Manuel Felipe Sierra
Filibustero se llamaba en el siglo XVlll a los piratas que actuaban por su cuenta sin protección ni el apoyo de gobierno alguno e invadían territorios a mano armada. El término se aplicó luego —ya a mediados del siglo XIX—, a los aventureros que en el Caribe y Centroamérica apoyaban las luchas por la Independencia de las colonias españolas de ultramar; pero que en la mayoría de los casos procuraban capturar territorios y fundar en ellos nuevos países con la aquiescencia de Estados Unidos, apegada con fuerza a la Doctrina Monroe de “América para los americanos”.
El personaje más representativo de la época fue el norteamericano William Walker; nacido en Nashville, Tennessee, y que se hizo médico, abogado y periodista pero cuya verdadera vocación era la gloria militar.

En 1850 desde San Francisco, Walker organiza una expedición para colonizar la franja meridional de California de la cual declara su independencia y funda la República de Sonora de la que se autoproclama como Presidente. La falta de suministros y la resistencia militar mexicana lo obligaron a rendirse a las autoridades estadounidenses, siendo juzgado por violar las normas de neutralidad del país pero absuelto al poco tiempo.
Centroamérica vivía entonces una de sus históricos conflictos teniendo como epicentro a Nicaragua que enfrentaba los bandos liberales y conservadores. Con la fama obtenida por su aventura californiana Walker es solicitado por la fracción liberal y al poco tiempo ya dirige la toma de Granada y se vincula con los vaivenes de la confrontación siendo nombrado en julio de 1856 Presidente de Nicaragua en una escogencia amañada pero reconocida por Estados Unidos y la cual ejerce durante un año. De inmediato restablece la esclavitud ya abolida, mientras es enfrentado por el resto de las naciones de la región y en particular por el industrial Cornelius Vanderbilt, promotor de un paso interoceánico (hoy Canal de Panamá) cuya empresa de transporte le es confiscada y quién en represalia financia su derrocamiento en 1857. Walker se entrega al ejército norteamericano y regresa nuevamente a California.
PAÍS DE PAPEL
En octubre del 2019 en un pent-house del edificio Jade de Brickel en Miami, Jordan Goudreau, exmilitar con actuación en las guerras de Afganistán e Irak, vinculado a los servicios de inteligencia de USA y quien solía presumir de su cercanía con el mandatario Donald Trump, a nombre de su empresa Silvercorp USA, firmó un contrato con Juan Guaidó (reconocido por Washington como Presidente legítimo de Venezuela) y sus operadores Sergio Vergara y J.J. Rendón, para el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro. Además de la captura y la eliminación física del gobernante y otros funcionarios, el documento contemplaba en 41 páginas un curioso y hasta ahora inédito control de una nación mediante la ocupación de papel: gobierno, fuerza militar y riqueza económicas, y todo ello bajo la supervisión de un osado estratega extranjero. El costo inicial del negocio fue fijado en $212,9 millones, y la primera etapa de los entrenamientos bajo dirección de excombatientes norteamericanos se cumplió en la Guajira colombiana y la invasión ya prevista se activó el 3 y 4 de mayo de 2020 en costas venezolanas pero, como suele ocurrir con los caprichos del mar, culminó en los naufragios de Macuto y Chuao.
EL REGRESO
En 1860 Walker regresó a Centroamérica junto a un grupo de invasores, cuando conoció que el Reino Unido traspasaría las islas de la Bahía a Honduras lo cual rechazaban los colonos ingleses. Su plan consistió en fortalecerse en la zona gracias al clima de guerra existente y atacar a Nicaragua y Costa Rica para lo cual ocuparía el puerto de Trujillo en lo que sería su última aventura. Derrotado el 12 de septiembre de ese año el intrépido filibustero fue llevado frente al pelotón de fusilamiento en las cercanías del puerto. Cuenta su biografía: “iba flanqueado por dos curas y caminaba en medio de las burlas de los nativos”.

EL PAGOEl fracaso de la “Operación Gedeón” nombre de la acción concebida por Goudreau y Silvercorp USA, en el contrato con la oposición venezolana dirigida por Guaidó desató diversas e inesperadas reacciones: el propio Presidente según Washington dijo que nunca firmó el papel y que desconocía la invasión; Vergara y Rendón si admitieron haberlo firmado por lo cual fueron relevados de sus responsabilidades en el comando de Guaidó; el Departamento de Estado y Trump aclararon no haber tenido ninguna información del plan; el gobierno colombiano desconoció lo ocurrido en su propio territorio y Goudreau ante la prensa de Florida con mala cara y burlado, restregó la copia del contrato y molesto declaró:
“iré a los tribunales para que se cumpla con el pago convenido”. Antes ya, el 28 de abril el bufete de abogados Vox LW Offices P.A de Florida, envió un aviso de cobro a Juan Guaidó y a los otros firmantes del contrato con la agencia militar privada Silvercorp USA. Conclusión: los filibusteros digitales parecen ignorar la vieja y sabia sentencia de los tiempos de Walter:
“las derrotas son huérfanas”. 