Gumersindo Torres murió el 17 de junio de 1947, presidía entonces Rómulo Betancourt la Junta Revolucionaria de Gobierno
Betancourt y su Homenaje Póstumo a un Ministro de Gómez
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Por Rafael Simón Jiménez


Una rebatiña de concesiones y las condiciones más entreguistas y desfavorables para los intereses de la nación, fueron los signos del dominio de los grandes trust anglo-americanos sobre la riqueza petrolera venezolana, al amparo de la complacencia y alcahuetería de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Desgravámenes y exoneraciones en todos los materiales y maquinarias requeridos para la exploración y explotación de los hidrocarburos, impuestos insignificantes, legislación inexistente o sencillamente construida a la medida de los intereses de las grandes empresas petroleras, fue el contexto que marcó la consolidación de la explotación de la riqueza de nuestro subsuelo.

En aquel entorno de complicidades y connivencia con los poderosos intereses foráneos, marcó distancia el Dr. Gumersindo Torres, dos veces ministro de Fomento, despacho del que dependía todo lo relativo a la actividad de los hidrocarburos. Desde su arribo por primera vez a esa cartera ministerial en 1917, fue preocupación fundamental del titular construir una legislación y una normativa reglamentaria que incorporara criterios modernos y que permitieran a la República no solo mayor participación y mayores ingresos en sus ganancias, sino fiscalización, supervisión y control sobre sus actividades.

Gumersindo Torres, según palabras de Rómulo Betancourt, "fue el único ministro de Fomento de esa etapa vergonzosa, a quien se apreció patriótica preocupación"; fue de su inspiración la Ley de minas de 1918, el Decreto de reglamento del carbón, el petróleo y sustancias similares de 1920 la primera Ley de hidrocarburos y el reglamento de esa legislación, todo lo cual le generó serios inconvenientes con las compañías petroleras que presionaron al gobierno para determinar su salida del despacho de Fomento en dos oportunidades. Paradójicamente, Gumersindo Torres no era abogado ni ingeniero, sino médico graduado en la Universidad Central de Venezuela en 1897, había nacido en Coro, estado Falcón, ejerciendo su profesión en su tierra natal y respaldando la Revolución Libertadora que acaudillada por el banquero y general Manuel Antonio Matos pretendió poner fin al régimen de Cipriano Castro, lo que le costó prisión y atropellos.

Siendo un hombre reconocidamente honesto, sirvió al gobierno de Gómez, sin sacrificio de sus convicciones, y sus posiciones patrióticas le generaron su cesantía de los elencos ministeriales, sin que se afectara la alta estima y consideración que el general Juan Vicente Gómez le guardaba, lo que le permitió ser ministro plenipotenciario en Holanda y España.

Rómulo Betancourt, en su libro Venezuela Política y Petróleo, destinado al análisis y estudio de la actividad petrolera y su incidencia en la historia, la sociedad y la política venezolana, destaca la personalidad de Torres, quien muerto el dictador fue el primer contralor general de la República durante la transición que preside el general Eleazar López Contreras. Destaca quien se inició en la vida pública combatiendo la dictadura gomecista a la que Torres servía, como el médico coriano marcó distancia con la entrega al capital extranjero de nuestra riqueza petrolera propia de aquel gobierno, y sin temer las consecuencias adoptó desde sus posiciones ministeriales iniciativas tendientes a defender el patrimonio de la nación.

El Dr. Gumersindo Torres murió el 17 de junio de 1947, presidía entonces Rómulo Betancourt la Junta Revolucionaria de Gobierno, que había sustituido al derrocado régimen del general Isaías Medina Angarita, y decidió según sus propias palabras "hacer acto de presencia en el entierro". La mayoría de las personas presentes en el sepelio eran supervivientes del gomecismo. Causó sorpresa y extrañeza que un jefe de Estado de un régimen empeñado en extraer hasta las últimas raíces del despotismo gomero concurriera a ese sepelio de una persona con quien nunca tuvo conocimiento y trato. "Fue ese gesto mío, una forma de testimoniar reconocimiento del país, representado por el jefe del Poder Ejecutivo, a un funcionario que procuró la defensa de los intereses de la nación, en época en que el subsuelo de Venezuela era subastado en las peores condiciones entre los miembros de la internacional de los petróleos".




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