Por Carlos López. El cambio empresarial actual representa un gran desafío para el gerente líder. Por ello, presentamos las siguientes estrategias para que sean consideradas en sus tomas de decisiones.
Aproximaciones hacia un nuevo enfoque empresarial a partir de la pandemia
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Introducción

En un mundo tan globalizado como el actual, muy interconectado, lo global y lo local convergen como nunca antes. Lo hacen hasta el punto en el que los conflictos y situaciones adversas, tales como una pandemia (o un conflicto bélico) que se originan en determinado punto del planeta, pueden afectar diametralmente a otras zonas geográficas, mucho más alejadas en términos de distancia física desde el origen.

En términos de lo glocal, lo que parece estar lejos y no presente puede tocarnos, afectarnos y condicionarnos. Puede estar cerca y estar presente, de modo virtual o bien de modo real.

Esta dicotomía es, paradójicamente, la desventaja. Pero también la ventaja del mundo en que vivimos a principios de la tercera década del siglo XXI, donde la tecnología no parece darnos tregua. Lo que nos permite sobrevivir es la adaptación, la innovación y la resiliencia que tengamos ante estas dinámicas del entorno, también sobresaturado de información disponible.

En este contexto, a las organizaciones y empresas les corresponde navegar en entornos complejos, inciertos, dinámicos, muy variables; es decir, muy volátiles. La turbulencia y la incertidumbre parecen ser nuestras compañeras de viaje, y dificultan la travesía hacia destinos más serenos y calmos. Dicen que ningún mar en calma hizo experto a un marinero, y es cierto.

No obstante, como CEO y directivos, mientras más herramientas tengamos a nuestra disposición para navegar hacia puertos con aguas más seguras, haremos de la travesía un viaje menos tedioso. O, al menos, mejor orientados hacia el futuro organizacional deseado. Todo ello pasa por enfocarnos correctamente como gerentes y como líderes: situarnos en el contexto, dar correcta lectura a la situación que emerge y trazar cursos de acción.


Durante 2020 y 2021 observamos ciertos sectores en auge y que supieron adaptarse a las nuevas condiciones durante la pandemia


Nuevo entorno empresarial entre la pandemia y cambio tecnológico

El ecosistema empresarial -en amplia mayoría- está aún desperezándose y sacudiéndose de los embates de más de un año y medio de cierre de empresas y organizaciones, a causa de la pandemia de 2020 por la COVID-19.

Durante casi todo ese año fuimos testigos de desplomes en la economía regional y global, de baja en la productividad general, de ausentismo laboral por cuarentena. Pero también observamos ciertos sectores en auge y que supieron adaptarse a las nuevas condiciones. El retail se consolidó, el delivery y el pick up se volvieron un must en términos de agregar valor a los bienes y servicios.

La transformación digital se aceleró y muchas empresas debieron desempolvar proyectos de automatización de procesos clave, para poder brindar servicio sin contacto. O bien operar bajo plataformas digitales y dispositivos, cuyo máximo exponente es el teléfono celular inteligente. Siempre manteniendo la calidad en los productos y servicios como punta de lanza. Vaya reto y desafío.

En 2021, las dinámicas empresariales más afectadas iniciaron y retomaron actividades. No obstante, estaban altamente condicionadas por los rigores y exigencias de la bioseguridad y muy atentas a los avances en materia de vacunación.

El año pasado observamos cierta recuperación de los sectores económicos (sobre todo el de consumo y servicios, alimentación, salud, bienestar, wellness, bioseguridad…). Nuevas dinámicas organizacionales coparon la escena: agilización de las cadenas de suministros; virtualización de los entornos laborales; trabajo en modalidad híbrida (presencial y no presencial o virtual, teletrabajo); el aprendizaje se volcó hacia el E-Learning. Muchas profesiones empezaron a prestar servicio de forma síncrona y asíncrona.

Plataformas como Zoom y WhatsApp lideraron las comunicaciones virtuales, cuyo formato no debe ya extrañarnos ni ser una rareza. El Quick Response Code (Código QR o de respuesta rápida) resurgió de las cenizas durante la pandemia como herramienta tecnológica.


La oficina al alcance de la mano (y del wifi)

Hoy en día es posible asistir y ejecutar sesiones de consultoría, de asesoría, de coaching, de mentoring, de formación académica a través de esquemas no presenciales, es decir, virtuales. En la prepandemia no estaban consideradas, ya que se privilegiaba lo presencial.

El cambio tecnológico en ciernes producto de la pandemia (o bien de la pospandemia) es ya una realidad. Las organizaciones y empresas (incluyendo los emprendimientos) deben asumirlo para manejarse y gestionarse adecuadamente. Hoy día hablamos de Big Data, Cloud Computing, Machine Learning, Blockchain, Internet of Things (IoT) y la Inteligencia Artificial (IA por sus siglas en inglés). Todos están y han ganado muchísimo terreno.

Muchas profesiones también deben reinventarse para adaptarse, incorporando a sus habilidades y skills ciertas destrezas que antes no se privilegiaban (pensamiento complejo, liderazgo transformacional, inteligencia emocional y financiera, programación y análisis de datos). Estos son los rasgos de la industria 4.0 que han llegado para quedarse, en el marco de la cuarta revolución industrial.

Otro tanto ocurre con los impactos ambientales (negativos) que causan algunas empresas e industrias en la naturaleza. Las emisiones de carbono a la atmósfera están alcanzando los límites de lo permisible. Sus efectos ya empiezan a manifestarse con daño severo e irreversible a los ecosistemas y a la atmósfera.

Por tanto, es también un deber y un tema de responsabilidad social empresarial incluir buenas prácticas de gestión medioambiental en las empresas. Es decir, ser más verdes y ecológicos en estos tiempos ya no es una moda, sino un requerimiento y un estilo de vida.


La visión estratégica se refiere casi a todo lo que tiene delante un director de empresa o CEO cuando toma en sus manos el timón de mando: los factores internos y externos


De lo anterior se desprende que bien podría ser este un buen punto de partida -o de referencia- para el reset empresarial:
1. ¿Cómo adecuar los enfoques, los modelos de gestión y las estrategias corporativas a la danza de lo disruptivo y del cambio tecnológico que se desarrolla en estos momentos?
2. ¿Las empresas y los líderes empresariales están realmente conscientes de que su sobrevivencia o permanencia -sostenibilidad- está vinculada a gestionar de forma adecuada el cambio tecnológico, que impacta la productividad organizacional, las nuevas formas de trabajo y los procesos de aprendizaje?

Por mucho que la tecnología avance, el factor humano sigue siendo clave. El tema es cómo prepararnos para adaptarnos a las nuevas tecnologías, integrando y cerrando las brechas existentes.

La tecnología es costosa e inaccesible en muchos casos. Somos partícipes de una nueva cruzada de (re) alfabetización tecnológica. La conectividad a internet, en algunos entornos, es un reto debido a la poca sostenibilidad y confiabilidad de los servicios de telecomunicaciones.


La visión estratégica del negocio

Cuando hablamos de visión estratégica nos referimos a la capacidad de quienes están al frente de un negocio de saber mirar, tanto su entorno como las relaciones, incidencias e impacto del mismo en la empresa que lideran.

La visión estratégica se refiere casi a todo lo que tiene delante un director de empresa o CEO cuando toma en sus manos el timón de mando: lo interno (departamentos, áreas, niveles, trabajadores, procesos, etcétera) y lo externo (proveedores, competidores, aliados, precios, nichos de mercado).

Es el resultado de una conjugación entre dos conceptos esenciales: la misión de los negocios y la visión de futuro de quienes están al frente de la misma. Surge entonces la interrogante ¿Cómo podemos estimular y fomentar la visión con alcance estratégico?

Podemos indicar, al menos, cuatro características de quienes ostentan la visión estratégica del negocio:

1. Alta capacidad de observación

Los profesionales de este campo aplican lo que en otras disciplinas se llama “mirada lenta”, es decir, la capacidad de observar las cosas con suficiente detalle y precisión para intentar anticiparse a las dinámicas del mercado. O, en su defecto, saber reaccionar cuando se materialicen, tanto en oportunidades como en amenazas.

La observación es, quizá, la mayor virtud de cualquier directivo con visión estratégica. Aplica tanto para el conocimiento del sector donde opera su negocio, como para identificar tendencias futuras en las variables que representan amenazas y oportunidades, así como perspectivas y diseñar escenarios.


2. Conocimiento pleno de las debilidades y fortalezas del negocio

Si la idea es mirar más allá que cualquiera, es apenas comprensible que se haga con conocimiento de causa. Dicho con otras palabras, el directivo con visión estratégica está en la obligación de conocer el negocio que representa. De lo contrario, su lectura e interpretación de las circunstancias no acertará en las necesidades de la empresa, o simplemente serán inútiles.

Las debilidades deben superarse, con apoyo en las fortalezas y en las oportunidades. Las fortalezas tienen que ampliarse y ser usadas para apalancar los procesos clave del negocio. Tienen que ser los elementos diferenciadores y generar constante desarrollo, crecimiento y evolución de la organización, de sus procesos, productos y servicios.


3. Planificación constante

La visión estratégica no sería posible sin la puesta en marcha de un elemento: la planificación. Cuando un director emplea esta cualidad, siempre debe atender a un cronograma o, como mucho, a un plan de acción que guíe su labor.

No se trata de mirar de manera integral porque sí. Siempre debe existir un objetivo que se persigue con ello, sea el que sea: ampliar las opciones de negocio, planificar acciones de expansión, estudiar el mercado y la competencia, entre otros.

Aplicar constantemente el ciclo de planificar, ejecutar, verificar y actuar (ciclo Deming). De la misma forma, realizar monitoreo, seguimiento, control y evaluación de los factores e indicadores clave de desempeño (Key Performance Indicators o KPIs) y de las áreas clave de resultado (Key Result Areas o KRAs).


4. Identificación de áreas de oportunidad

Uno de los beneficios que se derivan de esa “mirada lenta” y acuciosa de la que hablábamos antes es el desarrollo de una capacidad para saber cuáles son las oportunidades de negocio de una marca. Esta es una de las características de un director con visión estratégica, su olfato para indicarle cuándo invertir en algo o si es oportuno optar por tal o cual estrategia.
A continuación, se mencionan y describen algunas estrategias para modelar y diseñar el nuevo enfoque empresarial pospandemia.


Estrategias para el nuevo enfoque empresarial pospandemia

Todo lo anterior nos plantea el contexto de cambio empresarial, representa un gran desafío para el gerente líder. Algunas propuestas para abordar este reto son:

1. Business Intelligence: enfoque en el cliente, investigación y análisis de mercados, de nuevos productos y servicios, que se adapten a las nuevas necesidades y requerimientos del consumidor, apoyando todo el proceso en las tecnologías y plataformas disponibles. Los cambios en los patrones de consumo son solo visibles si se están monitoreando con frecuencia.
2. Tecnología como herramienta clave. Urge asumir lo disruptivo y el cambio tecnológico como un hecho. La tecnología es una herramienta y puede ser un gran aliado -si la sabemos utilizar- al momento de ser más productivos y eficientes.
3. Trabajo colaborativo: diseñar y ejecutar proyectos, metodologías ágiles y enfoques multi y transdisciplinarios. El enfoque de bloques de trabajo (WBS), fijar objetivos claros, metas compartidas, trabajo en equipo, seguimiento y control de avances, monitoreo de recursos, gestión de la información. Estructuras matriciales, adaptativas y dinámicas.
4. Integración generacional: los equipos de trabajo conformados por Millenials y representantes de las Generaciones X, Y y Z e, inclusive, los denominados Baby Boomers, ofrecen oportunidades al integrar experiencia, conocimientos, liderazgo, compromiso, habilidades de emprendimiento, tecnología. Hay que saberlos gestionar y liderar para agregar valor a la organización.
5. Transformación digital: procesos clave digitalizados, espacios virtuales de comunicación brindan mayores capacidades y aprovechamiento de recursos, ahorro y velocidad en transmisión de datos e información.
6. Teletrabajo (trabajo remoto): el factor humano sigue siendo clave, así como retener y atraer talento. Sin embargo, en el contexto pospandemia el trabajo se ha modificado en tanto su manera de verlo como prioridad por parte de los colaboradores. Las empresas deben comprender las nuevas modalidades para adaptar sus esquemas y no perder talento ni productividad.
7. Ecosistemas de innovación: generar espacios y laboratorios para la mejora continua y la innovación en procesos clave del negocio, que puedan agregar mayor valor al cliente. Pensar en términos de Innovation Labs, Think Tanks para generar ideas constantemente, diseñar prototipos, ponerlos a prueba (metodologías tipo Design Thinking, por ejemplo).
8. Resiliencia: analizar las nuevas formas adaptativas para permanecer dentro del mercado de manera continua, mantenerse presentes y ser flexibles hasta donde sea posible.
9. Responsabilidad ambiental: implementar modelos de gestión menos contaminantes, ahorro energético, ahorrar el recurso agua, combustibles, electricidad, buenas prácticas de gestión ambiental. Ecología y nuevas formas de energía (fotovoltaica, eólica).
10. E-Learning: capacitación a través de plataformas no presenciales, como complemento de las presenciales. El aprendizaje por esta vía también es garantía de desarrollo del talento y crecimiento para los colaboradores.

Para finalizar, creemos que es muy importante siempre reflexionar, planificar, pensar de forma estratégica antes de actuar, analizar, planificar, evaluar. Cada una de estas acciones nos da cierto grado razonable de garantía de considerar los pros y los contras, las variables en el juego estratégico, los escenarios posibles.

Todo lo anterior forma parte de la caja de herramientas (tool box) y de la mentalidad estratégica del gerente actual, para afrontar los nuevos retos empresariales en la pospandemia, permaneciendo competitivos, productivos y buscando siempre el mejor posicionamiento en el mercado.


Crédito Foto: www.pixabay.com