En mayo y junio de 1962 se registran sublevaciones militares, comprometidas con la lucha armada del PCV y el MIR
“PORTEÑAZO” Y “CARUPANAZO”
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Rafael Simón Jiménez

El gobierno de Rómulo Betancourt iniciado en marzo de 1959, tendrá que desafiar todo tipo de situaciones en el plano civil y militar, y agenciar soluciones a la grave crisis económica y social heredada de la dictadura. La transición democrática que se inicia el 23 de Enero de 1958, estará bajo el acecho de presiones de toda naturaleza, que en los mismos meses subsiguientes darán lugar a pronunciamientos militares de inspiración derechistas, dirigidos por oficiales que desean retrotraer Venezuela a los tiempos del gobierno castrense y que reniegan de la subordinación al mando civil, o se oponen a toda idea progresista.

Al gobierno provisional que encabeza el vicealmirante Wolfang Larrazábal, le toca conjurar generalmente mediante una movilización del pueblo y del sector democrático de la Fuerzas Armadas, el alzamiento del ministro de la Defensa coronel (Av.) Jesús María Castro León, quien pretendiendo ejercer influencia sobre el conjunto de la institución lanza un ultimátum a la Junta que encabeza el marino. La gran movilización de los ciudadanos en defensa de la libertad y gestiones emprendidas por líderes políticos y empresariales frustra el pronunciamiento y el militar soliviantado tiene que renunciar a su cargo y salir de Venezuela. El 7 de septiembre un nuevo alzamiento esta vez en el Cuartel de la Policía Militar frente al Palacio de Miraflores encabezados por los comandantes Hely Mendoza Méndez y Juan de Dios Moncada Vidal, fracasa dejando un lamentable saldo de muertos y heridos.

LA MANO DE TRUJILLO

En principio son sectores de la derecha, asociados al perezjimenismo y en buena parte financiados por el brutal tirano Dominicano Rafael Leónidas Trujillo, quienes se organizan para incursionar en aventuras sediciosas, en 1960 de nuevo el general Castro León, invade a Venezuela desde la vecina Colombia y con la complicidad del coronel Francisco Lizaraso se encierra en el cuartel Bolívar de San Cristóbal, esperando contar con el respaldo de las demás guarniciones militares. Ante la falta de respaldos, el militar alzado opta por tratar de ganar de nuevo la frontera, siendo detenido por grupos de civiles que se han organizado para resistir al golpe. En 1961 se cierra el ciclo de los golpes de “derecha “con el alzamiento del cuartel Freites de Barcelona, donde grupos de civiles resultan supliciados en la reconquista de la sede militar que no encuentra eco en los demás sectores castrenses.

IZQUIERDA MILITAR

Fracasada la insurrección alentada desde los sectores vinculados al viejo régimen dictatorial, se produce al interior de las FAN un agrupamiento de oficiales identificados con sectores progresistas que han tenido protagonismo en la lucha contra Pérez Jiménez, y que se acercan a los partidos Comunista ( PCV ) y Movimiento de Izquierda Revolucionaria ( MIR ), quienes disidentes de las políticas del gobierno de Rómulo Betancourt, y encandilados por el triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, pretenden reeditar en Venezuela la experiencia de Fidel Castro en la Sierra Maestra.

Los partidos de izquierda proclaman la lucha armada insurreccional como la vía para conquistar el poder, y en función de ella organizan todo tipo de acciones violentas: grupos de autodefensa, unidades tácticas de combates, brigadas de agitación urbana, huelgas, paros, protestas e igualmente profundizan su penetración al interior de las Fuerzas Armadas, donde cuentan con un buen número de oficiales que comparten sus métodos y objetivos.

La insurrección cívico-militar, apalancada en movilización de estudiantes y obreros, que generando condiciones cree el contexto para un pronunciamiento militar, es la primera fase de la estrategia que diseñan los grupos armados. 1962 parece el año propicio para lograr sus fines: se inicia con una huelga de transportistas que se extiende por todo el país, y en el plano político la nueva correlación de fuerzas opositoras que existe en la Cámara de Diputados se hace con el control de la directiva parlamentaria, las condiciones parecen dadas para una insurgencia militar que derroque al gobierno de Betancourt erosionado en su base política.


LAS SUBLEVACIONES

En esa situación de agudización de la crisis y el conflicto social, van a producirse los alzamientos militares de Carupano y Puerto Cabello, donde una parte de la oficialidad comprometida con los partidos de izquierda, tratará de vertebrar un pronunciamiento militar exitoso, planes que se frustran por una serie de factores: improvisación, delaciones, falta de coordinación, y además por la respuesta contundente que el gobierno nacional y la mayoría institucionalista de las FAN dan a las intentonas sediciosas, que terminan siendo batidas al detal, no sin pagar un precio importante en termino de muertos y heridos.

El viernes 4 de mayo de 1962, se produce el alzamiento en la ciudad de Carúpano, donde participan unidades de la Infantería de Marina y la Guardia Nacional, comandada por el capitán de Corbeta Jesús Teodoro Molina Villegas, y el mayor Pedro Vegas Castejón, y donde participan Julio Bonet Salas, Omar Echeverría, Héctor Fleming Mendoza, entre otros. El alzamiento pretendía despertar la solidaridad y el pronunciamiento de otras unidades militares, que no aparecieron, lo que obligó, luego de un despliegue y movilización de batallones, y medios navales y aéreos a rendirse.

El sábado 2 de junio de 1962, toca el turno a Puerto Cabello. Ahora la operación luego del fracaso del mes anterior, ha sido objeto de mayor coordinación y apresto. La comanda el capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, oficial del Estado Mayor Naval, al que secundan los capitanes de corbeta y fragata Pedro Medina Silva y Víctor Hugo Morales, estaban también comprometidos oficiales de otras guarniciones y del comando de la Guardia Nacional en Puerto Cabello, que finalmente no responden al compromiso. Los rebeldes logran el control total de la base, la ciudad y el puerto, pero quedan aislados al no contar con respaldo en otras unidades. Betancourt temeroso de que el alzamiento pueda extenderse, ordena una operación militar desproporcionada que incluye bombardeo y ametrallamiento aéreo, y la utilización de tanques en el área urbana de la población lo que va a causar numerosas bajas en ambos bandos. La jefatura militar de los rebeldes es descabezada, cuando el teniente Justo Pastor Fernández, oficial leal al régimen, disfrazado de sacerdote logra ponerlos presos uno a uno, determinando el fracaso definitivo de lo que será el último golpe militar contra el primer gobierno de la naciente democracia.



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