El planteamiento del entonces Presidente de Venezuela, sobre el comportamiento de la OEA al no reconocimiento de los gobiernos dictatoriales marca una etapa histórica del continente.
La Doctrina Betancourt
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Por Luis Fidhel


Varios intelectuales y estudiosos sobre la vida y obra política de Rómulo Betancourt señalan el hecho de haber militado en el Partido Comunista costarricense lo hizo tener claro que la vía hacia la liquidación de la tiranía y construcción de la democracia en Venezuela y continente no podía pasar por la tutela del comunismo soviético e influencia rectora de la III Internacional.Sin embargo resulta un reduccionismo aseverar lo que se denominaría posteriormente “Doctrina Betancourt” tendría un exclusivo carácter anticomunista.

La Junta Revolucionara de Gobierno que Betancourt presidio (1945-1948) suscribiría el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) en septiembre de 1947, promovido bajo la hipótesis norteamericana de instrumento militar para enfrentar la amenaza soviética en el continente. Entre el 30 de marzo al 08 de abril de 1948, se celebró en Bogotá la IX Conferencia Interamericana cual originó la Carta fundacional de la Organización de Estados Americanos (OEA).La delegación venezolana la presidió Betancourt siendo Rómulo Gallegos presidente de Venezuela.

Entre los protocolos aprobados destaca la “Preservación y defensa de la democracia en América”, condenaba el “comunismo internacional” o “cualquier totalitarismo” por su “naturaleza antidemocrática” y “tendencia intervencionista” considerándose incompatible con “la concepción de la libertad americana” descansaba en los “postulados incontestables”: “la dignidad del hombre como persona y la soberanía de la nación como Estado”.
El discurso de Betancourt en la Conferencia si bien no es abiertamente anticomunista enfatizó la condena a “todos los totalitarismos” y necesidad de defensa de la democracia; abogaba por la “sinceridad democrática y efectividad del régimen representativo” en contraposición del “Estado- Policía” se “enseñorea” en extensa porción de Europa expresando: “Nuestro régimen democrático se basa en la plena libertad de organización, palabra y prensa y no está dispuesto a trasplantar al suelo patrio las guerras ideológicas extranjeras”.

La participación como jefe de la delegación norteamericana del general George Marshall, solicito a la naciente Organización apoyar su Plan de reconstrucción de Europa por formula de contención a la Unión Soviética y promoción de la empresa privada y capital extranjero para solución de los problemas de los socios continentales. Destaca de la nueva Organización el trato igualitario de todos sus miembros, la toma de decisiones por consenso o mayoría y la no posibilidad de veto por la única potencia del continente -EEUU-.

Betancourt en su discurso de toma de posesión el 13, de febrero de 1959, siendo el primer gobierno de la recién inaugurada democracia representativa; reitera que en su campaña electoral fue explícito en el sentido que no consultoría al Partido Comunista venezolano (PCV) para la integración del gobierno y no serían llamados para desempeñar cargos administrativos en los cuales se influyera sobre los rumbos de la política nacional e internacional. La filosofía política comunista no “compagina” con la estructura democrática del estado venezolano, “ni el enjuiciamiento” por ese partido de la política internacional que deba seguir Venezuela concordaban con los mejores intereses del país.

A pesar de reconocer y sonar contradictoria la aseveración “la unidad nacional” que contribuyo a derrocar la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y garantizar el “tránsito hacia la constitucionalidad” requería con similar urgencia para organizar el país sobre “bases estables y justicieras”. Consideraba que el Partido Comunista es una organización que mientras se mantengan dentro de los límites de movimiento político no insurreccional puede y debe disfrutar de los derechos que les corresponden a los otros partidos políticos.

Betancourt tuvo claro el carácter comunista consecuentemente no democrático de la Revolución cubanainiciada a partir de 1959, a pesar que Fidel Castro no se había declarado abiertamente como tal y la negativa de donar petróleo a la Revolución y préstamos parece haber consolidado el distanciamiento entre ambos líderes. Asevera las relaciones del gobiernocon Cuba se deterioraron a causa de una “actitud francamente intervencionista” en cuestiones venezolanas.

El canciller Ignacio Luis Arcaya envió una nota de protesta al gobierno cubano cuando el líder revolucionario Ernesto Guevara expreso públicamente que los gobernantes venezolanos debían ir a La Habana a recibir orientaciones. Posteriormente se negaron visas de entrada a Guevara y Raúl Castro quienes habían sido anunciados como oradores para un mitin del Partido Comunista en Caracas para conmemorar un aniversario de la Revolución Rusa.
El 11, de noviembre de 1961, se anuncia la ruptura de relaciones diplomáticas y consulares con La Habana. Betancourt sostiene como motivo inmediato cuando el canciller cubano Roa imputo que su gobierno actuaba de acuerdo a las instrucciones recibidas por el Departamento de Estado norteamericano, lo considera “falsedad e injuria intolerables” al contrario que en todos los pronunciamientos oficiales de Venezuela sobre la situación cubana se mantuvo siempre un tono de discreta ponderación.

Acota estar “celosamente apegados” a la no intervención armada en Cuba por otro país americano; sosteniendo “con recia firmeza” dentro de la Organización de Estados Americanos y contactos bilaterales con otras cancillerías del continente la tesis que la invasión a Cuba por fuerzas armadas de un país americano sería la quiebra del sistema regional y el fracaso del esfuerzo de treinta años, realizado para que se consagre como un principio no discutible de que los ejércitos de un país continental no pueden invadir y ocupar a otro país de América.

El canciller Marcos Falcón Briceño justifico la decisión: “en virtud de los violentos e injustificados ataques contra el orden público e institucional de Venezuela, su gobierno y la persona del Jefe de Estado; por altos personeros del régimen cubano”.

En abril de 1965, en la Republica Dominicana estalló la Revolución de Abril, calificado originalmente por una guerra civil. Se encontraron enfrentados el lado “constitucionalistas” que exigían el regreso del presidente Juan Bosch quien fuese derrocado en septiembre de 1963 y restituir la vigencia de la Constitución de 1963, elaborada y aprobada en el gobierno de éste. Por otro lado los militares reaccionarios quienes se encontraban en la base de San Isidro, opuestos al regreso a la constitucionalidad y Bosch.

En discurso televisado del presidente Lyndon B. Johnson expreso “impedir que los comunistas aprovecharan los sangrientos disturbios para hacerse con el poder”. Mantuvo por prioridad “desamericanizar” el conflicto informando a la Organización de Estados Americanos de la intervención y solicito el apoyo para reinstaurar la paz y la normalidad. Dio autorización al desembarco en Santo Domingo de 42,000 marines de la 82a División Aerotransportada, y al envío de 41 buques de guerra, cuya misión era rodear la isla para evitar que pudiera llegar algún tipo de ayuda del exterior; denominándose dicha Operación Power Pack- .

El desembarco de marines se inició el 28 de abril de 1965, como una Fuerza Interamericana de Paz, cuerpo armado formado por militares de diferentes países miembros de la Organización de Estados Americanos pero en su mayoría estadounidenses. Cinco países miembros se opusieron: Uruguay, México, Ecuador, Perú y Chile.

Dividieron la ciudad de Santo Domingo en dos zonas, logrando aislar a los constitucionalistas pro-Bosh e impidiendo que su movimiento se expandiera. Se instaló un gobierno paralelo encabezada el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñódenominado Gobierno de Reconstrucción Nacional, recayendo en Antonio Imbert Barreras la designación de su presidente.
La Organización de las Naciones Unidas , en fecha 3 de mayo de 1965, en Sesión del Consejo de Seguridad; el representante permanente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, solicitó una reunión para “examinar la cuestión de la intervención armada de los Estados Unidos en los asuntos internos de la República Dominicana”, expresando se trataba de “una intervención armada de los Estados Unidos de América, un miembro permanente del Consejo de Seguridad, a un Estado soberano y un miembro de las Naciones Unidas”.

EL 14, de mayo, el Consejo de Seguridad de las NNUU aprobó una Resolución requiriendo al Secretario General enviara un representante a Santo Domingo para que informara al Consejo sobre la situación dominicana. La “comisión investigadora” fue presidida por el venezolano José Antonio Mayobre Cova quien se había desempeñado en el segundo gobierno de Betancourt como Embajador Plenipotenciario de Venezuela en Estados Unidos, representante permanente de Venezuela ante la OEA en Washington y paralelamente trabajó como Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional.

Mayobre fungiría como representante del Secretario General de las Naciones Unidas U Thant, para mediar el conflicto suscitado en la República Dominicana. Los Estados Unidos protestaría el fuerte sesgo pro-constitucionalista de los informes de Mayobre; además de pedirel retiro de la fuerza interventora.

El 1 de mayo de 1965 la X Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA en Washingtonse aprobó la conversión de las fuerzas norteamericanas en República Dominicana, en fuerzas interamericanas. Su finalidad “dentro de un espíritu de imparcialidad democrática” era colaborar en la restauración de la normalidad, el mantenimiento de la seguridad de sus habitantes, la inviolabilidad de los derechos humanos y el establecimiento de un clima de paz y conciliación que permita el funcionamiento de las instituciones democráticas.

El gobierno del Brasil en la formación del ejército interamericano contribuyo con 1300 militares como también Honduras, Costa Rica, Nicaragua y Paraguay; así como un pequeño grupo de fuerzas estadounidenses; pues el grueso de las mismas fue retirado gradualmente.
A pesar de la activa posición que había asumido el gobierno de Raúl Leoni en contra de la intervención estadounidense, la posición de la delegación venezolana en la Reunión se limitó a la abstención. La OEA respaldó la acción norteamericana.El presidente Leoni propuso la formación de un Comité de Evaluación de la OEA compuesto por Brasil, Colombia, Perú y Venezuela, que buscaría el establecimiento de un fideicomiso de ese organismo internacional sobre República Dominicana.

La guerra de Abril finalizó con un acuerdo el 3 de septiembre de 1965, donde los bandos renunciaban a sus pretensiones políticas. Incluía el regreso de Bosch “sin elecciones” y se aprobó la creación de un gobierno provisional encabezado por Héctor García-Godoy Cáceres para preparar las condiciones para unas elecciones a celebrarse el 1 de junio de 1966.

Los candidatos más relevantes para dichas elecciones eran Juan Bosch y Joaquín Balaguer. El Departamento de Estado comunica el apoyo al presidente del gobierno provisional de la República Dominicana, Héctor García Godoy; también expresa que cualquier intento de derrocar al nuevo gobierno dominicano significará un desafío a la Organización de Estados Americanos en sus esfuerzos.

La Segunda Conferencia Interamericana Extraordinaria, celebrada en Río de Janeiro entre el 17 y el 30 de noviembre de 1965, su propósito fue reformar la estructura funcional que la Organización prevista en la Carta de Bogotá de 1948. La proposición estadounidense, de constituir una fuerza interamericana, es rechazada por la mayoría de los representantes latinoamericanos que asistentes.

El presidente Raúl Leoni manifiesta que no enviara delegación a la Conferencia al considerar el gobierno venezolano que no era el momento ni la situación general latinoamericana propicio para reunirla. Se interpretó como distanciamiento al régimen militar brasileño del General Castello Branco y desacuerdo a la intervención militar norteamericana en República Dominicana de la cual su gobierno no estuvo de acuerdo.

Rómulo Betancourt en su libro “Golpes de Estado y Gobiernos de fuerza en América Latina” se refirió la crisis dominicana: “Los países bajo gobiernos de facto, siempre esperan una oportunidad para repudiar a los usurpadores del poder. Eso ocurrió en Santo Domingo. Es uno de los errores que han cometido los Estados Unidos. Dialogué en Washington con el Presidente Johnson, sobre este asunto. Me argumentó en favor del envío de esas tropas, la expansión soviética en el Caribe, pero les reclamé la intervención y recordé que a muchas de nuestras repúblicas les había sido violada su soberanía por los Estados Unidos”.