La economía venezolana ha mostrado signos de recuperación en 2024, con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) estimado entre 4% y 6%. Este repunte se atribuye principalmente a la recuperación de la producción petrolera, que ha alcanzado los 900.000 barriles diarios, gracias en parte a las licencias otorgadas a empresas extranjeras como Chevron y Repsol.

Sin embargo, el panorama para 2025 presenta desafíos significativos. Por una parte, la situación política vinculada a los eventos electorales recientes (y próximos), suelen generar climas de incertidumbre que afectan gran parte de la actividad comercial; por otro lado, las características imprevisibles de las acciones en la reciente administración de los Estados Unidos que puedan o no comprometer las licencias otorgadas o las relaciones del comercio exterior venezolano.

Sin duda, el Banco Central de Venezuela todavía enfrenta dificultades para contener el precio de las divisas y e n este contexto, los venezolanos han buscado alternativas financieras, destacando el uso creciente de criptomonedas. En 2024, el mercado de bitcoins, ether y USDT en Venezuela creció un 110% representando un volumen estimado de 20.000 millones de dólares en lo que va del año.

A pesar de estos desafíos, la economía venezolana sigo mostrando resiliencia. La clave para 2025 será mantener la estabilidad política y económica, fomentar la inversión extranjera y buscar soluciones innovadoras para enfrentar la inflación y la brecha cambiaria. La adopción de tecnologías financieras emergentes, como las criptomonedas, podría desempeñar un papel crucial en la adaptación de la economía venezolana a las realidades actuales.

En este entorno dinámico, es esencial que las empresas y los inversores se mantengan informados y busquen asesoramiento especializado para navegar los desafíos y oportunidades que presenta el mercado venezolano.