El 7 de febrero de 1986 Jean Claude Duvalier abrió los ojos a la realidad. Abandonado por sus santos y las ceremonias macabras abordó una nave de aviación estadounidense y huyó. Había tenido tiempo para saquear el tesoro público y comprar un destierro de “bon vivant” en las tiendas parisinas. Se estimaba en no menos de 1.200 millones de dólares la suma que arrebató al país “más pobre del mundo”.

Acostumbrado a gobernar de manera vitalicia desde los 19 años, no sospechaba que un día multitudes enfurecidas prendieran fuego a las casas de Puerto Príncipe en protesta contra su dictadura y la su padre. Tanta fue la furia que los restos del viejo gobernante (que tomó el poder en 1957 con un mensaje progresista), fueron desenterrados y apaleados en un insaciable rito diabólico.

“PAPA DOC”

Duvalier padre, provenía de una familia de agricultores negros originarios de Martinica y siguió estudios de medicina (de allí su apodo de “Papa Doc”) y ejerció la profesión destacando en la lucha contra el paludismo, el tifus y otras enfermedades tropicales, mereciendo reconocimiento nacional y la designación como Ministro de Sanidad.

En 1950 se opone al Golpe de Estado de Paul Eugéne Magloire, pasa a la clandestinidad y en 1956 con una nueva Constitución, se postula como candidato con el apoyo del Ejército y obtiene la victoria gobernando durante 16 años. Simpatiza con el despotismo de su hermano geográfico Rafael Leonidas Trujillo y emprende la construcción de un régimen totalitario que además de la hegemonía política controle las esferas sociales, las fuerzas armadas y se apoye en las costumbres nacionales. Convierte la negritud en una estrategia de gobierno y favorece a la mayoría afrohaitiana, enemiga de la élite mulata que había gobernado durante décadas. Tal como lo hiciera Trujillo con la reivindicación del merengue como articulador social de los desposeídos, Duvalier convierte el vudú en religión oficial. El mismo se consideraba “hougan” (un sacerdote del culto), y la reencarnación de Barón Samedi (Dios de la muerte y los cementerios), con gafas de sol y un fuerte tono nasal, se pasea por las calles de la capital protegido por su guardia personal los “tonton macoutes”, y en diciembre de 1958 firma un acuerdo con Trujillo para la seguridad de la isla contra las instituciones religiosas.

Tres años después, Trujillo era asesinado mientras que Duvalier aceleraba su plan despótico. Un despacho de la AFP señalaba: “se inicia el culto a la personalidad alrededor del dictador haitiano como emblema físico de su propia nación. Como ya había sucedido con algunos de sus predecesores, se sospecha que Duvalier trató de convertirse en Emperador de Haití y de transformar el país en una monarquía. También creó una tasa obligatoria en la población para la construcción de “Duvalierille”, una ciudad que se diseñó de modo ostentoso”

“Baby Doc asume en 1971 la herencia del padre y se convierte en el Jefe de Estado más joven del mundo. Eran otras circunstancias: propone reformas para darle un tono más moderado a la dictadura y lograr la benevolencia de Estados Unidos; la corriente a favor de la democracia cobraba fuerza en la vecina República Dominicana pero, no obstante, en Haití se vivía el acelerado proceso de “africanización” y era notoria la corrupción y el enriquecimiento desmedido. En un reporte de la prensa norteamericana se retrata la época: “el gobierno de “Baby Doc” se caracteriza por luchas internas entre miembros de su familia, la influencia de su madre, junto con la postración de la economía, la galopante corrupción y la brutal represión hacia cualquier tipo de disidencia. Se casó con Michéle Bennett, una mulata perteneciente la élite haitiana, que tendría una influencia negativa en su gobierno y conocida por sus grandes gastos en joyas y trajes”.

EXILIO Y REGRESO

Ante el levantamiento de 1986 “Baby Doc” cedió el gobierno al jefe del Ejército Henri Namphy; Francia le concedió asilo e inició una vida de lujo y derroche hasta el punto que en 1994, al parecer en situación ruinosa, debió abandonar el país y refugiarse en Suiza, donde sus cuentas multimillonarias serían luego congeladas.



El domingo 16 de enero de 2011 en compañía de su nueva esposa Veronique Roy, “Baby Doc” se presentó sorpresivamente en el aeropuerto de la capital haitiana. Dos días después la periodista Maye Primera reseñó: “Jean Claude Duvalier vestía este martes el mismo traje azul que tenía puesto el domingo a su llegada a Puerto Príncipe. Una decena de policías haitianos y de las Naciones Unidas equipados para un asalto, lo sacaron de su hotel para llevarlo a la sede de la Fiscalía. No llevaba esposas, no se lo llevaban arrestado. Cinco horas después, la Fiscalía presentó cargos en su contra por corrupción, robo y malversación de fondos públicos. Al cabo de varias horas en el Palacio de Justicia, “Baby Doc” salió en libertad condicional pero quedaba a disposición de los jueces, según indicaban sus propios abogados”.

El Presidente de entonces René Preval dijo que Duvalier no podía salir del país sino al concluir los procesos judiciales y una vez dictadas las sentencias correspondientes. Veinticinco años después, con varios kilos menos, “Baby Doc” constataba desde el hotel que su patria si había cambiado para algo era para mal; el año anterior había sufrido un terremoto 35 veces más potente que la bomba de Hiroshima y ahora millares de refugiados agonizaban en las calles por una epidemia de cólera. Para algunos observadores la sorpresiva presencia de “Baby Doc” era una nueva tragedia que se proyectaría sobre una población que seguía viviendo al conjuro de creencias, según las cuales los “zombies” también son seres humanos.

Esperando las sentencias finales de los juicios en su contra activados en 2011 y 2013 a su regreso al país, Jean Claude Duvalier “Baby Doc” falleció en su casa de Puerto Príncipe víctima de un infarto a los 63 años, el 4 de octubre de 2014.