UN SUEÑO, UNA AVENTURA, UNA MISIÓN SAGRADA
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Ana Cecilia Abreu  

 A mis 16 años me vine a Caracas desde Trujillo para estudiar en la Escuela de Arte de la UCV, que en ese momento estaba abriendo sus puertas. Viví junto a mi hermana Beatriz en la casa de José Antonio. Allí, en la Escuela de Artes y en esa casa, empezaron mis primeros contactos con importantísimas y geniales personalidades del mundo cultural. Tuvimos el privilegio de tener como profesores titulares y colaboradores a grandes Maestros: Isaac Chocrón José Ignacio Cabrujas, Miguel Arroyo, Victoria Di Stefano, Ugo Ulive, Leonardo Azparren, Román Chalbaud, Rafael Briceño, Tania Sarabia entre otros.

Paralelamente esa fue época de gran auge para el Arte Venezolano. El Museo de Arte Contemporáneo , La Cinemateca Nacional, el Teatro Alberto de Paz y Mateo, el Ateneo, El Festival Internacional de Teatro, la Sinfónica Venezuela, la Sinfónica Municipal, la Sinfónica del Zulia, la Compañía Nacional de Ballet , la Compañía Nacional de Opera. Una época estudiantil preciosa.

Lo que no estaba en mis planes era encontrarme también, en casa de José Antonio, con una especie de "teatrino" donde en distintas ocasiones, Frank Di Polo, o Flor García o Juan Carlos Núñez, José Vicente Torres y muchos más, iban a cantar, o a tocar a la casa y aquello que comenzaba como una reunión de amigos, terminaba convirtiéndose en pequeños conciertos!

José Antonio, trabajaba dando clases y en Asesorías relacionadas a su profesión de Economista. Y al llegar a casa se sentaba al piano o recibía a sus amigos músicos.
 
José Antonio y Frank Di Polo estaban siempre inventando recitales, Conciertos de Cámara, con sus Maestros amigos y con jóvenes alumnos avanzados de los prestigiosas Escuelas y Conservatorios de Música del País.
 
Al poco tiempo de mi llegada a Caracas, José Antonio comenzó a hablar de un plan para que "en cada Estado del País" hubiese una Orquesta de Jóvenes. Debo confesar que pensé "creo que no está muy bien de la cabeza... eso es imposible! Y los Músicos? Y los Instrumentos? ¿Y los espacios? ¿De dónde los va a sacar?"

Y le decíamos, incrédulos: - ¿tú estás seguro? Eso es complicadísimo!".

Y respondía con absoluta convicción "bueno, pero si se puede hacer! Hay que trabajar en eso!"
 
En efecto, lo pudo hacer más allá de cualquier expectativa.

Yo estudiaba en la Escuela de Artes en las mañanas, en las tardes trabajaba en Fundarte con Elías Pérez Borjas y a las 6 me iba a un pequeño espacio en un sótano de Parque Central que fungía de oficina improvisada con un teléfono que sonaba incesantemente.
 
Obviamente, los fines de semana, la "oficina" era el cuarto de José Antonio, donde siempre y hasta su fallecimiento había un escritorio lleno de libros, carpetas partituras y una máquina de escribir!

 
Allí y en un sótano del Edificio Cindú en Boleíta ya empezaron aquellos ensayos cada vez más nutridos de jóvenes que se embarcaron en una aventura que hoy llega a sus 50 años.

Desde el comienzo no pudimos hacer otra cosa que acompañar a José Antonio en ese sueño. No solo porque vivíamos con él sino porque nos enamoramos a primera vista del proyecto y como en esos inicios apenas se contaba con algunos aportes privados y no existían recursos para pagar empleados pues quienes estábamos más cerca de José Antonio hacíamos de secretarias, atrileros, archivistas, etc.
 
En esos tiempos que comenzó a viajar al interior del país, no teníamos vehículo pero si una línea de taxis cerca de la casa. Allí había un señor, un caballero español y encantador: el Sr Correa con él en su enorme carro amarillo, nos íbamos al interior, para fundar los núcleos y módulos del Sistema.

Los inicios fueron maravillosos y también muy difíciles. Mucha gente, entre ellos muchos músicos adversaban el proyecto. Pensaban que era inviable, osado y absurdo. Fue una lucha complicada y también apasionante. Cada crítica, cada ataque era un impulso para seguir.

Cuando el Estado Venezolano, reconociendo el carácter primordialmente social del proyecto, lo asumió como un Programa de Estado, comenzó el crecimiento, los Conciertos, la contratación de Maestros, la ubicación de espacios, adquisición de instrumentos.

Era muchísimo trabajo, sin horarios, pero era un trabajo encantador y apasionante.

Cada joven o niño que ingresaba tenía una historia particular. Para José Antonio cada una era igualmente importante.

Cuando precisaba ocuparse especialmente de algún caso, nos llamaba a su oficina y comenzaba la historia: "miren este joven (o este niño) viene de tal parte, sus condiciones familiares son tales, su escolaridad es de esta forma, tiene un talento extraordinario. Tenemos que ayudarlo" hay que ocuparse de esto, y de esto otro..."

No sentíamos eso como una instrucción. Lo asumíamos con el mismo amor y el mismo interés que él nos transmitía en su relato. Era un compromiso.
Un hermoso compromiso de todo para ayudar a otros.

Así creció esta obra, se fueron sumando cada vez más niños y más jóvenes y más Maestros y más padres y más comunidades y más voluntades.
Llegó entonces el momento de audiciones nacionales para conformar la Primera Selección Nacional Infantil".

Salieron los Maestros Fundadores a audicionar por todo el país. Se acercaba la celebración del "Día del Niño" y se efectuaría un gran Concierto en el Poliedro de Caracas

Se hizo la reunión previa:
"Ya está lista la selección nacional. Tienen que llegar a Caracas el día tal. Hay que alojarlos a todos. Tiene que ser en un espacio amplio, grato y seguro"
"¿Ajá Maestro, y cuantos son?"
" 745" (!!!!!!!!)
Solo nos miramos con espanto.
¿Dónde íbamos a alojar y a alimentar a tanta gente?
¿Quién los iba a cuidar?
"Muy fácil, en la Ciudad Vacacional los Caracas! "
Así fue.
Todos los que estábamos allí, Maestros, empleados administrativos, atrileros, obreros, nos convertimos en custodios, enfermeros, cocineros, mesoneros. Fue una experiencia bellísima y aleccionadora.

Debo destacar que en lo personal, a lo largo de esta historia, resultó entrañable para mí la Selección Nacional de 1994. En esa época se planificaba que esa Selección hiciera una gira a Estados Unidos para tocar en el Lincoln Center y así fue.
 
Esta vez eran muchos menos pues se pretendía que se mantuviera estable para luego ser la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, cuyos Maestros y Formadores serían los Integrante de la Sinfónica Simón Bolívar (muchos de quienes, por cierto, habían participado de aquella selección de 750 niños).

Esa Orquesta del 94, se convirtió para mí, para algunos otros, la generación de los que hasta hoy y por siempre, son nuestros hijos.
 
A ellos entregamos años de nuestra vida cuidándolos, formándolos, riendo y a veces también llorando con sus historias. Desde despertarlos para el desayuno y trasladarnos a los salones en ensayos hasta inventar trajes bellísimos de "Papel Creppé" para celebrar los 15 años de alguna de las niñas. Sus compañeros improvisaban tocando un Valse y ellas lo bailaban primero con José Antonio y luego con los muchachos!!
 
Quisiera poder nombrarlos a todos, pero puedo destacar a tantos que salieron de allí a hacer grandes carreras tanto en Venezuela como en el mundo.
Entre otros, Gustavo Dudamel, Edicsón Ruíz, Pacho Flores , Hans Agreda, Diego Matheuz, Rafael Payare, Christian Vázquez y pare de contar. Fuerte generación la que llegó por primera vez a tocar a la Sala de la Filarmónica de Berlín, en el Festival de los Proms en Londres, en Oviedo ante los Príncipes de Asturias y la Reina Sofía de España, en Holanda, ante la Reina Máxima y el Rey, en Buenos Aires en el Teatro Colón, Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay, en los barrios más pobres del Bronx, y en el Carnegie Hall de Nueva York, en Shanghái, en Beijín y un largo etcétera. Esa generación marcó mi vida.
 
Lo confieso con infinito amor y orgullo y agradezco mucho a Dios y a esos muchachos, y a sus padres que nos los confiaron y nos ayudaron a cuidarlos, haberme regalado la oportunidad de nutrir mi alma con todas sus historias, sus tristezas, sus alegrías, sus travesuras y sus triunfos, que ahora se pierdes de vista.

José Antonio tuvo la capacidad de ver mucho más allá de lo que nosotros veíamos. Aún hoy nos asombramos cuando vemos más y más niños y jóvenes llegando a diario a los núcleos y las sedes. Acompañados de sus padres o hermanos que los llevan a las clases y ensayos. A veces permanecen ahí en las afueras toda la tarde esperando a sus niños, ayudando a recibir a otros, o cuidando a los que esperan su turno para la clase o el ensayo.
 
El Sistema es una familia de dimensiones gigantes con valores ciudadanos, disciplina, trabajo en equipo, esfuerzo, mística, búsqueda de la excelencia y compromiso con el país.
 
Con propiedad y también con humildad puedo decir que soy testigo de la magnitud humanística de esta obra.
 
Puedo afirmar que para José Antonio esto fue una misión. Horas antes de su último aliento, preguntó por cada uno de los colaboradores de su equipo ejecutivo. Todos estaban allí.
 
Y siguen ahora entregados con amor a seguir sosteniendo a El Sistema hasta el infinito.

En lo personal cada día agradezco a Dios haber tenido la bendición de ser la hermana de un hombre que amó a su país con todas sus fuerzas. Que ese amor le impulsó a trabajar incansablemente por los niños y jóvenes venezolanos para que encontraran en la música la verdadera dimensión de la belleza y el bien.
 
Un hermano que me enseñó que el valor más importante de la vida era ayudar a otros a ser mejores. Que me enseñó que todo podía lograrse si se hacía con perseverancia, entrega y disciplina.
 
No en vano en su agenda del año 1975 está escrito de su puño y letra, en la primera página lo siguiente: "Método y fe"

50 años después puedo decir que esa ha sido la clave. Y eso fue lo que José Antonio nos enseñó. Gracias amado hermano!.

FOTOS HISTÓRICAS 

ORQUESTA FILARMÓNICA FUNDADA POR ANTONIO ANSELMI BERTI, ABUELO MATERNO DEL JAA. 1903, MONTECARMELO, ESTADO TRUJILLO

ORQUESTA PEQUEÑA MAVARES, DIRIGIDA POR EL MAESTRO NAPOLEÓN LUCENA Y EN ELLA EL JOVEN DE 12 AÑOS JOSÉ ANTONIO ABREU FUÉ VIOLINISTA. 1952, BARQUISIMETO, ESTADO LARA




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