Por Álvaro Montenegro. Un lugar que usted tiene que conocer algún día es Machu Picchu. Esta asombrosa ciudad, perdida en el medio de la selva peruana, lo espera para cautivarlo.
Machu Picchu, una maravilla del mundo que hay que conocer
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Sección: Los viajes de Montenegro


Cuando esta crisis sanitaria y económica mundial pase, usted debe apreciar aún más salir de viaje a conocer ese mundo que está esperando ser recorrido. Ahora que sabemos lo que nos hace falta, los lugares que debemos visitar, al menos una vez en la vida, les recomiendo planifiquen desde ya ir a algún destino turístico. Seguro les dejará algún aprendizaje y muchos recuerdos.

Uno de esos lugares que usted tiene que conocer algún día es Machu Picchu. Es una asombrosa ciudad perdida en el medio de la selva peruana, que fue sede de prácticas religiosas de la civilización incaica.

Macchu Picchu es una de estas maravillas del mundo que usted debe colocar en su lista de deseos o bucket list. Está ubicada en el departamento del Cusco, a unos 500 km de Lima.

La ciudad fue construida en la ladera de una montaña, prácticamente inaccesible y asombrosa. La historia es la siguiente: se cree que en el siglo XV de nuestra era, a casi 2.500 m de altura, el inca Huiracocha mandó a edificar un complejo religioso cercano al río Picchu como refugio espiritual, alejado de cualquier centro de poder incaico.

Luego el monarca Pachacutéc utilizó y disfrutó el complejo, y le agregó un gran esplendor con su presencia. La pequeña ciudad se llenó de terrazas para sembradíos, templos y construcciones civiles que fueron pobladas por una élite incaica, calculada en 1.000 personas en su momento de mayor esplendor.

Terrazas en Machu Picchu

Con la caída del imperio autóctono de los incas y al perder su solemnidad religiosa, la ciudad fue abandonada y, además, menospreciada por los conquistadores españoles. Ellos vinieron a la región del Cusco solo en búsqueda de oro y no de monumentos de culto de civilizaciones paganas.

Exploradores italianos, franceses, alemanes y peruanos visitaron las ruinas de Machu Picchu en varias oportunidades durante el siglo XIX. Pero solo en 1913 el norteamericano Hiram Bingham, profesor de la universidad de Yale, dio a conocer al mundo con gran pompa en un artículo para la revista National Geographic, la existencia de este santuario histórico.

Cualquier viaje a Machu Picchu comienza con gran emoción de madrugada, al salir del hotel en Cusco. Se toma un autobús y luego un tren panorámico, hasta llegar al pueblo de Aguas Calientes.

El trayecto en el tren ofrece paisajes espectaculares, con pendientes escarpadas de lado y lado, confluyendo en unos ríos parecidos a los de los Andes venezolanos. Después de una hora y media, se llega a la estación terminal y se atraviesa caminando un mercado artesanal muy interesante, donde se consiguen recuerdos para todos los gustos.

Luego uno se monta en otro autobús para subir una cuesta por unos 15 minutos para, finalmente, llegar a la ciudad sagrada. Un excelente guía marcará sus pasos a través de las ruinas con devoción, conocimiento y maestría.

No hay manera de ir solo. El lugar es muy frágil y todos los recorridos siguen un patrón de visita. Es mucho mejor así, porque el guía le explicará con lujo de detalles las características y la historia del santuario.

Los turistas, acompañados por el guía, conocerán la historia de este imponente santuario

Machu Picchu tiene un área de 530 m de largo por 200 m de ancho. Está ubicado en el tope de una montaña, con 172 edificaciones esparcidas por las laderas.

Ojalá el tiempo esté despejado para cuando usted llegue y se asome al mirador, en la parte más alta del santuario. La vista es sensacional y es desde donde se toman las mejores fotos para el recuerdo.

Desde ese punto se observa que la ciudad se dividía en dos porciones diferentes por completo. Hacia debajo de la ladera, a la derecha, hay una zona agrícola, con muchas terrazas de cultivo que se conservan impecables. En cambio, en línea recta –hacia abajo– se encuentra otra zona urbana claramente definida, donde están las construcciones, sin techo. Allí vivían los sacerdotes y practicaban sus ceremonias.

Todo el complejo está lleno de: muros de piedra, escalinatas, andenes, plazas, fosos y drenajes, que dividen las zonas en laberintos incomprensibles. Representan un testimonio único del alarde tecnológico y arquitectónico del imperio Inca.

 Machu Picchu, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983 y Maravilla del Mundo en 2007

Este monumento, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983 y Maravilla del Mundo en 2007, le dejará gratamente asombrado cuando lo observe por primera vez desde lo alto del mirador. Sus ojos no podrán dejar de admirar la imagen de estas reliquias, que tantas veces habrá visto en fotografías y tantos deseos de visitar le habrán inspirado durante su vida.

Después de las explicaciones de rigor por parte de su guía y de preparar las tomas fotográficas típicas con las ruinas en el fondo, recorrerá durante hora cada uno de los rincones de este impresionante lugar.

Verá por dónde bajaba el agua desde los manantiales para surtir a la ciudad. Sabrá de dónde sacaban las rocas para las construcciones, cómo accedían a las escarpadas laderas y otras astucias incaicas que maravillarán sus sentidos.

 Laderas en Machu Picchu

Tómelo con calma. Disfrute el día caminando con su guía entre las construcciones mientras escucha las explicaciones. Suba las escalinatas de piedra despacio, apreciando todo lo que vea a su alrededor y tomando fotografías para el recuerdo.

Vea las llamas peruanas, esos animales tan autóctonos, pero sin acercársele mucho, porque está prohibido. Haga cualquier cantidad de preguntas para quede más satisfecho de su visita. Comprenda que usted recordará este viaje toda su vida. Entonces aproveche cada instante en esa ciudad sagrada, para que cambie su manera de ver el mundo en una manera muy positiva.

Al final quedará tan complacido por haber conocido a Machu Picchu, que sentirá el enorme placer de tachar en su lista de destinos turísticos, otro lugar que debía conocer antes de morir. Vaya a Machu Picchu apenas esta vida y el coronavirus se lo permita, para que sienta ese mismo placer que sentí yo al regresar.

Este será un viaje del cual recordará cada instante 

Cómo llegar

Debe tomar el autobús del tour en Cusco. Llegará en una hora y veinte minutos a la estación de tren de Ollantaytambo. El tren panorámico tarda una hora y media desde Ollantaytambo hasta el pueblo de Aguas Calientes. Allí uno toma otro autobús, que lo sube hasta el santuario histórico en 15 minutos.

Dónde alojarse

El único hotel en el santuario histórico de Machu Picchu es el Belmond Sactuary Lodge, www.belmond.com, que es todo un lujo ecológico. Está manejado por la prestigiosa cadena hotelera Belmond, que también ofrece travesías muy lujosas en tren.

El hotel ofrece sesiones de yoga, ceremonias chamánicas tradicionales y té de muña en su bar. Tranquilo como ninguno, la experiencia es imborrable, porque dormirá en la entrada de las preciosas ruinas religiosas.

Dónde comer

Coma en el hotel, no hay otras alternativas en el santuario. En Aguas Calientes sí hay varios restaurantes, todos regulares.

No olvide

Lleve protector solar, sombrero y paraguas por si llueve. Unos chocolates en la mochila le ayudarán a mitigar el hambre durante el recorrido de las ruinas.



Crédito Fotos:
Todas las fotos: Álvaro Montenegro