En 2024, la producción petrolera de Venezuela experimentó un repunte significativo gracias a las concesiones otorgadas por el gobierno de Joe Biden a Chevron. Estas concesiones permitieron a la petrolera estadounidense operar en el país, contribuyendo a la reactivación de la producción petrolera que superó el millón de barriles por día. Sin embargo, la reciente decisión del presidente Donald Trump de revocar estas concesiones ha vuelto a generar dudas de la capacidad de comercialización del crudo venezolano.

Se conoce que la medida adelanta el cese de las operaciones de Chevron en varios meses, lo que supondría un revés económico para Venezuela y que los especialistas señalaron en 2024 que si Estados Unidos busca aliviar el éxodo migratorio de Venezuela, debería centrarse en relajar las sanciones en lugar de endurecerlas. 

Diversos puntos de vista coinciden en que la producción de PDVSA sigue siendo valiosa para Estados Unidos. La producción de crudo estadounidense no es suficiente para satisfacer la demanda, lo que obliga a importar petróleo, incluyendo de Venezuela. Además, la inestabilidad geopolítica en otras regiones condiciona la seguridad energética de Estados Unidos.

La solicitud de licencias por parte de otras empresas petroleras, como la india ONGC Videsh Ltd. para operar en Venezuela refleja el interés del mercado internacional en el marco de las asociaciones económicas que se han construido con Asia, Europa y África. A medida que se avanza hacia una posible normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela, más compañías podrían emular la estrategia de Chevron, aprovechando la oferta de Venezuela como proveedor rentable.