Los grandes festivales de teatro en España, Mérida y Almagro, inauguran sus ediciones con sendas versiones polémicas de clásicos del teatro
Un Shakespeare y un Don Juan
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Por María Serrano


Los dos tótems del verano teatral español, los festivales de Almagro y de Mérida, acaban de dar comienzo con sendas atractivas a la par que polémicas programaciones. El Siglo de Oro español y los clásicos grecolatinos son, respectivamente, el corazón de estas dos muestras, que se celebran cada año (cuando no hay pandemia) en el Corral de Comedias de Almagro y el Teatro Romano de Mérida.
Tanto Jesús Cimarro, director del Festival de Mérida, como Ignacio García, director del de Almagro, han expresado su emoción por la vuelta del verdadero espíritu del teatro: el de la comunión entre actores y espectadores.
Sin embargo, la polémica acompaña también los estrenos de este año. Los temas que marcan la agenda ideológica del momento, las temáticas woke y las obras políticamente incorrectas para unos y abiertamente ofensivas para otros, que tratan de revisitar los clásicos con las nuevas teorías como vara de medir, han generado un sinfín de críticas y abiertas polémicas. ¿Hasta qué punto debe el teatro ser moralizante sobre estas nuevas cuestiones?

Un 'Julio César' trans
El Teatro Romano de Mérida ha abierto temporada con una versión del Julio César de Shakespeare a cargo de una estrella que ya revolucionó España en los años 70: Moria Casán. A sus 75 años, es un icono LGTB y ha decidido interpretar una versión del emperador romano «muy libre», con dirección del argentino José María Muscari. Ella misma ha expresado que se trata de un Julio César drag queen, con la aparición de Netflix, Telegram, Cabify y smartphones.
Es la sexta vez que se interpreta esta obra shakespeariana que el inglés escribió en 1599, pero ninguna puesta en escena había sido tan polémica y transgresora como esta. Si bien hay cierto respeto al texto original, sobre todo en lo que respecta a la corrupción de la República y las instituciones romanas, la puesta en escena se sitúa en la Roma de 2020, y la obra comienza con un rap, aunque también hay versiones de Rosalía y Nathy Peluso.
Hay grandes pantallas, vestuarios futuristas y una crítica clara: la desigualdad de género, cuya existencia se busca defender con un intercambio efectivo de papeles entre hombres y mujeres. ¿Qué habría ocurrido si históricamente el poder lo hubieran ejercido las mujeres?

Don Juan ahora es de Costa de Marfil
El Festival de Almagro tampoco se escapa de la polémica. Ignacio García dirige una versión libre de El Burlador de Sevilla con una compañía procedente de Costa de Marfil, lo que tiene como resultado, como si de una temporada de Los Bridgerton se tratara, un don Juan negro.
Aunque su creación se atribuye a Tirso de Molina y últimamente a Andrés de Claramonte, en el Corral de Comedias el encargado de darle vida es el director Ignacio García con el título Don Juan. Los muertos no están muertos, y hace referencia a los muertos que regresan del más allá para exigir justicia a los criminales que continúan vivos.
«Los muertos que se niegan a ser enterrados cuando tienen cuentas que saldar, los rituales de despedida y la limpieza de cadáveres, los cantos y bailes fúnebres marfileños representan una visión antropológica y ancestral de esta relación eterna entre los vivos y los muertos», dijo en la presentación el director, que reinterpreta el texto de Tirso con los ritos funerarios de Costa de Marfil. En la web del Festival de Teatro Clásico avisan: «Lectura marfileña y africana, con sus códigos, sus ritos, sus músicas y sus danzas, de la historia universal del Don Juan, convocado por el difunto Comendador, para responder por sus crímenes de las mujeres burladas que exigen justicia».
En este caso, la denostada apropiación cultural funciona a la inversa: la cultura marfileña se apropia de un pasaje del Siglo de Oro y lo reinterpreta desde sus códigos. De hecho, los actores ni siquiera han leído nunca el texto original; es decir, no conocen realmente el mito de Don Juan. Pero no importa, mientras las versiones y revisitaciones se conviertan en cultura por encima de obras clásicas que conforman la historia, la tradición y el corazón de las letras españolas.