La naturaleza humana es un entramado transcomplejo que abarca razón, emoción y mente
AMOR ABSOLUTO Y EQUILIBRIO PERFECTO
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Waleska Perdomo Cáceres

Es una fórmula química, una forma física y una esencia espiritual. Todos estos elementos que la componen son diferentes niveles de verdad que describen al ser humano, entendiendo por "hombre" el plural aceptado por la Real Academia Española para referirse tanto a hombres como a mujeres. Pero este es otro tema de discusión.

Hoy hablaremos del amor: de la forma en que se experimenta y su extensión, de cómo se siente y cómo se percibe. Pues, si bien es cierto que el ser humano puede ser una concepción medible, esta es su explicación más básica; es la conformación de la materia, hyle, en elementos y cantidades medibles. La forma, morphe, es lo tangible, su manifestación en la realidad. Pero, por otro lado, también somos una chispa divina inexplicable. Un soplo de vida, un atma heredero de una inteligencia mayor a todo, de la esencia del mundo.

Esa esencia espiritual es lo absoluto: lo intangible, el arrebato, la pasión, el amor profundo lleno de conocimiento y posibilidad. Lo que trasciende los límites de la corporeidad para desvanecerse en una sonrisa que lo resume todo. En lo portentoso del amor.

Para Einstein, el amor era una fuerza de la naturaleza, poderosa y esencial en la vida humana. Lo consideraba como algo más allá de las explicaciones científicas. En Sócrates, es un proceso de ascenso desde el amor físico hacia la belleza absoluta y la verdad, un proceso que culmina en la inmortalidad del alma. En Platón, el amor es una fuerza poderosa y multifacética que tiene el poder de transformar y elevar al ser humano. En "El Banquete", Platón lo describe como un sentimiento antiguo y noble, como el motor de la virtud y del heroísmo, inspirando a los amantes a alcanzar grandes hazañas para ganar el afecto de su amado.

El amor puede ser común, puramente físico o celestial. Puede exaltarse en la búsqueda de la belleza y la verdad, como una conexión pura, espiritual e intelectual. Puede ser una fuerza universal que armoniza y equilibra todas las cosas en la naturaleza, incluyendo el cuerpo humano y el cosmos. Puede vagar eternamente buscando su mitad perfecta, su alma gemela, y pudiera parecer perfecto. Pero, en realidad, no existen los amores perfectos.
El amor se asemeja más a una montaña rusa que a una plácida calma en éxtasis continuo. Siempre existirán altos y bajos. Habrá momentos de tranquilidad y calma, así como momentos de desengaño, de furia y tristeza que abrirán nuevas etapas de la vida, para darle vuelta a todo y transformarlo. El amor es absoluto, lo contiene todo, es causa y efecto. Es una historia que contiene almas, porque se puede amar sin condición a Dios, a tus padres, a tus hijos, a tu familia, a tu pareja, a una persona desconocida, a ti mismo. Amar al trabajo, al café, al ejercicio, a una mascota, a un carro. Se puede amar al amor y enamorarse de la vida, pues es la profundidad de las mareas que arrebatan, pero también es la perfección de un amanecer.

El amor, eres tú. Una homeostasis en equilibrio perfecto. 



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