En la década de 1950, Minnie Miñoso fue una estrella negra latina pionera. El Salón de la Fama aún no reconoce su grandeza e impacto.
El Béisbol y una Leyenda
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Por Tyler Kepner


Minnie Miñoso fue un mentor para varias generaciones de jugadores de los Medias Blancas de Chicago. Durante muchos años, se desempeñó como jugador y entrenador, vivía todo el año en la ciudad y mantuvo la tradición del equipo como un lugar acogedor para las estrellas cubanas.
En 2014, durante una conversación telefónica, Minnie volvió a citar uno de sus consejos preferidos: “Enamórate del juego”. “Haz todo lo hermoso por el juego, la gente y el país que representas. Eso es lo que quiero que todos hagan”, afirmó. Al año siguiente, cuando Miñoso murió, tenía 89 años o 92 —su edad varía dependiendo de la fuente— y su lugar en la historia del béisbol era igual de confuso. ¿Fue sobre todo un bateador sólido y veloz en la década de 1950? ¿O fue un circo itinerante para Bill Veeck, el inconformista propietario de los Medias Blancas, quien lo activó brevemente en 1976 y en 1980?

¿O acaso Miñoso fue uno de los mejores y más importantes jugadores de la historia del béisbol? “Para mí, Minnie es una leyenda”, dijo el lunes el exlanzador José Contreras, quien llegó a las Grandes Ligas desde Cuba en 2003. “Él fue una de las razones por las que comencé a jugar béisbol cuando era niño. Quería ser como él. Fue uno de nuestros mejores representantes, nuestro Jackie Robinson”. En esta postemporada el Salón de la Fama vuelve a considerar a Miñoso, lo que revive una de sus candidaturas más curiosas. Además de la boleta anual de los periodistas —que analizará las nuevas postulaciones de David Ortiz y Alex Rodríguez y que deberá decidir sobre los casos de Barry Bonds y Roger Clemens que ya llegan a su última oportunidad— dos comités analizarán más de 20 nombres del pasado.

Miñoso está en la boleta de Golden Days para candidatos de las décadas de 1950 y 1960. Pero su récord pasa a la otra boleta —Early Baseball— que evalúa en gran medida a los jugadores negros de la era anterior a la integración. Miñoso llegó a Estados Unidos en 1945, inspirado por el fichaje de Robinson por los Dodgers de Brooklyn, y pasó tres años en la Liga Nacional Negra, ayudando a los Cubans de Nueva York a ganar un campeonato. “Ni siquiera puedo contar la cantidad de veces que nos sentamos en la sala de conferencias, al lado de mi oficina, para hablar sobre el béisbol, la vida y las alegrías que sentía por este juego y por qué eligió dejar pasar oportunidades más lucrativas para venir a jugar con los Cubans de Nueva York”, dijo Bob Kendrick, presidente del Museo de Béisbol de las Ligas Negras en Kansas City, Misuri. “Quería perseguir el sueño americano, y les dejó esos cimientos a muchos otros, porque sabían que tendrían la oportunidad de jugar este deporte”.

Muchos jugadores cubanos con la piel clara habían aparecido en las Grandes Ligas antes del debut de Miñoso en 1949 con los Indians de Cleveland, que eran propiedad de Veeck. Sin embargo, Miñoso era moreno. Y se enfrentó al mismo tipo de racismo que sufrieron Robinson y otros jugadores negros, pero sin tener el mismo dominio del inglés que lo podía ayudar a salir adelante. Miñoso fue impactado por lanzamientos 16 veces en 1951, su primera temporada completa, y lideró las Grandes Ligas en esa categoría nueve veces. Se sentía cómodo en el plato, sin duda, pero sospechaba que había más cosas detrás. “En 1951, durante mi primer año en las Grandes Ligas, un equipo —no digo quién— siempre me insulta”, dijo una vez a The New York World-Telegram and Sun, que lo citó con su inglés de extranjero, como relató Jay Jaffe en su libro, The Cooperstown Casebook en 2017. Usaron lenguaje soez y se refirieron a mi raza, dijo Miñoso, y agregó: “Creo que intentan darme miedo”.

Miñoso perseveró. Desde 1951 hasta 1961, ocupó el tercer lugar de las Grandes Ligas en imparables, solo por detrás de Nellie Fox y Richie Ashburn. Miñoso tuvo más robos y un mejor promedio de embase y slugging que ambos. Fox y Ashburn son miembros del Salón de la Fama. Como también, por supuesto, lo son Mickey Mantle, Willie Mays y Stan Musial, los únicos jugadores regulares que igualaron a Miñoso en promedio de bateo (.300), porcentaje de embase (.390) y porcentaje de slugging (.450) en esos 11 años esenciales. El valor de Miñoso se refleja en sus victorias por encima del nivel de remplazo (“Wins above replacement”, o simplemente WAR) según los cálculos de Baseball Reference. Decenas de miembros del Salón de la Fama —desde Earl Averill y Hack Wilson en la década de 1930 hasta Jim Rice y Kirby Puckett en la década de 1980— están por debajo del total de 53,8 WAR de Miñoso. “Hay jugadores del Salón de la Fama que tienen menos que eso, si nos fijamos en los nuevos números”, dijo el exjugador de las Grandes Ligas Eduardo Perez, cuyo padre, Tony Perez, es un miembro del Salón de la Fama de Cuba que idolatraba a Miñoso. “Si le damos un vistazo a las estadísticas en cuanto a porcentaje de bases y OPS, esos números también pertenecen. Pero lo más importante es hacer que la organización sea mejor, y Minnie Miñoso pertenece al Salón de la Fama por todas esas pequeñas cosas que hizo para hacer mejores a sus compañeros de equipo”.
El traspaso de Miñoso a Chicago en 1951 provocó un resurgimiento de los Medias Blancas que culminó en 1959 con la primera aparición de la franquicia en la Serie Mundial en 40 años. Miñoso dejó su huella en ese equipo en ausencia; había sido traspasado a Cleveland por Early Wynn, quien ganó el premio Cy Young de las Mayores en esa temporada de 1959. Quizás si Miñoso hubiera protagonizado la Serie Mundial, o hubiera ganado un título de bateo o un premio al Jugador Más Valioso, llamaría más la atención de los votantes del Salón de la Fama. En concreto, los periodistas lo ignoraron en 1969 y, debido a esas breves apariciones en 1976 y 1980 (que lo convirtieron en un jugador de cinco décadas), Miñoso no recuperó su elegibilidad para el Salón de la Fama hasta mediados de la década de 1980.

Para ese entonces, muchos votantes nunca lo habían visto jugar, o lo conocían sobre todo por las reapariciones. Miñoso permaneció en la boleta hasta 1999, alcanzando un máximo de 21,1 por ciento en 1988, muy por debajo del 75 por ciento necesario para ser electo. Los comités posteriores no han sido mucho más amables; en 2006, Miñoso fue pasado por alto en una amplia votación sobre jugadores de la Liga Negra, porque no se pudo considerar su tiempo en las Grandes Ligas.

Este año puede ser diferente. En 2020, la MLB reconoció de manera formal a varias de las Ligas Negras como similares a la Liga Nacional y Americana, una decisión pendiente desde hace mucho tiempo y que amplió los libros de récords oficiales. Antes de esto, las estadísticas de Miñoso no estaban ocultas, pero el nuevo contexto solo puede ayudarlo. Miñoso bateó .351 entre las temporadas de 1947 y 1948 para los Cubans, y luego Veeck compró sus derechos contractuales por 15.000 dólares. Cleveland estaba lleno de talento, por lo que Miñoso pasó la mayor parte de 1949 y 1950 dominando la Liga de la Costa del Pacífico. Con todo derecho, debería haber continuado su carrera como un jugador élite de Grandes Ligas, lo que habría fortalecido su candidatura a Cooperstown. “Debería haber sucedido cuando todavía estaba con nosotros, y sé lo mucho que significaba para él”, dijo Kendrick sobre la posibilidad de que Miñoso sea elegido para el Salón de la Fama.

Y luego agregó: “Creo que tenemos la oportunidad de hacerlo bien esta vez. Estamos aquí como una institución para tratar de educar en todo momento a la gente sobre estos legendarios peloteros que construyeron el puente. Minnie fue uno de esos constructores de puentes, y quienes se convierten en constructores de puentes en nuestra sociedad tienen un lugar muy especial. Minnie Miñoso hizo eso”.

The New York Times.