Manuel Salvador Ramos
“Tienes tiempo sin hablar de Chile en tus artículos…”. El amigo de vieja data, compañero esporádico en las mesas de la panadería, jubilado como yo y también mal visto por la dueña en razón al cada vez mas exiguo consumo, lo dijo con cierta sorna: siempre me ha recriminado la interpretación asertiva y valorativa de mis puntos de vista sobre el gran país del sur y le irrita especialmente que yo denomine a Santiago “la capital del pensamiento político en América”. Nunca tuve, ni tengo, ni tendré inconveniente anímico en discutir sobre la supremacía pensante de Chile sobre el resto de los países del continente, por lo que sentándome le respondí “allá lo malo es cotidianamente bueno y no hay margen para la crítica, pero para complacerte voy a retomar el rumbo sur y te prometo investigar y verificar las últimas andanzas de Doña Cristina.”

DE ENTRADA
No hay logro, alcance, rectificación, suceso o personaje, en cuanto al devenir POLÍTICO argentino, que me inspire algún sentimiento mínimamente positivo. Cualquier personero del muladar partidista, sindicalero, milico o periférico, me refleja lo pintoresco, estrafalario y miserable de los tahúres mediocres. La excepción de la regla son dos vibrantes seres: Raúl Alfonsín, el ya fenecido presidente-héroe de la postdictadura, y María Eugenia Vidal, la luchadora eximia por la decencia en el Conurbano. Cualquier día, mientras el futuro no me alcance, he de sentarme a escribir sobre ellos. Ahora bien, de la gran nación del Plata solo aborrezco LA POLÍTICA y los gnomos de la vida sindical, porque lo demás, lo que en realidad es sustantivo de su grandeza, lo exalto superlativamente: su música, sus pensadores, su teatro, su fútbol, su intelectualidad, su prensa, su cocina, sus ciudades…y pare de contar. Argentina, con pundonor, muestra en su cuadro integral la miseria que la medra, la corroe y la mutila, pero ello no opaca la luz de una belleza inmensa que se empina en el cada día del tiempo y del existir.
ELLA ESTÁ EN EL TÍTULO
Los gestos dicen más de la política que la política misma, ya se trate de los logros o de los estertores. Cristina Kirchner está en el cenit de su decadencia política. La evidencia de lo que expresa este oxímoron la tenemos cuando la todopoderosa expresidenta termina de caer en el juego del otrora ahijado político Axel Kicillof al anunciar su candidatura a legisladora provincial en la Tercera Sección Electoral de la Provincia de Buenos Aires. Dice que lo hace porque la oposición necesita ganar las elecciones de este año para poder soñar con una victoria en 2027, pero ella sabe que eso es falso, porque quiere ocultar a toda costa que realmente está buscando un burladero legal. Mauricio Macri ganó holgadamente las elecciones de mitad de mandato de 2017 y perdió las presidenciales de 2019. La exjefa del Estado está exhibiendo solo un pobre pretexto para justificar su decisión de participar en una elección provincial.
El anuncio podría tener más razones judiciales que electorales. Cuando estoy escribiendo esta nota, la prensa de adversarios y también de adoradores, se hace eco de una decisión que ayer 04/06 anunció la Corte Suprema rechazando la pretensión de la exmandataria cuando buscaba recusar al magistrado Ricardo Lorenzetti. "No vienen por mí, vienen por ustedes", dijo recientemente. En los más de tres años transcurridos desde que comenzó el juicio en su contra, no ha perdido ocasión para desacreditar los procedimientos y calificarlos de políticamente motivados. Por cierto, los derechos de autor de la frase que acabamos de citar, pertenecen a Donald Trump. Una copia textual. Los políticos populistas, y la Sra. Kirchner pertenece sin duda a esta categoría, tienden a menudo a equiparar su bienestar personal con el de su propio país, o a presentar los ataques contra su persona como agresiones a sus seguidores y al país. "Esto no es un juicio a Cristina Fernández; este es un juicio al peronismo, a los gobiernos nacionales y populares", dijo para enfatizar lo que a su juicio es “persecución política y mediática" en su contra. Así entonces, en la carrera electoral le sería mas fácil denunciar tal “conspiración” si la Corte Suprema le negara la posibilidad de ser candidata.
¿QUÉ HARÁ LA CORTE?
A estas alturas del discurrir no puedo dejar de evocar la sapiencia y profundidad de Jorge Lermit Rosell, el amigo que partió hace meses. Me imagino la conversación convertida en lección. El “aula” sería el espacio ad-hoc de tantas andanzas del pensar: la barra hogareña de Alfredo y Nelly. Con la maestria de su desenfado nos mostraría el dédalo procesal.
A partir del pasado lunes, antier nomás, los magistrados que integran la Corte están en condiciones de debatir su decisión sobre la sentencia de la Cámara de Casación que la condenó a seis años de prisión y a la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, como consecuencia de la corrupción en complicidad con Lázaro Báez. En los próximos días la Corte recibirá todos los informes que necesita para comenzar a tratar su decisión final, así que el máximo órgano judicial debería decidir antes del 19 de julio, fecha en que vencerá el plazo para inscribir candidatos para las elecciones provinciales en Buenos Aires. Solo podría demorarse la sentencia final de la Justicia sobre Cristina Kirchner si uno de los tres jueces (Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti) pidiera una condena mayor para Cristina Kirchner. Sería una manera disimulada de hacerle un favor a ella, porque en ese caso la Corte deberá llamar a conjueces para que desempaten y resuelvan la cuestión. Los conjueces son sorteados entre los presidentes de la Cámaras Federales y esos eventuales conjueces se tomarán su tiempo para conocer un caso del que solo tienen noticias por los diarios. Aquella sentencia de la Cámara de Casación fue idéntica, además, a la del tribunal oral que la juzgó por la corrupción que instrumentó y propició con los recursos para construcciones de vialidad. No existen, por lo tanto, criterios dispares entre los tribunales de otras instancias. Por eso, es muy difícil que el máximo tribunal de justicia del país cambie las decisiones precedentes. Si, difícil, pero no a salvo de alguna treta de sus miembros.
Según los registros históricos, la Corte suele aplicar en tales situaciones el artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial que le permite rechazar el recurso porque no existen agravios ni decisiones previas inconstitucionales. El artículo 280 es muy parecido a escribir un “cúmplase” para las sentencias que ya existen. Si así ocurriera, Cristina Kirchner deberá ir presa y no podrá ser candidata a legisladora provincial o nacional. Tiene edad como para cumplir la prisión en su casa, pero no es un beneficio que se aplica automáticamente; es un juez el que evaluará el caso y decidirá si le corresponderá o no la prisión domiciliaria.
Los jueces de la Corte Suprema saben que no tienen margen social para demorar la decisión hasta después de que ella sea eventualmente elegida diputada provincial. La crítica que recibirían, si postergaran la decisión hasta que hayan pasado las elecciones, será muy severa de parte de vastos sectores sociales. Pero, ¿aceptará Cristina Kirchner la eventual resolución de la Corte Suprema de apartarla del inminente proceso electoral? Sectores peronistas cercanos a ella (todavía existen) sostienen que la inhabilitación para ejercer cargos públicos se daría en el contexto de una causa que la juzgó por su gestión en el Poder Ejecutivo y que ahora ella competirá por un cargo electivo. Dejan trascender, así las cosas, que la sentencia no sería aplicable en este caso. ¿Es verdad eso?
Los constitucionalistas y penalistas que han opinado sostienen lo contrario. Concretamente, la inhabilitación sería para todos los cargos, sean ejecutivos o legislativos. “El Código Penal no distingue entre cargos ejecutivos o legislativos; esa es una especulación nueva e imposible de aceptar”. No obstante, si se diese ese planteamiento por parte de la expresidenta, la decisión final la tendría la Junta Electoral de la provincia de Buenos Aires, la cual está presidida por la jueza Hilda Kogan, miembro de la Suprema Corte bonaerense, reconocida, en el entorno legal por ser una magistrada independiente. Las decisiones de la Junta Electoral son teóricamente inapelables, aunque siempre quedará el recurso de ir en queja tanto a la Suprema Corte Provincial como a la Corte Suprema Nacional. Se trata solo de conjeturas, pero la estrategia judicial de Cristina Kirchner consistió siempre en estirar hasta el infinito los tiempos de la Justicia.
¿MUERTE ANUNCIADA?
Si el argumento de que no habrá 2027 sin un triunfo en 2025 es falso, entonces debe concluirse que sin duda es un signo de su decadencia que ahora sea candidata a diputada provincial. Cristina Kirchner fue diputada y senadora nacional; la mujer más poderosa del país durante los 16 años de hegemonía kirchnerista. Cuatro años como primera dama cuando era presidente su marido muerto; ocho años como presidenta de la Nación, y cuatro años como vicepresidenta y personaje decisivo durante la presidencia de Alberto Fernández. Aspirar a una banca como mera diputada provincial, es acudir a una pelea en un ring de barriada donde por supuesto ella no tiene contrincante. Allí la encontrarán los años y pasarán por su raído despacho solo a cobrar cuentas pendientes y nunca a obsequiar zalamerías.

Cristina Kirchner y el peronismo forman parte del final del viejo sistema de partidos políticos que estalló en 2001 y que por la gigantesca podredumbre que llegó a acumular todavía no sucumbe y cada día vomita su agonía. La presidencia de Mauricio Macri fue una innovación que rompió el movimiento pendular del poder repartido entre peronistas y radicales, y el regreso del peronismo con Alberto Fernández fue un desastre de ineptitud alcohólica que terminó con su partido y con él. La sorpresiva irrupción de una caricatura exótica como Javier Milei en el poder es impredecible y no se puede entender sin el fracaso de todo lo que había sucedido antes. A la larga, para la tierra de Jorge Luis Borges, de Ernesto Sábato, de Domingo Faustino Sarmiento, de Carlos Gardel, de Alfredo Le Pera, de Beatriz Sarlo, de Les Luthiers, de Mercedes Sosa, de JORGE BERGOGLIO, el teatro arrabalero que hoy arma la inefable dama es solo parte de una saga ruinosa y vil.