Uno era El Ciego maravilloso y el otro, El Judío maravilloso
ARSENIO Y HARLOW: DOS MÚSICOS MARAVILLOSOS
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Humberto Márquez

Cuentan los cronistas que Harlow viajó a La Habana a sus 13 años por unas vacaciones de curso en 1952, en su época de bachillerato, “… se queda maravillado de lo que encontró, música en cada esquina: Benny Moré, La Aragón, Roberto Faz y todos esos exponentes de ritmos afrocubanos, tocando gratuitamente y todos accesibles a su público”; la maravilla fue tal que al año siguiente volvió y se quedó año y medio.
En ambos viajes conoció a Arsenio y desde entonces fue su admirador. De allí pudo venir su apodo, pero mi ex amigo Julio Mendoza Jazz es más categórico en un chat de Fania en Facebook, según Julio, Harlow se puso "El Judío Maravilloso" en honor a Arsenio "El Ciego Maravilloso", en el mismo chat Miriam Tizano asegura que se lo puso Junior González.

En resumidas cuentas, el cuento va porque a propósito de mi nota anterior sobre “La cartera”, que de paso no sabía, o no recordaba que era de Arsenio, encontré en Max Salazar, uno de los investigadores y conocedores más importantes de la Música Afrolatina de todos los tiempos, curiosidades poco conocidas de Arsenio.

Como por ejemplo que por allá por “1800 un hombre que pertenecía a las tribus congolesas fue transportado a Cuba. Por el resto de su vida impartió la tradición africana a su hijo. Su nieto, nacido Bonifacio, llegó a ser el padre de un hijo a quien el destino escogería para crear una música que llegaría a ser una de las favoritas del mundo.

 

El elegido tenía siete años en 1918, cuando un caballo lo pateó en la cara, produciéndole un daño irreversible en los ojos. Durante los años siguientes, a todos los 18 nietos se les impartió las tradiciones ancestrales de los congoleses; su lenguaje, su cultura, su religión, tanto, que recordaban constantemente que eran congoleses y nada más. El nieto ciego asimiló la cultura de su madre patria, hasta que su abuelo, un prudente y viejo sabio, falleció a la edad de 104 años”.

“El orgullo por sus raíces africanas se hizo evidente mientras estaba en “La Casino”. Tanto así, que le enseñó a Miguelito Valdés a cantar en los dialectos Congo y pegó canciones como Bruca Maniguá. Un lamento afro que va hasta la profundidad del drama de los africanos que fueron esclavizados en el nuevo mundo. La canción combina el español con el dialecto africano y se percibe, entre sus líneas, que un negro Carabalí (una tribu del Congo) exige su libertad porque sin ella no puede vivir”.

Yo son carabalí/ negro de nación/ Sin la libertad/ no pue'o vivi'/ Mundele cabá/ con mi corazón/ tanto maltráta/ cuerpo ta'furi eh/ Mundele cumba flote/ siempre ta'ngarua'cha/ queta' por mucho/ que yo lo ndinga/ siempre ta'maltratá/ Yane me tabá/ labio de buirí/
coro Yenyere Bruca Maniguá, ae, ae.




Ya sabía yo de Benny Moré que tuvo una historia parecida, sobre el tema quiero hacer mención de un detalle que descubrí en un libro con un perfil de Benny Moré de Amin Naser, que me regalara en Cuba, en uno de mis viajes, Radamés Corona, luminito de la orquesta Riverside, la del cabaret Havana libre; Naser aporta un relato que bien pudiera ser una de las claves en la historia del Benny y de la raigambre africana. Resulta ser que su tatarabuelo sería descendiente de un rey africano del Congo, quien fue capturado por un barco negrero, con su hermanita, siendo niños de unos 9 años, mientras se bañaban en la playa. Gundo se llamaba que fue el único nombre que le quedó, y uno puede imaginar que así le llamaba su hermanita. Pero de Arsenio ni pendiente.



De Arsenio si sabía que, al estilo de los trovadores y juglares de la Edad Media, componía sus canciones remedando sucesos cotidianos. Me imagino que lo de “La cartera” fue que se le perdió un día como a la fulana aquella, o el viejo truco a la hora de pagar en el bar, y de allí salió la “historia-canción”. En la página ‘La Cola de rata’ Jorman S. Lugo reseña: “Fue de los primeros músicos que puso su foco en lo urbano y lo narró en sus composiciones. “Cómo se goza en el barrio” y “Mi gente del Bronx” son de las primeras canciones que nos muestran la alegría del latino en La capital del mundo”.

El caso de “Hay fuego en el 23”, es emblemático, cuenta Salazar: “Durante la mitad de los años 50s, Arsenio vivía en un apartamento del quinto piso del edificio 23 Este, de la calle 110, entre Madison y la Quinta Avenida. Un día ocurrió un incidente, el humo llenaba el pasillo y nadie podía detectar el lugar donde se producía el fuego. Alguien gritó: “Hay fuego en el 23 de la calle 110…” Wito (Vocalista) condujo a Arsenio afuera del edificio alejándolo así del peligro, y fue aquí donde nació su célebre canción”.

Obviamente esta historia continuará. Quedan cuentos de Arsenio y al Judío Maravilloso, casi no lo hemos tocado.

¡Abre cuita buirindingo! Jajaja
¡Llévatela Rosa!



A Harlow nunca lo pude entrevistar, primero porque era un poco díscolo y no logré enredarlo como a todos los demás para conversar sobre sus vidas, sin embargo, lo tuve muy cerca la última vez que nos vimos aquí en Caracas. Debió ser en los 90, porque estaba alojado en el antiguo Hilton. Andaba ennoviado con una buena amiga mía y yo fungía de lamparita, después de unos tragos en la piscina decidieron salir a bailar.
 
Esa noche fuimos a una discoteca de salsa en el centro comercial Los Chaguaramos, eran mis tiempos de reportero nocturno, y pensaba lucirme con el dueño del local que no conocía, (El Negro Oscar me dice que se llamaba Latino’s), pero para nuestra gran sorpresa, no nos dejaron entrar porque Larry andaba en bermudas, y no hubo manera de hacerle entender al portero. ¡Pero compa, él es Larry Harlow! Y el muy becerro contestó: ¡Y yo soy Willie Colón!... Se perdieron de una segura descarga en el piano con la orquesta de turno.

Lo que nunca supe fue que era un músico muy bien formado, además de multinstrumentista, aparte del piano tocaba con profesionalismo el oboe, corno inglés, acordeón, flauta, contrabajo, vibráfono y percusión. De padre bajista y su madre Rose Sherman, cantante de ópera, Harlow estudió música desde los 5 años con su padre Nathan Kahn, ambos de origen judío, el nombre artístico de su padre era Buddy Harlowe, del cual Larry suprimió la e, para quedar definitivamente Harlow, como su nombre artístico.
 
Buddy Kahn, era un músico de mambo judío que dirigía la banda de la casa en el Club Latin Quarter de Nueva York.


Estudió en The High School of Music and Art of New York City y en el Brooklyn College, graduándose como Licenciado en Música, y obtuvo un master de Filosofía del New School for Social Research.
 
Sospecho que de haber hecho esa entrevista habría sido muy nutritiva. Nacido en el Brooklyn tuvo esa cultura del barrio, la influencia musical de sus padres, y su formación académica que se inició en colegios para blancos, hicieron de Lawrence Ira Kahn, un verdadero prodigio de la música del Caribe, aunado a su vivencia en Cuba en su temprana juventud, donde conoció y absorbió de Arsenio Rodríguez, su sapiencia musical.

La influencia de Arsenio fue definitiva, sus orquestaciones abundaron en el recuerdo de aquel músico genial, Ignacio de Loyola Rodríguez Scull, conocido como Arsenio Rodríguez. Cuando el 30 de diciembre de 1970, muere "El ciego Maravilloso", Harlow produjo rapidito el álbum 'Tributo a Arsenio Rodríguez' en coautoría con Ismael Miranda (1971) en homenaje póstumo. Con el tema "Arsenio" interpretado por Ismael Miranda, "El Judío Maravilloso" se rinde totalmente a uno de los más influyentes soneros, tresista y compositor de la historia de Cuba, y en toda la producción hace una reverencia al viejo Son cubano.
 
Pero mejor que lo cuente el propio Harlow: “Cuando Arsenio Rodríguez falleció en California, decidí grabarle un homenaje. Fue el padre del mambo Diablo y fue el primer músico en usar congas, piano y arreglos escritos dentro del formato de conjunto. Era un tresista ciego que también tocaba el bajo y era un extraordinario percusionista y compositor. Miranda y yo escribimos “Arsenio” en su honor. Todo el LP se grabó en el lapso de ocho horas, incluida la mezcla del álbum terminado”.



Voy a cerrar con algunas curiosidades que seguramente pocos conocerán. Yo juraba que la primera orquesta que grabó con Fania, -aparte de Jhonny Pacheco que por ser socio del proyecto, no sé si meterlo en esa colada-, era la de Willie Colon con Héctor Lavoe, pues muéranse que no, fue El Judío Maravilloso, en 1964. ¡Cuéntalo Harlow!: “Empezamos a tocar todos los viernes en el club Chez José en West 77th St. en Manhattan. Fue allí donde el cofundador de Fania, Jerry Masucci, me descubrió y me ofreció mi primer contrato de grabación. El tema “Chez José” es un homenaje a este maravilloso club de salsa en Nueva York. Mi música era muy cubana. Fui alumno del son y siempre intenté mantener ese sentimiento de swing cubano en todas mis canciones”. No podía ser de otra manera, si tenía como músicos de planta a Chocolate Armenteros y Monguito “El Único”, el vocalista cubano Ramón Quían Sardiñas, pero aquí hay algo en este cuento que no calza, según Gladys Palmero en su semblanza Larry Harlow, un judío africano en la salsa: “Curiosamente durante su estada en La Habana, conocería en el popular bar Fanía a un compatriota neoyorquino que compartía su pasión por la música cubana y afrolatina. Nos referimos a Jerry Masucci, de descendencia italiana y quien años después sería nada menos que cofundador de Fania Récords”. Será que en 5 años, alguien olvidó aquel encuentro, pero lo que si pudiéramos especular, es que el nombre del sello surgió de aquel bar Fanía, que por cierto no lo he encontrado en unas primeras indagaciones digitales.

Rubén Blades le decía que era el “Frank Zappa de la salsa”, y tenía sus razones, de hecho. “En 1976, grabó una historia musical de celebración, “La Raza Latina Suite”, con Blades cantando en inglés”, y no en vano Ed Morales escribió en The New York Times: “Larry Harlow, revolucionario de la salsa”, señalando que en su carrera de seis décadas, fusionó géneros relacionados como el rock, el jazz y el R&B con diversos géneros cubanos como la rumba, el son y la guaracha. Dió nueva vida al sonido de la charanga cubana, que incluía flautas y violines, e incorporó el tambor batá, utilizado en ceremonias religiosas.

No olvidemos como bien lo señala Morales que: “En 1972, después de que Miranda dejó de manera temporal su banda, adaptó con rigurosidad “Tommy”, de los Who, como la ópera salsa “Hommy”, en la cual trasladó los personajes británicos originales a los barrios latinos de Nueva York”. Y que parafraseó musicalmente a Los Beatles.

Alex Masucci, -citado por Ed Morales en NYT-, hermano superviviente de Jerry, Harlow fue el primer artista contratado con el fin de grabar para Fania. Sus primeros discos, “Bajándote: Gettin’ Off”, “El Exigente” y “Me and My Monkey”, que incluye una versión de la canción de los Beatles “Everybody’s Got Something to Hide Except Me and My Monkey”, apostaron por el sonido bilingüe del bugalú con influencia de R&B, que unía a los oyentes negros y latinos.

Morales cierra con esta cita, y me cuelo, o me coleo suena mejor, para cerrar también: “Era una época de revolución”, me dijo una vez. “La gente escribía canciones de protesta y Eddie, Barretto y yo estábamos cambiando el concepto armónico de la música latina. Yo fuí el que los volvió un poco psicodélicos”.

  



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