Pedro Mosqueda
"Mi papá prácticamente murió al instante. Me enteré a los 3 ó 4 días, porque Luis Felipe, mi hermano, al otro día del suceso, nunca creyó el cuento de que mis padres estaban de viaje. Se fue de la casa. Al final lo encontraron deambulando. Estaba impactado, vio en un quiosco de periódicos los titulares de toda la prensa mexicana: 'Muerto en accidente de tránsito el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco''. Fue el fin de una vida útil, el fin de un exilio y de una carrera política, académica y literaria llena de éxitos; en ese momento, el más presidenciable de todos los adecos. Era el canciller durante el gobierno de Rómulo Gallegos y el golpe de Estado lo encontró representando a Venezuela en la conferencia de la ONU debatiendo sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos. "Vivió poco y produjo mucho".
Andrés Eloy Blanco, su hijo, ha narrado esa historia de todas las formas posibles. Su hermano mayor no le dijo nada esa noche. "Lloró en la noche, dijo que le dolía la barriga". Él lloró también, lo acompañó en su dolor de estómago; la inocencia es sabia.

Fue un 21/5/1955; harán 70 años y duele todavía.
Cuando preside la mejor Asamblea Nacional Constituyente de nuestra historia (1946-47); ya era genio y figura; había publicado, tenía reconocimientos internacionales, uno de los premios se lo otorgó en 1923, la mismísima Real Academia de la Lengua Española (RAE); era además, un demócrata y uno de los dirigentes principales de un partido que haría historia. '¡Adelante a luchar milicianos...!', el famoso himno de AD, saldría de su pluma y letra. Igual centenares de obras, reflexiones y discursos.
La gente de todos los sectores seguía por radio los debates. Venezuela vivía una auténtica primavera política, la principal atracción desde luego era el poeta. Su verbo elegante, su ecuanimidad, y sobre todo su sarcasmo, ese humor único que lo catapultó cual Churchil tropical confirmaron algo ya dicho por el brillante joven político Rafael Caldera: Andrés Eloy Blanco es el amortiguador de la Constituyente. Y Caldera lo dijo pese a que, unos días antes, ese Copei denostado por sus adversarios como un partido sifrino, había sido flanco de uno de los ácidos dardos del poeta:
"Cosas que no son de ley
Siempre resultan un fiasco
Mujer orinando en frasco
Y negro inscrito en Copei"
Ese humor y capacidad de improvisar nunca pasará de moda. Su esposa estaba en un parto y se ve obligado a interrumpir su trabajo en la cámara: "Me voy a la clínica porque ha nacido un hijo mío y voy a inscribirlo en AD".
Ese hombre alegre y jodedor había estado preso en La Rotunda, también en el Castillo de Puerto Cabello e incluso fue confinado luego en pueblos de Los Andes profundos. Al caer la tiranía de Juan Vicente Gómez tiene la autoridad moral para decir: "Hemos echado al mar los grillos de los pies. Ahora vayamos a las escuelas a quitarle a nuestro pueblo los grillos de la cabeza...".
"Mi columna vertebral no se ha doblado nunca, sino ante la máquina de escribir".
Hoy es Domingo Kultural y vamos a recortar esto. En Geogle y la IA hay material abundante; su amigo el doctor Luis Manuel Peñalver recopiló centenares de papelitos que el poeta dejaba circular copiosamente en la sesiones de la AN; originales mejor que éste su corta y pega dominguero, que no es lo mismo que mondonguero.
Eso sí: no terminaré sin recomendarles que visiten algún día la Casa Museo de AEB, un espacio mágico, frente a la Plaza Bolívar de Cumaná, retratada por el poeta en sus Uvas del Tiempo: "¡Mi casona oriental...!" escribió...
En 1996 el gobernador Ramón Martínez junto al presidente Rafael Caldera la reinauguraron y tuvimos el gusto de recorrerla nuevamente, y de disfrutar la paz, la poesía y la grandeza de su obra expresada en cada pared. La imperdible foto con la estatua del poeta en la entrada de la casa todavía la conservo en mi álbum familiar.
Pero volvamos a las andadas. Siendo diputado en el Congreso de Medina Angarita, AEB solicita la palabra al diputado Pedro Cruz Bajares, y éste le negó la palabra (igualito o muy parecido a algunos por aquí hoy en día) y AEB contesta:
"Te pedí la palabrita
Y me diste tus negares
Te espero en la bajadita
Cuando de la Cruz Bajares."
Tranquilos, que ahora sí vamos a rematar con un clásico.
En plena sesión de la Constituyente, final de abril 1947 y en medio de acalorados debates, Andrés Eloy se ausenta brevemente para ir al baño, deja encargado al diputado obrero Augusto Malavé Villalba, y éste se dirige a los presentes con su acostumbrado cambio de la "r" por "l"... "Se va abril la sesión" (él sufría de lambdacismo); hay que recordar nuevamente que los diputados de Copei se las daban de "culitos". Uno de ellos, Edecio la Riva Araujo, en tono de burla o reproche reclama "¿Qué manera es esa de iniciar una sesión?". Andrés Eloy Blanco ha regresado a la cámara y se detiene a observar aquello. Sube y asume nuevamente sus funciones: emocionado responde, "Se va abril y viene mayo con sus lluvias y sus flores... de manera que yo le agradezco a nuestro diputado obrero, el compañero Augusto Malavé Villalba, porque se ha levantado está mañana contento ¡Y se sintió poeta! Y se hizo la resolución de comunicárselo a los compañeros de la cámara... y yo le agradezco al compañero el apunte".
Entonces agitando la campanilla, dijo con gran solemnidad:
"Se va abril." Silencio en la cámara.
Hoy, como siempre, ofrezco disculpas por lo largo de la crónica, pero había que abrir con esto, porque se va abril... Y viene el 21 de mayo, no cuesta nada recordar a nuestro gran humanista.
Nos vemos por ahí!