Leopoldo Puchi
Washington mantiene desde agosto un enorme despliegue en el Caribe, con buques de guerra, grupos de combate y una flota naval y aérea de gran envergadura. Aun así, lo que se ha registrado ha sido el hundimiento de algunas lanchas. No estamos pues, por el momento, ante un conflicto convencional.
Esa presencia militar masiva, sin embargo, cumple un objetivo definido: intimidar. La estrategia busca obtener los mismos resultados de una invasión, pero a través de otros instrumentos de tipo informativos y psicológicos, destinados a fracturar y provocar “el quiebre” interno.
EL LABORATORIO
Los manuales del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia describen un conjunto de técnicas diseñadas para influir en el comportamiento de liderazgos y poblaciones enteras. Se trata de las llamadas PSYOP (Psychological Operations). No es una película de espías, sino una estrategia sistematizada en las academias militares estadounidenses. Venezuela es hoy uno de sus laboratorios. La idea central es sencilla: quien controla la percepción, controla la conducta.
En el caso venezolano, el objetivo estratégico es precipitar un cambio de régimen y reincorporar al país dentro del dispositivo geopolítico estadounidense.
EL MÉTODO
Las operaciones psicológicas funcionan por capas. En la superficie, aparecen hechos públicos tangibles, como los buques de guerra, así como mensajes, amenazas. advertencias. En niveles más profundos actúan las narrativas encubiertas, los rumores, difundidos a través de intermediarios, como ONG, influencers, medios digitales, lo que permite ocultar el origen real de la información. Cada capa refuerza a la otra.
“RACIONAL”
Cuando Estados Unidos exhibe abiertamente su poder militar en el Caribe y de manera deliberada difunde información detallada sobre el tipo de buques y armamento, lo que busca es proyectar poder. Es una demostración de fuerza, como quien desenfunda una pistola. ¿Qué se persigue? La rendición sin resistencia.
Esta operación psicológica apela a la lógica de la formación convencional de los oficiales en las academias militares del mundo: el cálculo de ventajas y riesgos; decisiones tomadas en la "medición de fuerzas" (balance of power). En esta óptica, resistir ante la superioridad de fuerzas sería un acto “irracional”, mientras que capitular aparece como una decisión inteligente “No puedes ganar. Ríndete mejor”.

DOCTRINA MILITAR
Sin embargo, esta táctica ha chocado con un obstáculo. En los últimos tiempos, la doctrina militar venezolana ha dejado de responder únicamente a la lógica de la formación convencional y se ha reorientado hacia el concepto de “guerra de todo el pueblo”, que integra la defensa territorial con la movilización civil, la milicia popular y una narrativa histórica que evoca la lucha de independencia y los movimientos de liberación nacional. Esta transformación ideológica y operativa ha convertido a la FANB en un actor resiliente ante las presiones basadas en la superioridad técnica. La rendición no es vista como “racional”, sino como una forma de traición.
AL QAEDA
Más allá de la lógica militar, Washington apela también a emociones más primarias, como el miedo a la muerte. En los últimos meses, funcionarios estadounidenses han anunciado operaciones encubiertas de la CIA que podrían incluir asesinatos selectivos. Al mismo tiempo, se ha intensificado el mensaje que equipara a las autoridades venezolanas con Al Qaeda o con redes criminales. En la práctica, ese discurso no solo busca justificar ataques letales, sino ejercer presión psicológica entre los mandos civiles y militares, presentando la traición o el exilio como las únicas salidas seguras.
EXCLUSIÓN
Una tercera tecla es la división, manejada a partir de la Teoría de la Exclusión. Las operaciones informativas buscan amplificar rumores sobre disputas internas, pactos ocultos o negociaciones secretas. ¿Existen acuerdos entre algunos líderes y Washington?. Este tipo de preguntas, alimentadas por mensajes anónimos y las “fuentes confiables”, funcionan como detonadores de desconfianza.
En una ocasión, un antiguo jefe de inteligencia intentó justificar su deserción alegando que había sido marginado de esos supuestos acuerdos que lo excluían. Pero más allá de ese episodio, lo esencial es que el sentimiento de exclusión es un arma política de alta eficacia dentro de las operaciones PSYOP.
LA NARRATIVA
En el plano informativo, Estados Unidos ha desplegado una maquinaria de repetición constante: “Maduro es un narcotraficante”. “Venezuela es un narcoestado”. Lo mismo ocurre con la ridiculización de la milicia o las Fuerzas Armadas. Al cuestionar su preparación o lealtad, se erosiona la autoestima institucional y se fomenta la incertidumbre. Estas afirmaciones pueden terminar adquiriendo apariencia de verdad por la sola fuerza de la repetición.
ATAQUES TERRESTRES
Hasta ahora, el despliegue naval iniciado en agosto y concebido como una operación psicológica para inducir la rendición no ha producido los resultados que Washington esperaba. En este contexto, no puede descartarse una escalada mediante ataques con drones o acciones selectivas en territorio venezolano, destinadas a elevar el nivel de intimidación y la presión psicológica.
Lo que se busca es bajar la autoestima colectiva, hacer que el país se sienta sitiado, fatigado y sin alternativas. En última instancia, lo que está en disputa es la capacidad de sostener la soberanía en una época en la que el arma más poderosa ya no es el misil, sino la percepción del misil.