El rector Padre Dionisio Lahuerta, fundamentó en la familia la conversión del colegio al formato mixto en el año 1975. “Es la forma natural de Dios que el hombre y la mujer convivan al formar el núcleo, al unirse”, explica
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Sjandra Rendón

“Me fijaba en la familia, en cada uno de sus miembros, son hombres y mujeres que conviven, crecen, se forman bajo la consigna del respeto y el valor, y eso me motivó a respaldar una conversión del colegio para que fuera mixto y reforzar nuestro lema con la incorporación del lado femenino: En todo amar y servir”.

Con estas palabras el padre Dionisio Lahuerta Gil, S.J. explica lo que significó para él formar parte de los pioneros en hacer el colegio San Ignacio una institución mixta. El padre, quien asume el rectorado en el año 1972, narra con emotivo orgullo que el colegio desde que fue fundado en el año 1923 mantiene la idea de colaborar en la formación y educación de la juventud. De esta manera se les garantizan los valores de la dignidad humana, el respeto, la gratuidad, la generosidad y la entrega a los demás. 

Reafirmó el lema de la institución: “En todo amar y servir”, agregando que dicha consigna tiene como objetivo “fundamentar en cada uno de los alumnos los elementos positivos para la sociedad en la que les toque vivir, y más aún en la actual, en confinamiento por una pandemia que emerge de cualquier persona un sufrimiento inesperado y desconocido”.

“El colegio pasa a mixto por una razón sencilla: la familia. Es la forma natural de Dios que el hombre y la mujer convivan al formar el núcleo, al unirse, y esta es la mejor representación que puede tener un colegio para fortalecer los valores a través de la familia”, según describe el padre Lahuerta.

Comenta además que en aquella oportunidad observó un poco a su alrededor y al concertar una entrevista con la directora del colegio teresiano de la época quiso advertir que no tenía en mente competencia alguna, sino “abrir sanamente esta opción de incorporar a las niñas para que le dieran al Colegio San Ignacio una vida mixta y natural”. 

El Padre ofrece su impresión de lo que hoy es el Colegio San Ignacio de Loyola, en comparación a la anterior etapa a esta conversión, respecto a sus alumnos, las primeras promociones, anécdotas y hasta sugerencias para replicar en otras instituciones y sobre ello explica que fue “un reto la aceptación de las familias en confiar a sus niñas en un colegio que era netamente masculino, eso fue un reto. Luego agradecimos enormemente a todos aquellos representantes que se atrevieron a inscribir niñas en esa época y esto coincidió a su vez con la apertura de espacios de humanidades especiales, con un concepto de sociedad que era crear grupos para ir al cine, al teatro, estudios, visitas guiadas a museos o instituciones que complementaban la formación”. 



Lahuerta agrega que para ese primer año de inclusión del género femenino “fueron inscritas 14 niñas divididas en kínder y preparatoria, lo que representó un número significativo que demostraba la confianza y la valentía que tenían las familias en el colegio y que entendían lo que pretendían hacer con esta conversión a mixto”. 
 
Agrega que “la educación con niños y adolescentes siempre tiene su concepto muy particular porque ellos en esa etapa tienen su propia manera de formarse, crecer y asimilar valores. Otro reto importante que se tenía, o podemos llamar ilusión, era que salieran del colegio dispuestos a cambiar la sociedad, la familia o el sitio en el que vivieran, abriéndolo a nuevos valores y nuevas oportunidades”.

Los retos y los cambios
Hubo momentos no tan positivos, según comenta el padre y recuerda el número reducido de familias que mostraron “desacuerdo al nuevo modo con la inclusión de niñas, y optaron por retirar a sus hijos del colegio porque asumían que se perdería la esencia de lo que significaba el Colegio San Ignacio de Loyola. Se presentó cierta resistencia, pero fueron contadas las familias”.

-¿Qué ha podido ver y comparar de los años iniciales hasta los tiempos actuales que vive la institución?
-Hemos perdido algo que consideraba importante. El Estado ha suprimido las humanidades, únicamente en bachillerato tenemos ciencia, no hay posibilidad de completar la formación con el aspecto humano. Ha cambiado mucho la misma joven, el mismo chico, es ahora más valiente, más decidido, temerario o exaltado, tienen una especie de formación que trae de la familia, porque el grupo mismo formula sus valores y se apegan a ellos.
Insiste en que “la juventud ahora no se deja conducir fácilmente, es imposible detenerla y no se apega a una disciplina estricta como la del año 75”.

-¿Alguna anécdota que recuerde sobre los primeros cursos mixtos en la institución?
-Anécdotas las hay, pero ya no las recuerdo, hace 45 años de eso. Sin embargo, más que una anécdota podría citar la tensión en el ambiente que se vivió los primeros meses luego de la conversión del colegio que era masculino. Existían grupos y familias a las debíamos explicar bien y con mucha entereza que con el cambio no se perdería la esencia del colegio y el tipo de formación. Era un tema hacerlos captar el mensaje y se logró. 
 
-¿Sobre qué aspectos considera debe avanzarse para garantizar la presencia activa de las niñas en las actividades de la institución?
-Las líneas que se siguen en este momento son buenas. Tienen niñas que pertenecen a lo que es la directiva de las instituciones del colegio, El Centro de Estudiantes, por ejemplo. Hay mujeres en todos los niveles, y alguna vez han sido presidentas. Lo mismo ocurre en el deporte, las chicas están incluidas de forma activa y en todas las instituciones hay presencia femenina con un número representativo. 

-¿Qué pasos dados en el Colegio San Ignacio de Loyola recomendaría dar a otras instituciones?
-Para toda institución educativa en este momento el problema que tenemos en el país es que la cantidad de docentes que abandonan su oficio es preocupante, porque no les da siquiera para comer. ¿Cómo se puede cambiar esto? Hay un peligro que es que nos estamos abocando solo a las personas que pueden pagar y los que pagan lo hacen en dólares y es un camino equivocado, pero es lo que dicen que hay que hacer porque de lo contrario no se tendría cómo pagar a los profesores. En esta situación nos han puesto y es algo sumamente preocupante.



Con respecto a este tema de la recomendación a otras instituciones educativas acotó la importancia de “activar la Fundación San Ignacio, que desde el año 75 ha buscado mecanismos para lograr que las familias pudientes pagaran un poco más para que las que no contaban con muchos recursos formarán parte de la institución”. 

Indica que “el Colegio actualmente lo está haciendo bien, pero debemos tener mucho cuidado con caer en temas elitistas donde excluimos a las familias que tienen menos. Los docentes son la parte más floja de la cuerda y debemos conservar el valor de estos profesionales entregados por entero a la formación de los alumnos.