A los dos días de la instalación del Cónclave se vió el humo blanco en la chimenea de la Capilla Sixtina y desde el balcón de la Basílica de San Pedro con el repique de campanas se anunció que el cardenal Robert Francis Prevost (ahora conocido como León XIV), había sido escogido como Papa para suceder al Papa Francisco. La designación echaba abajo la versión generalizada de un empate entre los cardenales Pietro Parolin y Luis Antonio Tagle. El nuevo Pontífice, en sus primeras palabras se comprometió a seguir la línea de cambios en la estructura eclesiástica y en el actual escenario de reacomodos geopolíticos, emprendida por Francisco.
EL PAPA Y SUS RAÍCES CRIOLLAS
Richard Fausset y Robert Chiarito
Su ascendencia, rastreada hasta un enclave histórico de cultura afrocaribeña, vincula a León XIV con la rica y a veces ignorada experiencia católica negra en EE. UU
Robert Francis Prevost, el cardenal nacido en Chicago elegido nuevo papa el jueves, desciende de criollos de color de Nueva Orleans. Los abuelos maternos del papa, ambos descritos como personas negras o mulatas en diversos registros históricos, vivían en el séptimo distrito de la ciudad, una zona tradicionalmente católica y crisol de personas con raíces africanas, caribeñas y europeas.
Los abuelos, Joseph Martinez y Louise Baquié, se trasladaron a Chicago a principios del siglo XX y tuvieron una hija: Mildred Martínez, la madre del papa.
El descubrimiento significa que León XIV, como se conoce al papa, no solo abre nuevos caminos como primer pontífice nacido en Estados Unidos. También procede de una familia que refleja los muchos hilos que componen el complicado y rico tejido de la historia estadounidense.
Los antecedentes del papa fueron desenterrados el jueves por un genealogista de Nueva Orleans, Jari Honora, y confirmados a The New York Times por el hermano mayor del papa, John Prevost, de 71 años, quien vive en los suburbios de Chicago.
“Este descubrimiento es un recordatorio más de lo entrelazados que estamos como estadounidenses”, dijo Honora en un mensaje de texto el jueves por la noche. “Espero que ponga de relieve la larga historia de los católicos negros, tanto libres como esclavizados, en este país, que incluye a la familia del santo padre”.
No está claro si el nuevo papa ha hablado alguna vez en público de su ascendencia criolla, y su hermano dijo que la familia no se identificaba como negra.
El anuncio de su elección en Roma se centró en sus primeros años de vida en Chicago y en décadas de servicio en Perú.
Honora, que trabaja en la Colección Histórica de Nueva Orleans, un museo del Barrio Francés, empezó a investigar los antecedentes del papa por su nombre, Prevost, que sonaba francés, pero no tardó en encontrar conexiones con el sur de Estados Unidos
Su rastro de evidencias que vinculan a León con Nueva Orleans incluye el certificado de matrimonio de los abuelos de su boda en el séptimo distrito en 1887, una foto de la lápida de la familia Martínez en Chicago y un registro electrónico de nacimiento de Mildred Martínez que muestra que nació en Chicago en 1912.
LOS ABUELOS
En el registro de nacimiento figuran Joseph Martínez y “Louise Baquiex” como padres de Mildred. El lugar de nacimiento del padre figura como República Dominicana; el de la madre, Nueva Orleans.
Honora también encontró registros del censo de 1900 en los que Martínez figura como “negro”, su lugar de nacimiento como “Hayti” y su ocupación como “fabricante de puros”. Los datos de Martínez aparecen en la sexta línea de una página del censo que Honora compartió con el Times.
“Tanto Joseph Norval Martínez como Louise Baquié eran personas de color, no cabe duda”, dijo Honora.
El lugar exacto de nacimiento de Joseph Martínez sigue siendo un misterio: Honora también encontró un registro del censo de 1870 que dice que el abuelo materno del papa nació en Luisiana. Pero dijo que no era infrecuente que la gente cambiara sus respuestas en los registros oficiales. Joseph Martínez y Louise Baquié se casaron en Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Nueva Orleans. Hasta que fue destruido por un huracán en 1915, el edificio de la iglesia estaba en la calle Annette, en el séptimo distrito de la ciudad, centro histórico de la cultura afrocriolla.
Los criollos, también conocidos como “gente de color criolla”, tienen una historia casi tan antigua como la Luisiana. Aunque la palabra criollo puede referirse a personas de ascendencia europea nacidas en América, normalmente describe a personas mestizas de color.
GENS DE COULEUR LIBRES
Muchos criollos de Luisiana eran conocidos en los siglos XVIII y XIX como “gens de couleur libres”, o gente de color libre. Muchos eran cultos, francófonos y católicos.
Con el paso de las décadas, se afianzaron en el mundo de los negocios, la construcción y las artes, sobre todo en la música, con importantes contribuciones al desarrollo del jazz. Siguen siendo un elemento importante de la famosa cultura heterogénea de la ciudad.
La revelación de la herencia del nuevo papa es un momento tremendo para la historia de los criollos de Luisiana, dijo Lolita Villavasso Cherrie, cofundadora con Honora de la Asociación Genealógica e Histórica Criolla.
“Odio decirlo, pero muchos de nosotros tenemos la sensación de que se nos ha ocultado nuestra historia”, dijo Villavasso Cherrie, profesora jubilada de 79 años. En parte, dijo, eso se debe a que muchos criollos han podido “pasar” por blancos a lo largo de los años.
Solo con la llegada de internet, dijo, muchas personas empezaron a investigar su historia familiar y tomaron conciencia de sus raíces criollas. Señaló que un número importante de criollos de Luisiana emigraron a la zona de Chicago en el siglo XX.
John Prevost, hermano del papa, dijo que sus abuelos paternos eran franceses y que su padre había nacido en Estados Unidos. Dijo que ni él ni sus hermanos hablaban de sus raíces criollas.
“Nunca fue un problema”, dijo John Prevost.
Lo que todo esto significa, en lo que se refiere a la identidad racial del papa, es que toca algunas de las cuestiones más espinosas de la sociedad de Estados Unidos, pero también refleja la rica diversidad de la experiencia estadounidense.
“Todos estamos a unos pocos grados (o a menos de unos pocos grados) de distancia unos de otros”, dijo Honora, el genealogista. The New York Times
EL VATICANO
YA NO QUEDA EN ROMA
Manuel Salvador Ramos
El miércoles 07, en horas muy tempranas, escribíamos una nota enfocando nuestra visión general del cónclave que se iniciaría ese día. En una parte del mismo analizábamos las tendencias que se movían y, por supuesto, mencionábamos nombres de posibles sucesores de Francisco. A Robert Francis Prevost, o Roberto Francisco Prevost Martínez, hoy flamante León XIV, 267° PAPA de la Iglesia, le dedicamos en esa oportunidad un comentario mas extendido porque cuando preparábamos los materiales para el artículo destinado a la edición 266 de EN EL TAPETE, fijámos la atención en él por dos detalles si se quiere curiosos: su combinada mezcla de origen (nacido en Chicago, e hijo de padre con orígenes franceses y madre española) y el hecho de haber obtenido en su primera incursión universitaria un título de Licenciado en Matemáticas.
Desde el inicio de las Congregaciones Generales, las reuniones de los cardenales previas al cónclave, su nombre sonó discretamente y realmente no era favorito de primera línea, pero un amigo español, librero y poseedor de una gran cultura, me señaló, con gran tino, que sería el outsider. Así, cuando intervino en esos eventos de discusión, se hicieronmas evidentes sus virtudes y potencialidades. Muchos presentes, por no decir todos, lo conocían muy bien porque se sabía que gozaba de la absoluta confianza del pontífice desde hacía ya mucho tiempo, cuando para sorpresa en la Curia, lo nombró, como jefe del potente Dicasterio de los Obispos y también Presidente de la Comisión para la América Latina.
Fue ordenado sacerdote por Monseñor Jean Jador, belga, exponente progresista de la Curia Romana en aquellos años. En Chicago había tenido una buena relación con el arzobispo Blaise Cupich, el cardenal líder en EEUU del ala de la Iglesia que se opone a los conservadores, lejísimo obviamente de Donald Trump. Su carrera eclesiástica comenzó en el noviciado agustiniano de San Luis y a los 28 años fue enviado a Perú, país del cual es también ciudadano, y allí vivió más de veinte años. Este fue su primer paso de un largo camino en Latinoamérica, el cual continuó en 1988 en Trujillo, seleccionando vocaciones agustinianas, y culminó el año 2015 en Chiclayo, diócesis que ayer, en su discurso inicial como PAPA, saludó con evidente emoción. Ya el año 2018 llego a ser Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Perú.
LA RELACIÓN CON FRANCISCO
Como dijimos, en el 2023 el PAPA Francisco lo llamó a Roma para hacerlo Cardenal y nombrarlo Prefecto del Dicasterio para los Obispos, el ministerio vaticano que elige a los monseñores de todo el planeta. Obviamente, estando en esa posición, Prevost estuvo en medio de los desencuentros de Francisco con los conservadores católicos. Su papel de “evaluador” de obispos y su pasado y presente sudamericano, hizo que León XIV mantuviese un contacto continuo con la jerarquía eclesiástica alrededor del mundo.
Con posterioridad a su elección como PAPA, han aparecido importantes notas periodísticas que estaba en el tintero, porque como mencionábamos, León XIV, Prefecto del Dicasterio para los Obispos hasta este jueves, no era parte del grupo de grandes favoritos. Anoche mismo tuvimos acceso a una entrevista que el medio Vatican News le hizo en los días anteriores a la realización del cónclave. La mayor parte de la misma se refiere a detalles de su relación con Bergoglio, y por su importancia nos permitimos transcribir algunos párrafos.
Parte la misma señalando que conoció a Francisco cuando era Arzobispo de Buenos Aires y precisa que entabló con él una amistad que se consolidó a lo largo de los años, especialmente en los dos últimos. El entonces cardenal Robert Prevost, comparte sus recuerdos personales del Pontífice. En ese sentido, describe algunos aspectos de su carácter y enumera anécdotas. “Siempre tuve la impresión de un hombre que quería vivir el Evangelio con autenticidad, con coherencia”, dice. “En los tiempos en que yo era prior general de los agustinos, varias veces, durante las visitas a mis hermanos en Argentina, cuando él era todavía cardenal, tuve ocasión de conocerle y hablar con él sobre asuntos institucionales, pero también de opiniones e ideas muy personales”.
Narra que cuando Bergoglio fue elegido PAPA, Francisco celebró su primera misa pública el 13 de marzo de 2013, en la parroquia de Santa Ana del Vaticano, confiada al cuidado pastoral de religiosos agustinos, y en esa ocasión Prevost se reencontró con él.
“Me pregunté si se habría acordado de mí y cuando llegó y entró en la sacristía, al verme, me reconoció inmediatamente y empezamos a hablar”. Un diálogo que luego continuó asiduamente.
“Como mi mandato llegaba a su fin ese mismo año, pensamos en invitar al Santo Padre a presidir, el 28 de agosto, la misa de apertura del Capítulo General” en la basílica de San Agustín en Campo Marzio, Roma. Bergoglio, para sorpresa de todos, aceptó encantado. Conocía bien esa iglesia, porque cuando venía a la capital, como cardenal, siempre se alojaba cerca, en la Casa del Clero, en Vía Della Scrofa, e iba a rezar a la tumba de Santa Mónica, que allí se conserva.
Prevost también recuerda la visita apostólica de Francisco a Perú en 2018, y a la mujer ciega de 99 años, vecina de su diócesis que llegó a Trujillo porque quería tener contacto con el Pontífice.
“Se bajó del coche, se acercó a ella y la saludó. Nos ha dejado muchos ejemplos así; en su hermosa humanidad, quiso vivir el Evangelio y transmitir el Evangelio”,
Con el Papa Francisco, Prevost, como prefecto del Dicasterio para los Obispos, tuvo una cita fija durante dos años, todos los sábados por la mañana.
“Hasta el final, quiso darlo todo a su ministerio, a su trabajo, a su servicio en la Iglesia”, continuó el cardenal, hablando de su encuentro semanal con el Pontífice.“Al principio era a las 8 de la mañana. Pero a veces llegaba a las 7.30 y ya me estaba esperando, así que empecé a ir un poco antes y a veces se anticipaba”.Tratábamos temas importantes, pero Francisco añadía a menudo alguna petición o recomendación; por ejemplo, un día me dijo: “‘No pierdas el sentido del humor, tienes que sonreír’”.
Prevost recuerda la oración de Santo Tomás Moro, repetidamente citada por el Papa para exhortar a seguir adelante en cosas de gran responsabilidad, con gran confianza en la gracia del Señor”.
“En su pontificado nos ha transmitido a todos este espíritu de querer continuar lo que comenzó con el Concilio Vaticano II, la necesidad de renovar siempre la Iglesia, siempre reformanda est”, reflexiona, recordando las respuestas dadas por Bergoglio en una entrevista sobre la gran asamblea deseada por Juan XXIII.
• “Queda mucho por hacer, hay que continuar. Un espíritu, una actitud fundamental para todos nosotros”, dice Prevost, “no podemos detenernos, no podemos volver atrás. Tenemos que ver cómo quiere el Espíritu Santo que sea la Iglesia hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el de hace diez o veinte años”, considera el cardenal, “por lo tanto, el mensaje es siempre el mismo: anunciar a Jesucristo, anunciar el Evangelio, pero la manera de llegar a la gente de hoy, a los jóvenes, a los pobres, a los políticos, es diferente”. Prevost subrayó que el Papa ha dejado un mensaje fuerte a las autoridades del mundo y que es necesario ir “hacia adelante”.
EL EVANGELIO
Entre las enseñanzas que ha dejado Francisco hay que atesorar, sobre todo, “el amor a los pobres”, apunta, su deseo de “una Iglesia pobre, que camine con los pobres, que sirva a los pobres”.
Cerró la entrevista el entonces cardenal Prevost, con un señalamiento que es, en la práctica, una línea definitoria de su visión: “Creo que el mensaje del Evangelio se entiende mucho mejor desde la experiencia de los pobres, que no tienen nada”, reflexiona a continuación el cardenal, que intentan vivir la fe y lo encuentran todo en Jesucristo. Creo que en este sentido el Papa ha dejado un ejemplo muy grande para el mundo. A mí, personalmente, me lo ha dejado, por mi trabajo como obispo en Perú, como misionero, y por muchas otras cosas”.
Como podrán entenderlo los lectores, estás categóricas palabras explican la razón del título que hemos colocado a la nota. ROMA, como historia, siempre tendrá intacta su grandeza, pero EL VATICANO, como corazón y alma de la globalidad católica, estará en los márgenes del mundo…”, tal como FRANCISCO I lo expresó al ser electo PAPA el año 2013.