Orbán y Vucic no sufren su cercanía a Rusia y ganan en Hungría y Serbia
Los Caballos de Troya de Putin
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Por Emilio Ordiz


En España hay una frase muy recurrente que dice que "con estos amigos quién quiere enemigos". Por paradójico que parezca, Vladimir Putin tiene algunos de los primeros, entre ellos los nacionalistas Viktor Orbán y Alexander Vucic, a los que no ha pasado factura su cercanía -o al menos equidistancia- respecto a Moscú en el marco de la invasión rusa de Ucrania. Hungría y Serbia celebraron este domingo elecciones y tanto Orbán como Vucic ganaron respectivamente con mucho margen. Esto muestra que ese 'amiguismo' con Rusia no necesariamente va a perjudicar a quienes lo practiquen en una época tan compleja.
"Hemos conseguido una victoria tan grande que se puede ver desde la luna, pero seguro que también se puede ver desde Bruselas", expresó desde Budapest un Orbán exultante que combinó críticas a la UE, al magnate George Soros e incluso al presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Con más del 53% de los votos bajo el brazo, el partido ultraconservador Fidesz se impuso en los comicios frente a una oposición unida, y no solo eso: ha logrado mantener la mayoría de dos tercios en el Parlamento, que es la que permite realizar reformas constitucionales.

Orbán fue duramente criticado por Zelenski durante su intervención por videoconferencia en el último Consejo Europeo, pero eso al primer ministro magiar parece no preocuparle. Lleva en el poder desde 2010 y se va a convertir en el líder que más tiempo ha ocupado ese asiento dentro de la UE más reciente. Y todo ello con constantes pulsos con Bruselas a cuenta de la erosión del estado de derecho o los ataques al colectivo LGTBI. Mientras, hace gala de ser el caballo de Troya de Putin en el bloque de los 27.
Para muestra dos botones: a finales del 2021, antes de la invasión de Ucrania, Orbán firmó un acuerdo para asegurar el suministro de gas ruso. Estrechó la mano de Putin y confirmó esa amistad. Ya con la guerra en marcha, el Gobierno húngaro se negó a que las armas suministradas por la UE a Kiev atravesaran su país. Más recientemente ya ha dejado claro que no apoyará sanciones a la energía rusa por parte de la Unión. Tras las elecciones, Putin fue uno de los pocos líderes internacionales que felicitó a Orbán y llamó a "seguir estrechando las relaciones bilaterales" pese a la complicada situación internacional.

Para la oposición, y para muchos expertos, Putin representa precisamente el modelo de liderazgo y mando que quiere emular Viktor Orbán en su país. Entre ellos, Steven Forti, en su libro 'Extrema derecha 2.0' habla de una "putinización de Hungría" en tanto en cuanto se sostiene en una red de empresarios y oligarcas, en una élite que controla las principales estructuras, entre ellas los medios de comunicación. Es el llamado NER, que son, salvando las distancias, una copia de los Siloviki, que son los exagentes de la KGB y otros grandes empresarios que forman el círculo de confianza de Putin.
El propio Forti cuenta a 20minutos que Orbán "antes de la guerra no se planteaba salir de la UE y eso no ha cambiado ahora" y la percepción es que Hungría "no va a cambiar mucho en relación a Rusia y a la Unión" porque necesita el dinero europeo, e intentará "mantener en pie los acuerdos que tiene con Putin", de quien es "un caballo de Troya" dentro del bloque comunitario. El futuro de Fidesz, sostiene, consistirá "en dar el pego" con Bruselas.

"A Rusia lo que le interesa es debilitar a la UE", añade Forti, "pero no sé la importancia que ahora le estará dando el Kremlin" en el marco de la invasión de Ucrania. En todo caso, "no sería muy racional por parte de Orbán mover mucho las cartas", aunque "a Putin le convenga tener dos aliados en Budapest y en Belgrado". Para terminar, el historiador no ve "grandes cambios a corto plazo" en esa relación Orbán-Putin.
Un sesgo a favor de Fidesz
Por otro lado, los observadores electorales enviados a Hungría por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) detectaron un sesgo en favor de Fidesz, tanto en el uso de recursos públicos como en la parcialidad de los medios. No es habitual que la OSCE envíe una misión a un país miembro de la UE, pero en el caso de Hungría no es la primera vez. Ya en 2018 hablaron de unas elecciones "libres pero no limpias". La votación, explican, transcurrió sin incidentes y los electores tenían varias alternativas donde elegir, pero el sistema no fue todo lo imparcial que debería.

Daniel Gil, analista en The Political Room, comenta por su parte que "es sorprendente que Orbán haya ganado de la forma en la que lo ha hecho", porque no esperaba que se pudiera mantener la supermayoría. "Lo que ha habido es un estrepitoso fracaso de la oposición". Para Gil "la guerra en Ucrania ha sido clave" en favor de los planteamientos de Orbán porque "desplazó el tema de la corrupción" y Orbán "situó el marco de guerra contra paz", siendo Fidesz el que se posicionó como el garante de esa paz. "La opinión pública húngara no es mayoritariamente prorrusa, pero con Ucrania tienen ciertos conflictos internacionales y hay que contar con la manipulación de los medios de comunicación", añade. La oposición "al final fue vista como los que te quieren meter en una guerra" y Orbán "como el garante de la estabilidad".
En Serbia la situación es similar. El presidente y candidato nacionalista, Alexander Vucic, revalidó su victoria superando el 58,6% de los votos, cuarenta puntos por encima del candidato opositor. "Quiero decir gracias, muchas gracias desde el fondo de mi corazón a todos los ciudadanos de Serbia. Quiero dar las gracias a toda la gente maravillosa que nos ha apoyado con mucho amor y devoción", expresó un líder que sopla y sorbe al mismo tiempo. ¿Por qué? Porque mantiene su cercanía con Putin al mismo tiempo que su país es candidato a la adhesión a la Unión Europea.
Vucic, igual que Orbán, recibió la felicitación del Kremlin. Putin quiere mantener esos vínculos con un país que podría acabar desplazado en esa 'carrera' por acceder a la Unión. Como en Hungría, en Serbia se impuso el candidato que prometió estabilidad en un marco bélico y todo ello pese a que a Vucic le crece la sombra de la corrupción y ha sido duramente criticado por sus tendencias autocráticas -que provocaron por ejemplo revueltas durante 2021-. Belgrado, pese a todo, quiere mantener "relaciones amistosas y de asociación" con Moscú y apuesta por caminar haciendo equilibrios entre la UE y Rusia y China. Lo que está claro es que después del 3 de abril, Putin sonríe un poco más.