiente, debe efectuar la notificación de ello por vía formal. Ponemos como ejemplo un caso que se nos ocurre muy ilustrativo. Oscar Garretón, empresario que ha sido notorio miembro del Partido Socialista (PS), se identificó como tal como tal en su vida pública, sin que ello causase observación o comentario a una dualidad que podría acarrear especulaciones relativas a la contradicción que denota. Hace algunos años renunció a la militancia no solo anunciándolo en los medios, sino que lo hizo tal como prescribe la normativa legal; esto es, cumpliendo el requisito formal de efectuar el trámite ante el SERVEL, órgano publico que maneja en Chile todo lo concerniente a la actividad de los partidos políticos en cuanto a su funcionamiento y el apego de los mismos a las pautas legales.

Estas puntualizaciones nos sirven para ir percibiendo las significaciones de fondo que están presentes en la coyuntura política que vivió Chile a partir del año 2010, cuando es electo Sebastián Piñera Echenique como Presidente de la República. Él no solo militaba y era figura principalísima en Renovación Nacional (RN), organización que junto con la UDI formaba el bloque denominado ‘Derecha’, sino que siendo esencialmente un muy importante empresario, representaba ya formalmente y no por vía refleja, la asunción al Poder del Estado de ese bloque socio-político. Desde 1932, cuando Arturo Alessandri Palma regresa a La Moneda como producto del triunfo en unas elecciones en la cual encabezó una coalición populista de Radicales y Liberales, nadie ajeno a consignas y posturas programáticas de corte popular ha ocupado la Presidencia de la República. Ello es, a nuestro juicio, expresión del profundo sentimiento de cambio social que sin duda es parte esencial en la mayoría de la sociedad chilena. Debemos observar que solamente se observa un paréntesis en el periodo 1957-1964, cuando Jorge Alessandri, precisamente hijo del nombrado Arturo Alessandri, gana las elecciones por escaso margen al médico Salvador Allende Gossens, quien se presentaba como candidato de una coalición de ‘izquierda’ conformada principalmente por el Partido Socialista, agrupación donde él militaba, el Partido Comunista y el Partido Radical. En el periodo 1964-1970 fue electo como presidente el hasta entonces senador Eduardo Frei Montalva quien presentó un programa de amplio contenido social basado en la transformación productiva del campo a través de una profunda reforma agraria y de la ‘chilenización del cobre’, cometido de gran significación para el país dado que la explotación cuprífera, principal rubro exportador, estaba en manos de empresas extranjeras. En ese momento Frei actuaba como líder de la Democracia Cristiana, partido formado en 1957 por una cohorte que ya poseía amplia experiencia política al escindirse del Partido Conservador y actuar con la denominación de Falange Nacional. El lema ductor de su campaña electoral fue ‘Revolución en libertad’.

En las elecciones que se llevaron a cabo en 1970 resultó triunfador, como es harto conocido, Salvador Allende, quien encabezó la coalición llamada Unidad Popular y ganó al candidato ‘derechista’ Jorge Alessandri por una pequeña pero clara diferencia. No obstante, legalmente se pautaba que al no obtener ninguno de los candidatos una mayoría superior al cincuenta por ciento de los votos, debía ser el Congreso quien escogiese entre el primero y el segundo aspirante. Ese momento inédito y crucial en la historia contemporánea de Chile y el cual ha sido enfocado y valorado extensamente, produjo una decisión no menos resaltante cuando los votos parlamentarios de la Democracia Cristiana confirmaron la inequívoca voluntad popular al decidirse legítimamente por quien había conquistado el primer lugar, previa sanción de lo que se llamó un Estatuto de Garantías. En este particular debe apuntarse que tanto Salvador Allende como el candidato de la Democracia Cristiana, Radomiro Tomic, presentaron programas casi idénticos, haciendo énfasis en la nacionalización del cobre como eje central. Cabe además dejar claro que el programa que presentó a la sociedad chilena Salvador Allende era totalmente inspirado en los contenidos revolucionarios que había establecido el Partido Socialista en su “Manifiesto de Chillán”. Cabe aquí la confirmación de nuestra aseveración en cuanto al sentimiento de cambio social como ethos de la sociedad chilena y como el mismo ha de aflorar en las coyunturas de su devenir. La intensa marejada del 2011 es el comienzo del fin del modelo que se implantó al volver a Chile la democracia en 1989; y podemos decir, sin duda alguna, que el mismo no es sino el periódico renacer de las esencias profundas que yacen en el corazón abisal de los chilenos. En los trajines intensos de ese entonces, comienza forjarse la ‘Segunda Alma’ del hoy Presidente de Chile.