El oro retrocedió 7,5% en dos sesiones, cayendo a niveles cercanos a US$4.000 por onza, tras rozar los US$4.400. La caída del martes, de 6,3%, fue la más pronunciada desde abril de 2013, en medio de una ola de ventas en los metales preciosos.

Analistas atribuyen la corrección a una toma de beneficios tras un año de fuertes alzas, impulsadas por la depreciación del dólar, la búsqueda de refugio y la expectativa de tipos de interés más bajos en EE.UU. También influyeron señales políticas favorables, como posibles acuerdos comerciales y reducción de aranceles.

A pesar del retroceso, firmas como Julius Baer y Standard Chartered consideran que se trata de una consolidación saludable, no de una reversión estructural. Los fundamentales del oro —incluyendo compras de bancos centrales y tensiones geopolíticas— siguen siendo sólidos.

Las mineras especializadas, como Newmont, Barrick y Agnico Eagle, también cayeron con fuerza, tras acumular alzas superiores al 100% en el año. El ETF VanEck Gold Miners registró salidas netas por US$669 millones en septiembre, anticipando la corrección actual.